Marvel se repite a sí mismo en Thor: Ragnarok
Por: Sebastián Hernández
Todo aquel que compra un boleto para ver una película de superhéroes, sabe lo que encontrará en la pantalla: una historia cargada de humor, un personaje indestructible, un villano que desea aniquilar todo a su paso, y una gran lista de efectos especiales y personajes creados por computadora.
Ya otras entregas del universo cinematográfico de Marvel han demostrado que estos elementos funcionan cuando se usan con balance; los mejores ejemplos que recuerdo para ejemplificar esto, son las cintas de Los Vengadores (2012) y Guardianes de la Galaxia (2014), cada una con su propio estilo y aun así, no rompen con estas características.
Thor: Ragnarok es sólo la muestra del intento fallido que es querer emular fórmulas pasadas sin pensar en el contenido de la película por sí sola (lo cual curiosamente es lo que el director presume que haber hecho).
La historia gira entorno a Thor, el dios del trueno, quien después de ser tomado por prisionero y obligado a luchar contra Hulk en un planeta gobernado por un maniático, deberá detener a Hela, la diosa de la muerte, la cual busca destruir por completo su natal Asgard según anunciaba una antigua profecía.
Esta tercera cinta sobre el dios nórdico es tal vez la más artificiosa de todas. A lo largo del filme se introducen tres nuevos personajes, uno en particular, Skurge, queda sobrando bastante; y el conflicto es impuesto por dos antagonistas, Hela (quien se supone es la principal, pero solo se vuelve un poco interesante al final), y Surtur (el más interesante, y sin embargo al que menos tiempo en pantalla le fue concedido).
Este es un caso de una película que tuvo todo para sorprendernos (los escenarios son atractivos, hay momentos de acción que resultan entretenidos, y se puede apreciar la intención del tono narrativo y estético que se buscó para esta cinta) y volvió a traernos lo mismo que ya hemos visto en repetidas ocasiones.
A nivel visual es bastante interesante, y casi en cada cuadro hay muchos elementos que atrapan al ojo, se siente como un universo real; la historia no es aburrida, y definitivamente no es insufrible como Los Vengadores: Era de Ultron (2015), así que si uno va sólo para comer palomitas y ver cine de acción podrá pasar un buen rato.