Retos en un nuevo periodo

La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia.

Puerto Vallarta y su gente merecen ser gobernados con dignidad

Estamos a unos días que concluya la administración municipal que encabezó Luis Alberto Michel en una primera etapa y José Martínez en el interinato. Los últimos tres años han sido un desastre por la incapacidad, improvisación y expoliación aplicada por quienes condujeron al Ayuntamiento, imponiéndose los intereses individuales antes que el bien comunitario. El primer gobierno de Morena debería ser recordado como algo que nunca deberíamos repetir.

Con la llegada del equipo lidereado por Luis Ernesto Munguía se abre una nueva etapa para la recomposición de la práctica de gobierno. La oportunidad para refrescar la política es proporcional a la necesidad por volver al camino de la eficacia y la sensatez en los asuntos públicos, debiendo atender lo que cualquier autoridad está obligada: seguridad, recolección de basura y provisión de servicios básicos, todo en un marco de transparencia y honestidad.

Pero en el horizonte emergen retos que deben ser atendidos. El primero, es la importancia de la gestión metropolitana en la Bahía de Banderas. Puerto Vallarta no puede verse como un jugador solitario, requiere a su contraparte nayarita para hacer frente a los desafíos regionales y viceversa. Se dispone de una estructura de gobernanza apoyada en la Comisión de Ordenamiento Metropolitana (COM), el Consejo Consultivo y el Instituto Metropolitano de la Bahía (IMBA); en el papel, debería funcionar pero no está sucediendo. Atender la movilidad regional es una prioridad y para ello, es vital la construcción del puente Federación o el paso a desnivel de Las Juntas, que de no lograrse en el corto plazo, pondrá en entredicho la viabilidad del destino comprometiendo las condiciones de vida.

El segundo tema pasa por balancear el crecimiento con la prosperidad ciudadana. Hemos sido testigos de la gran expansión territorial alentada por la demanda inmobiliaria pero hay pocos ganadores y queda una gran estela de consecuencias como el incremento en el costo de la tierra y la vivienda, la debilidad en los servicios públicos y la ineficacia para desplazarnos por la ciudad. Es urgente aplicar la normativa urbanística y ambiental evitando caer en la trampa de acomodarla a discreción para facilitar la “inversión”.

El tercer gran desafío es preservar el patrimonio natural y cultural en Puerto Vallarta, dimensiones muy afectadas por el modelo turístico donde “más” parece ser sinónimo de “mejor”. Cada día presenciamos la pérdida de cobertura vegetal generada por el aprovechamiento del suelo para emprendimientos así como el debilitamiento de la identidad vallartense que prefiere la ganancia de corto plazo que la salvaguarda de los elementos que nos constituyen. Un ejemplo lo tuvimos en la Plaza de Armas, donde el gobierno saliente permitió que se convirtiera en un merendero y no en un espacio cívico.

Al gobierno que se va le deseamos que no vuelva. Y al que llega, le pedimos que atienda con seriedad la administración pública para que retorne la eficacia en el acto de gobierno, tarea que de ser cubierta, será la mejor carta de presentación para otros retos que pretendan atender en el futuro. Puerto Vallarta y su gente merecen ser gobernados con dignidad por quienes les toca administrar temporalmente sus recursos y potencialidades.