Los acontecimientos recientes

La importancia que dio el presidente en su discurso al tema de la corrupción como la causa de todos los males, no fue bien vista por la oposición en México porque va en contra de los principios del neoliberalismo

Javier Orozco Alvarado  

Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.

La semana pasada estuvo llena de importantes acontecimientos noticiosos para la opinión pública de nuestro país. En primer lugar, porque el pasado día nueve de noviembre estuvo el presidente Andrés Manuel en la ONU y porque después de tan emotivo discurso en la sede de ese organismo se vio en la necesidad de sustituir al encargado de la UFI (Unidad de Inteligencia Financiera).  Y, en segundo lugar,  porque en esa semana el presidente se convirtió en la comidilla de políticos e intelectuales orgánicos ligados a las oligarquías por no haber asistido a las reuniones cumbre del COP-26 y el G-20.

Por principio de cuentas, es muy cierto que a esas dos reuniones cumbre asisten principalmente todos los jefes de Estado y que es ahí donde se atienden temas que tienen que ver con el cambio climático del planeta y con las estrategias económicas y financieras para el desarrollo económico mundial.

Aunque algunos críticos de la oposición cuestionaron la decisión del presidente de asistir a la reunión cumbre del Consejo de Seguridad de la ONU antes que a la del club de los países ricos; lo cierto es que cada quien tiene un enfoque distintos sobre cuál de los foros es el más importante o en cuál de ellos se puede tener mayor impacto para atender los asuntos de interés universal.

Desde mi punto de vista, las asambleas de la ONU tienen un mayor impacto global, porque ese organismo representa el gobierno o el Estado mundial. Y así como para los Estados Unidos, Europa o cualquier otra potencia del mundo, el tema de la seguridad es fundamental para mantener la estabilidad económica,  política y social; es lo mismo que ocurre con el Consejo de Seguridad, que es el organismo responsable de la estabilidad y el equilibrio en el mundo.

La importancia que dio el presidente en su discurso al tema de la corrupción como la causa de todos los males, no fue bien vista por la oposición en México porque  va en contra de los principios del neoliberalismo, que es dejar hacer-dejar pasar (laissez faire-laissez paseer). Sobre todo, porque el presidente Andrés Manuel hizo énfasis en que permitir la privatización de los bienes de una nación es corrupción, porque el saqueo indiscriminado de los recursos ambientales de un país es corrupción, porque facilitar la explotación y el empobrecimiento de los trabajadores es corrupción, porque privilegiar la salud de unos cuantos es corrupción, porque permitir la usura bancaria y financiera es corrupción, porque permitir la explotación de los recursos naturales y el daño ambiental es corrupción.

Por eso, para el presidente Andrés Manuel era más importante asistir a un foro como la ONU, aprovechando que México fue invitado por 187 países de 193 para presidir por dos años el Consejo de Seguridad, el Foro más importante de ese organismo encargado de mantener la paz y la seguridad internacional.  Y mientras siga existiendo la corrupción la COP-26 es un foro que, en lo que lleva de existencia, no ha hecho gran cosa por resolver el fenómeno del cambio climático ni mejorar las prácticas en la explotación de los recursos naturales.

Mientras el G-20 no atienda el fenómeno de la marginación y la pobreza en el mundo seguirán existiendo la desigualdad y los conflicto entre individuos y entre naciones, porque de ellos depende el financiamiento para el desarrollo económico y sectorial en el mundo.  Como lo señaló acertadamente el presidente de México, la paz se logra con justicia, equidad y fraternidad.

Aunque los adversarios del presidente sostienen que la solución del hambre y la pobreza es un asunto que individualmente tiene que resolver cada país, México recomienda impulsar un programa mundial para La fraternidad y bienestar en el mundo, en el que los hombres más ricos del mundo hagan aportaciones altruistas y los países miembros de la ONU aporten el 0.2% del PIB para apoyar directamente a los más pobres del planeta.  Sobre todo porque con la pandemia se incrementó el número de pobres en 220 millones y actualmente 750 millones de personas en el mundo viven con menos de dos dólares al día. 

En verdad, paliar la pobreza y las desigualdades en una manera de mantener la paz en el mundo; pero sobre todo, practicar la austeridad como lo viene pregonando el presidente por respeto a los más pobres es algo que puede ser cuestionado y no, pero que daña mucho lo imagen de un gobierno que recomienda la medianía.

Por eso, ese fue otro de los escándalos de la semana pasada, en la que Santiago Nieto fue removido de su cargo porque con motivo de su boda no logró sujetarse o ser congruente con los slogans del presidente. Cuestionable o no su boda, lo cierto es que la UFI perdió un elemento con un extraordinario perfil técnico y su lugar lo viene a ocupar Pablo Gómez; un personaje con un perfil más político que técnico y con quien no sabemos si gana o pierde la delincuencia organizada o la delincuencia de cuello blanco.