Saber cerrar etapas y abrir otras
Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza
Hagamos de la jubilación un lugar especial para terminar esa actividad inconclusa, esos sueños no realizados y esas aventuras anheladas… con paz interior y hasta con algo de picardía.
— J. Cabral
A menudo vivimos situaciones que nos desconciertan un poco respecto a qué hacer; es decir, si dejamos terminado el proceso, esperamos a que alguien más lo concluya, lo ignoramos por completo o hacemos un cierre digno al respecto. Parece sencillo el dilema, pero cuando se trata de procesos de vida que son largos y sumamente relevantes para nosotros —y, con frecuencia, para los seres queridos—, la cosa se complica un poco.
Todos, incluso desde edades tempranas, debemos aprender sobre estos cierres y la continuidad en otros procesos, pues, al final de todo, realmente cuando llega el final es con la propia muerte. Mientras tanto, hay vida, esperanza y muchas experiencias que se pueden ir sumando a la vida misma.
Pongamos por ejemplo a los deportistas de alto rendimiento, cuyo ciclo en el deporte —considerando que no tengan lesiones físicas significativas— puede variar entre ocho y veintitrés años o más. Sin embargo, cuando vemos esas tristes ruedas de prensa o anuncios del retiro del ídolo deportivo, suele ser en un clima de abierta franqueza y reconocimiento de que el cuerpo ya no responde a lo que la mente desea. Por lo tanto, para evitar lesiones o la sensación de defraudar a su gente, optan por retirarse.
Otros no aceptan esta condición y argumentan que pueden vencer al dios “Cronos” y aguantarán lo más posible, aunque los resultados ya evidencien una falta de rendimiento y pericia que en otros tiempos sobraban. Ejemplos hay muchos, pero queda claro el punto que deseo señalar.
Ahora bien, haciendo una similitud con dichos deportistas, en el caso de llegar a una edad en la que ya consideramos jubilarnos pueden aparecer muchos fantasmas persecutorios. Algunos de ellos son: ¿Ahora qué haré? ¿Me aceptará mi familia? ¿En qué voy a emplear mi tiempo libre? Esas y más preguntas pueden perseguirnos un tiempo.
Pues bien, aunque no es un recetario de cocina, les sugiero pensar en algunas de las siguientes alternativas para cuando llegue ese día:
¿Qué estoy haciendo para planear mi futuro y no depender de nadie en lo económico o médico?
¿He hablado de mi retiro con mis seres queridos? Quizá ellos tengan una visión o punto que no he considerado para hacerlo de mejor manera.
¿He sido honesto conmigo mismo sobre mi condición de salud, situación económica y actividades que deseo realizar?
En caso necesario, ¿he preparado mi reemplazo en el puesto o función que dejo?
No menos importante: ¿he logrado mantener un grupo de amistades honestas, confiables y leales para acompañarnos en la transición a otras actividades? ¿He preparado actividades diversas e integrales para mantenerme activo, acorde a mi condición física, motriz y psicológica en general?
Muchas veces vemos ese horizonte muy lejano, como algo que solo les ocurre a otras personas, pero olvidamos que el tiempo es implacable con nosotros. Es momento de actuar para tener mejores elementos de apoyo y que la vida no nos sorprenda desprevenidos, ¿no cree usted?
Dedico estas líneas a las personas que ya estamos viendo un horizonte factible de retiro laboral o de actividad física vigorosa, en especial a mi amigo Panchito, con quien siempre sostengo charlas muy amenas sobre estos y otros temas.