Tiempos de crisis

Red Interna / Por: Humberto Famanía Ortega

Debemos justificar nuestra existencia preguntándonos: ¿estamos listos para afrontar cualquier crisis?

Con frecuencia nos preguntamos cómo actuar ante situaciones de desastre. La verdad es que, en el momento crítico, nuestra mente suele confundirse, dificultando un razonamiento claro para resolver la emergencia.

El miedo nubla nuestro juicio. Muchas veces, nos paralizamos en medio de la adversidad, incapaces de tomar decisiones sensatas. Por eso, la preparación constante es clave: nos permite reaccionar con lógica y mantener el sentido de orientación, ya sea en casa, el trabajo o durante desplazamientos.

Los fenómenos naturales no obedecen órdenes humanas. Se intensifican cuando ignoramos su poder, invadiendo sus espacios: el cambio climático, incendios forestales, huracanes, sismos y tormentas severas son consecuencias de nuestra irresponsabilidad. Debemos prepararnos no solo para estas amenazas, sino también para las crisis que nosotros mismos generamos.

El tiempo apremia. Urge adoptar medidas para preservar nuestro hábitat en todos los aspectos. La cultura de prevención es la base para evitar tragedias. Las peores crisis —las creadas por la humanidad— las vemos a diario en los medios: guerras impulsadas por mentes perversas que priorizan el poder sobre la vida inocente, sacrificando miles en nombre de la ambición.

No podemos seguir tolerando estas fuerzas malignas. Se necesitan equilibrios globales que promuevan la armonía: prevenir epidemias, combatir el hambre y garantizar bienestar para todos. Mientras la tecnología avanza para mejorar la productividad, también se diseñan armas más letales. ¿Qué contradicción más grande en este planeta que llamamos hogar?

Las circunstancias empeoran por la falta de humanismo. Nos encaminamos hacia el desastre a una velocidad que pronto será incontrolable, como una caída sin red. Cavamos nuestra propia tumba cuando apoyamos a líderes que se disfrazan de salvadores pero siembran el caos. Identificarlos es fácil en este mundo convulso.

Estos son tiempos de reflexión. Debemos justificar nuestra existencia preguntándonos: ¿estamos listos para afrontar cualquier crisis? Gestionar una adversidad es un proceso que corrige impactos y minimiza daños. La elección es nuestra: actuar con conciencia o acelerar el precipicio.