Salvaguarda del patrimonio
La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia
El pasado 25 de julio presenté el trabajo “Esfuerzos de salvaguarda al patrimonio arquitectónico en el Centro de Puerto Vallarta” como parte de las actividades del Capítulo Costa Norte de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco (BSGEEJ).
El objetivo fue mostrar múltiples esfuerzos desplegados durante décadas para la protección patrimonial edificada nombrando iniciativas gubernamentales y sociales, algunas bajo la figura de normas y otras en la modalidad de planes.
Así, fueron enumerados desafíos para la gestión del patrimonio, en particular tras la imposición de un modelo de turismo masivo, seducido por los logros económicos, pero poco afecto al mantenimiento de las herencias arquitectónicas. Para concluir, se esbozaron algunos caminos para darle vida a una gestión patrimonial con ciertos niveles de eficacia.
Si bien en Puerto Vallarta no disponemos de un patrimonio cultural al nivel de los estándares mundiales, se logró consolidar una fisonomía respetable revelada en sus atributos de conjunto y que fue incorporada dentro de su cartera de atractivos. Al menos seis códigos arquitectónicos pueden ser reconocidos en el tejido vallartense: vernáculo, serrano, funcionalista, Vallarta, del turismo y contemporáneo.
Estos elementos arquitectónicos contribuyeron en la formación de la identidad local siendo un factor de diferenciación turística, contando con un activo que no disponen sus competidores como Cancún o Los Cabos. Sin embargo, con la evolución como destino fue mermándose la presencia de fincas valiosas, particularmente con el cambio de uso de suelo que pasó de habitacional a comercial y de servicios.
Por lo menos 15 esfuerzos de salvaguarda patrimonial fueron detectados, desde el primero ocurrido en 1987 cuando el Patronato Pro Arte documentó los atributos de la arquitectura vallartense, proponiendo un documento pionero denominado “Reglamento de Protección de la Imagen Visual” hasta la “Fachada vallartense”, proyecto impulsado por el actual Ayuntamiento para hacer valer lo establecido en el “Reglamento de Imagen Visual e Identidad”, en particular en lo relativo a la imagen exterior de las fincas.
Una nota positiva es que parece haber consenso comunitario acerca del valor de la arquitectura tradicional vallartense y que su presencia forma parte de nuestra identidad. Pero ante la vasta narrativa de trabajos patrimoniales queda la sensación de fracaso o desasosiego ante la pérdida constante del patrimonio arquitectónico en el puerto.
Una debilidad parece radicar en la escasa capacidad para conciliar los diferentes intereses al no definirse con claridad cuál es la agenda institucional y carecer de mecanismos de acción comunicativa entre actores.
Ante el desinterés del Estado para regular los intereses privados y colectivos (tendencia común en la sociedad contemporánea), se presenta un área de oportunidad para que las políticas públicas incorporen mecanismos institucionales de salvaguarda y promoción del patrimonio cultural en general, y arquitectónico en particular. Ojalá que puedan germinar y dar frutos abundantes a la comunidad vallartense y a quienes nos honran con el placer de su compañía.