Para cuidar a tu empresa, no confíes de más ni en tu sombra

Empresa Familiar / Por C.P.C. y M.I José Mario Rizo

Las empresas familiares que se mantienen por generaciones no se dejan engañar por lo efímero

Todo negocio implica riesgos: la gestión empresarial puede brindarte una estrategia para manejarlos prudentemente.

El valor es una virtud solo en la medida en que está dirigido por la prudencia”. François Fénelon

En 1929, David Rockefeller estuvo preparado para enfrentar la Gran Depresión de la economía norteamericana. ¿Cómo pudo adivinar la catástrofe? En ese momento crucial definió una de sus máximas: “Si hasta el inexperto invierte, yo vendo todo”, dando a entender que todos, incluso personas “de a pie”, hablaban de poner su dinero en la bolsa de valores; más tarde, esa excesiva confianza resultó en la ruina de miles de personas. La perspicacia de Rockefeller puede entenderse mejor desde la perspectiva de la siguiente fábula de Esopo:

Érase una vez un lobo que, al atardecer, deambulaba por una montaña. Con la puesta del sol, el lobo observó su sombra alargada y pensó: “Sin duda soy un animal impresionante, creo que ningún otro en todo el reino se atrevería a enfrentarme”. El lobo estaba tan entusiasmado y sumido en su ego que no vio a un león que se aproximaba hasta que fue muy tarde y no pudo escapar.

Si bien es cierto que en el mundo de los negocios siempre hay riesgos, quienes lideran a una empresa familiar deben estar atentos para distinguir los espejismos que podrían conducirlos a un desastre.

¿Cómo crear valor evitando el riesgo?

Vivimos una época donde la innovación en los negocios se da a un ritmo frenético y las empresas necesitan ajustar su funcionamiento de manera constante para dar continuidad a su éxito. Podría pensarse, entonces, que la prudencia es algo imposible para una organización en este contexto vertiginoso. La respuesta a esta encrucijada es dar seguridad al trabajo de una compañía desde la gestión.

Históricamente se ha hablado de que las empresas familiares corren menos riesgos que otro tipo de organizaciones. Lo importante para el líder de una empresa es llevar a la realidad ese esquema, es decir, entender la forma en que su compañía puede conducirse con una estrategia que privilegie la inversión a largo plazo.

Las empresas familiares que se mantienen por generaciones hacen lo contrario que el lobo de la historia: no se dejan engañar por lo efímero. No caen ante la tentación de ganancias rápidas que más adelante crearán un problema de inversión. En cambio, este tipo de organizaciones privilegia la reinversión, con un esquema donde los beneficios son tangibles en un largo plazo, pero son constantes y seguros. Igualmente, evitan el endeudamiento que produce muchas veces una gestión más ambiciosa: se trata de mantener el núcleo de inversionistas dentro de la familia.

La convicción del equipo

¿Por qué entonces no todas las empresas familiares pueden lograr con éxito ese sistema de trabajo? Tener la visión de que la organización es más que una simple empresa y significa el patrimonio no de una o varias personas, sino el de varias generaciones, implica también una labor de comunicación y convencimiento: solamente cuando todos los integrantes de la familia empresaria están en sintonía y alineados bajo los mismos objetivos y valores es que se podrá hacer válida esta fortaleza.

Comunicar, en este contexto, implica alcanzar acuerdos, hacer comprensibles los beneficios de la forma de invertir y de lograr beneficios como familia y empresa a cada uno de los colaboradores y accionistas que son parte de nuestro núcleo familiar. El convencimiento llegará por añadidura, viene de la mano con la identidad que cada integrante tiene con el trabajo de la empresa. En este camino es de vital importancia la conformación de un gobierno corporativo y la implementación de un consejo de administración con consejeros independientes que escuche los diferentes puntos de vista, sume talentos y, justamente, provea a la organización de esa visión común que es la piedra angular de la estabilidad.

Cuando Rockefeller consideró esta prudencia sobre la inversión parte de sus hábitos, lo hizo pensando en las burbujas de inversión que terminan produciendo grandes crisis económicas. El peligro de la inversión no solo está en la bolsa de valores, sino en cada una de las decisiones en las que está en juego el patrimonio de tu empresa y tu familia.  La prudencia es una cualidad que permite actuar de la manera más adecuada dentro de lo posible para evitar cualquier tipo de daños y contratiempos innecesarios.