Simplemente La Vida

Hoy estás cuidando a tu hijo, mañana como hijos estamos cuidando a nuestros padres que son a la vez niños

Planeta Luna

Por Consuelo Elipe

Hay momentos que parece abrirse una ventana en la vida que te muestra otra realidad, quizás LA REALIDAD.

Momentos de experiencias límite que, aunque sabemos que no son para siempre, nos hace ver todo a través de otra lente. Estar en un hospital por semanas y semanas, cuidando a un ser querido es una de esas situaciones.

Una situación que te pone en un observatorio del sentido de todo. Estamos curiosamente en la planta de maternidad. Unas vidas llegan y otras se van. El ciclo de la vida. Pero ves como pasas de estos dos momentos de una forma mucho más rápido de lo que sospechabas.

Horas interminables, días interminables en lo que observo a todos a mí alrededor. Veo parejas de padres jóvenes que vienen a tener sus bebés y se van con ellos en brazos, asustados, ilusionados, como se suele decir con la vida por delante.

Veo parejas de personas muy mayores esperando para consultas de todo tipo. Veo y oigo personas que llegan al final. Me doy cuenta que entre una cosa y otra hay un suspiro.

Hoy estás cuidando a tu hijo, mañana como hijos estamos cuidando a nuestros padres que son a la vez niños. Tan desvalidos como un recién nacido.

Gente súper joven a la que miro y pienso, aprovecha porque esto es tan efímero que te asustarías.

Hay una edad en la que la cabeza y cómo te sientes no tiene nada que ver con el aspecto. Llega un día en el que los demás te ven como una persona mayor, pero uno es incapaz de verse o ni siquiera imaginarse como somos, porque por dentro sigues siendo una joven llena de ganas de hacer cosas, planes, de viajar, con una lista interminable en el “bucket list” pero el tic tac suena incesante y el tiempo pasa a una velocidad de vértigo.

Quizás esto de la pandemia, de que nos estén arrancando los meses de vivir en libertad, de sentir que nos roban días todavía ha incrementado este vértigo y estas ganas de aprovechar la vida sabiendo que se va como el agua.

La salud y la enfermedad como dos caras de la misma moneda, la juventud y la vejez, la felicidad y el dolor más absoluto.

Eso de la vida es una tómbola, de la canción, tenía su razón de ser, porque no a todo el mundo le va igual aunque sí es cierto que comenzamos de la misma manera y acabar…acabamos en el mismo sitio, pero desde luego no todos de la misma forma.

No sabemos por qué la suerte sonríe a uno sí y a otros no. Parece que nada tiene que ver con ser bueno o malo. Lo del karma no me convence nada, y más cuando estás aquí dentro viendo cada una de las situaciones.

Si realmente fuera que el que hace bien, recibe cosas justas, sería estupendo, pero hay tantas veces que es totalmente lo contrario que no logro entender nada ni aceptar nada.

Ver a una de las personas que más quieres estar cerca del otro lado, te hace sentir un vértigo y un miedo que no se puede sentir de ninguna otra manera. El miedo de ver que la muerte es parte de la vida, miedo a tener la mala suerte de tener que sufrir para irte, de que no se puede elegir. Rabia de que esto tiene mucho de trampa, un juego en el que en realidad no haya ninguna oportunidad de ganar, alguien te pone en el tablero, te reparte las fichas y tienes que ir avanzando casillas sabiendo que no hay ganadores.

Disfrutar del viaje. Vivir al máximo. Claro, ¿quién diría o tendría en proyecto hacer lo contrario? Haremos lo que podamos y lo que nuestro destino nos deje.