“Algo que todos debemos hacer, es apoyar al que menos tiene”
Lupita Sánchez Salazar de Covarrubias
Más que cualquier político, presidente municipal, artista o deportista, la señora Guadalupe Sánchez Salazar dejó una huella indeleble en la historia de Puerto Vallarta debido a sus aportaciones, pues participó en primer grado en la fundación de instituciones como el Dispensario Médico Guadalupano, Becas Vallarta, el Círculo Vallartense de la Amistad, el Asilo San Juan Diego, la Asociación Femenil Vallartense, el Club Rotarios de El Pitillal, y colaboró de manera importante en el Baile del Rebozo, entre otras en las que su vocación de servicio perduran a través de sus obras, una mujer ejemplo de calidad humana y bonhomía, y quien es un personaje fundamental en la historia de este municipio, pues incluso recibió el Premio Vallarta, sin embargo, las obras no conocidas que realizó quizá sean aún más valiosas, y es que en muchas ocasiones, sin que nadie se enterara, apoyó de diversas maneras personas con grandes necesidades o notables dificultades, quienes tras su fallecimiento se hicieron presentes para agradecerle por su bondad.
A modo de homenaje, compartimos una entrevista realizada en 2017 con la señora Lupita Sánchez de Covarrubias, y su visión altruista que aplicó en cada aspecto de su vida.
Tras su llegada a Puerto Vallarta en 1949, Lupita Sánchez dedicó gran parte de su vida a actividades altruistas, organizó las primeras posadas populares, colaboró en compañía de otras mujeres vallartenses para poner límites en situaciones que amenazaban la moral y las buenas costumbres en la creciente ciudad, y participó en diversas jornadas ciudadanas en cuidado del entorno natural.
¿Dónde llegó a vivir cuando llegó a Puerto Vallarta?
Antes vivíamos en la calle Guadalupe Sánchez, atrás de donde estaba el doctor Sahagún, al año de casada nos cambiamos, no a esta casa, era una casita de teja como se acostumbraba, nosotros después lo construimos con los años, era una casita de teja de dos piezas solamente, la salita de entrada, un corredor, un jardín, nosotros le pusimos baño, teja nueva, todo para arreglarla.
¿Ya había baños o era letrina?
Letrinas de cajón, porque no había drenaje entonces, en el patio de la casa se hicieron dos fosas para poder tener el uso del baño.
¿Qué fiestas populares había?
Aquí no había entonces posadas en ninguna parte, en la iglesia como es natural se celebraban posadas pero en la noche, rezando el rosario, cantando con el nacimiento, pero en la calle con las familias no se usaba, nosotros en la casa, con los señores de enfrente, nos poníamos de acuerdo y con una soga colgábamos una piñata.
¿Por qué surgió la inquietud?
Bueno, fue cuando ya mis hijos empezaron a crecer, porque de chiquitos no entienden nada, Lolita tenía como 8 o 9 años, Lupita unos 7, y dije, voy a hacer unas posadas para que empiecen ellas a vivir ese momento importante, y empezamos organizarnos y ver dónde colgábamos las piñatas para que también participaran otros niños, porque el patio no era para eso, era jardín, mis hijos invitaron a los vecinos la primera vez, pero luego se pasó la voz, y cada año las hacíamos, venían los niños a preguntar cuándo era la posada, venían del centro, de las colonias los de El Cerro y la 5 de Diciembre, así duramos varios años haciendo posadas ya con la joyería funcionando.
¿Cuántos niños se juntaban?
Nunca los conté, pero el día que supe fue cuando regresé de nuestro viaje a Europa y que fuimos a tierra santa mi esposo y yo en el 67, y estando allá tuve la idea de comprar unas medallitas para regalárselas a los niños en Navidad, nosotros fuimos en agosto y compré 200 medallitas, nos las bendijeron en tierra santa donde nació Jesús y yo las traía con mucho cariño para todos los niños que iban a la posada.
Ya en navidad agarré la bocina que tenía el Gran Taco, y les dije “van a estar todos calladitos porque les traje un regalo donde nació el niño Dios, compré alfileres para colgársela a cada niño en su camisita, les conté la historia del niño Jesús, que la estrella y los Reyes Magos, y todo eso, porque además cantábamos la posada, salían dos niños con los peregrinos, San José y la Virgen María, y dábamos la vuelta y todos los niños atrás con velitas, toda la tradición que yo conocía en México, porque ahí es donde se hacen así las posadas.
Luego de los cantos, la posada y la piñata, sentábamos a los niños en la banqueta, los papás en sus sillas, entonces empezábamos a repartir las medallitas, fue cuando dije “madre santa no van a alcanzar, son muchos niños y yo nada más traje 200, se van a quedar niños sin medalla y van a estar tristes”, y yo muy angustiada, bueno pues Lolita daba las bolsitas con Lupita y yo les ponía las medallitas, pues no sé cómo, pero alcanzaron las medallas y se acabaron las 300 bolsitas, a mí y a mis hijas nos sorprendió nos ajustaron todas.
¿En qué otras actividades para la comunidad participó?
En el dispensario médico allá por 1952-1953, con el señor cura Parra se llamaba Sección de Caridad que conformamos un grupo de señoras de Acción Católica, visitábamos enfermos, dábamos desayunos, y se apoyaba a las personas sin dispensario, solo desayuno y apoyando enfermos, ayudándole a hacer el aseo de sus casas, apoyar a la esposa, nos turnábamos para ayudar.
Tiempo después cuando ya murió el señor cura Parra, vino el padre Aldana a sustituirlo y él formó el Dispensario Médico Guadalupano, porque había muchas personas enfermas que no tenían para la medicina ni para atenderse con médicos, lo conformábamos como 30 señoras el grupo que pertenecíamos a la Acción Católica, como Cata de Cuevas, Ofelia de Solórzano, Toya Godínez, Estela Manzo, Marina Macedo, las hermanas Ruelas, las González, muchas señoras, duró los 17 años que vivió el padre.
¿Cómo surgió Becas Vallarta?
Becas Vallarta surgió de una americana, Selma Gordon, ella tenía una casita allá arriba del río en lo que llaman Gringo Gulch, la señora era maestra, pero ya estaba retirada, y vivía aquí en temporada, y se interesaba por la educación, entonces la secundaria apenas iba a iniciarse, nada más estaba la primaria 20 de noviembre, entonces Selma Gordon empezó a formar un grupo, entre ellas estaba Berenice Star, que fue la primera que invitó y luego otra señora Smith me parece, y nos invitó a cuatro mexicanas para que fuera un equipo de mexicanos y americanos para que también pudieran ellas moverse y pedir donativos, porque ellos eran visitantes y tenían menos facilidades que ahora, no podían ni tener casas ni propiedades cerca del mar. En 1966 se fundó el comité de becas, no se llamaba así, tenía otro nombre, pero se mandaban cartas a Estados Unidos para pedir donativos.
¿Cuántos niños fueron los primeros becados?
No me acuerdo, para qué te miento, mira, para empezar, saliendo de la primaria, muchos papás ya no mandaban a los niños a la escuela, porque no tenían dinero para el uniforme, para los zapatos, para los útiles, y ahí fue cuando se fundó Becas, porque supimos que para el fin del año iban a salir muchos niños de primaria y no había inscripciones para secundaria, entonces se empezó a invitar a los papás a que mandaran a sus niños y que se les pagaba todo, y fue como empezó la ETI 49, porque los papás no estaban acostumbrados a más educación, nunca había habido otra escuela superior a la secundaria, no sé si por costumbre o por que los ponían a trabajar, pero no había inscripciones suficientes para abrir la escuela, ahí fue donde se empezó a ayudar a los niños.
¿En qué otras iniciativas se involucró?
Fui fundadora de la Asociación Femenil Vallartense, esa surgió porque empezaron a haber más problemas sociales que afectaban a la comunidad, y nosotras las mujeres siempre nos hemos opuesto a muchas cosas, no había centros nocturnos, el primero fue el Caballo Blanco por allá por los Muertos, y entonces nos empezamos a unir las señoras para estar un poquito unidas a la autoridad, o presionando un poquito a la autoridad para poder tener voz y voto, y empezar a arreglar cositas que no estábamos de acuerdo como sociedad, no es que no nos gustara, sino porque empezaban a hacer cosas que no eran afines al ambiente limpio del lugar, por ejemplo se tenían controladas a las señoras que tenían casas de citas, estaban controladas, estaban vigiladas, revisadas cada semana por los médicos, y eso controlaba un poquito la corrupción y el ambiente malo, como en todas partes había, por supuesto, pero había un control. Luchamos por varias cosas en la Asociación Femenil Vallartense, éramos muchas, cerca de 50 mujeres en Vallarta, íbamos a limpiar los ríos cuando llegaban las lluvias y arrastraba botes de plástico, papeles, basura, hojas, para que no se ensuciara el mar y no se contaminara, siempre hubo una causa buena.
Después fundamos el Club Rotario Puerto Vallarta Pitillal, trabajamos como 12 años, tuvimos varios apoyos entre ellos nos amueblaron el Asilo San Juan Diego, que por eso me retiré de los Rotarios, para dedicarme al asilo, duramos 9 años construyéndolo.
¿Lleva casi 70 años realizando actividades altruistas?
Pues siempre he estado en algo, me nace…
¿Satisfecha?
Muy contenta de mi vida, en todo, muy contenta con la comunidad, con lo que he hecho, no es una cosa extraordinaria, yo creo que es algo que todos debemos hacer, apoyar al que menos tiene, o ver la necesidad del lugar donde vives, yo todavía sigo preocupada por Vallarta, si no hay luz, hablo a las autoridades, si las calles están muy mal, yo les hablo directamente a las autoridades, cuando veo algo que no está bien, porque estoy preocupada siempre por el lugar.
¿Qué le duele de Vallarta?
Me duele que hoy en día hay mucha droga, me preocupa mucho, yo no salgo, pero sé de personas, de señores que me dicen que venden droga por aquí y por allá.
¿Qué es lo más urgente de arreglar en Vallarta?
El centro, Se abandonó mucho el centro, y el centro es el pueblito mágico que ha traído tantos turistas antes de que hubiera edificios y centros nocturnos, eso fue lo que enamoró a los extranjeros de Vallarta, eso fue lo que la Noche de la Iguana mostró al mundo, un pueblo puro, limpio, de tradiciones realmente mexicanas, de gente barriendo sus calles empedradas, de vendedores de pescado en remo, de lavanderas en el río, de muchas cosas hermosas para el turismo, y para nosotros también, la seguridad que había, porque dormíamos en la puerta de la casa, no había energía eléctrica, no había ventiladores, entonces abríamos las puertas sacábamos dos sillas de extensión y los niños adentrito sobre una cobija, en un tapete dormidos y con la puerta abierta y adormir un rato, siquiera hasta las dos o tres, y ya entraba uno a refrescarse, pero todas las noches las personas se sentaban a las puertas de sus casas para refrescarse, era seguridad, no había estos camiones que son un espanto, una contaminación espantosa de ruido y de smog… ciertamente que todos tenemos derecho a tener una mejor vida, pero yo digo, si los trabajos y el empleo viene por venir a Vallarta, no es por venir a conocer la colonia fulana y zutana, primero aquí, y claro que si hay dinero suficiente, pues allá también, o las dos partes, parte allá y parte aquí, con toda libertad puedo decir que me da tristeza que nuestro pueblo esté así, la ciudad de Puerto Vallarta, mucho progreso en otras partes, edificios, centros comerciales, y para acá se abandonó, y es que reciben muchas propinas las autoridades para dar los permisos que no se deben dar.