Las minas de Miravalle

Imaginario Regional / Mitos, Leyendas y creencias en los pueblos de la bahía de Banderas / Eduardo Gómez Encarnación

Descubriéronse en este año (1543) las minas del Espíritu Santo en términos de Compostela, casi milagrosamente; porque habiendo muerto el capitán Pedro Ruiz de Haro, uno de los conquistadores y pobladores de aquella ciudad, quedó su mujer, que se llamaba Leonor Arias, con sus tres hijas, y tan pobre, que se vio forzada a retirarse a un rancho que tenían, que llamaban Miravalles, donde vivían en una choza miserablemente y con mucha pobreza. Pero madre e hijas tan ricas y adornadas de virtudes, como se vio en el premio que Dios les dio, porque además de ser muy siervas suyas, eran muy nobles, por ser Pedro Ruiz de Haro de la casa de los Guzmanes, y primo del Marqués de Toral.

Estando pues, una tarde, madre e hijas laborando a la puerta de su casa, llegó un indio, y habiéndoles saludado, dijo:

  • Señora, ¿tenéis una tortilla que darme por amor de Dios?

Y Leonor Arias respondió:

  • Siéntate hijo, y descansa, que sí habrá.

Y luego mandó a una de las hijas que moliese un poco de maíz y a otra un poco de chile, con que comió el indio. Y habiendo acabado dijo:

  • Dios te lo pague, señora, y ten confianza en Dios, que te ha de dar tanto oro y plata, que te sobre muchos millares. Yo, te daré una mina de donde la saques: pasado mañana volveré con los metales.

Hizo el indio lo prometido. Y ellas, fueron moliendo los metales en unas piedras y, fundiéndolos, sacaron tejos en tanta cantidad, que en breve hicieron  riqueza. Y extrajeron tanto oro y tanta plata que, después de cinco años, casaron las tres hijas con los tres mayores caballeros que había en Compostela: una, casó con Manuel Fernández de Híjar, otra, con Don Álvaro de Tovar: la tercera, con Don Álvaro de Bracamonte. A cada una le dio cien mil pesos de dote.

Y fueron las minas en tan en aumento, que por ellas se puso caja Real en la Ciudad de Compostela y vinieron por oficiales reales, Pedro Gómez de Contreras que fue tesorero, y Diego Díaz Navarrete por contador. Y luego de algunos años, se puso Audiencia Real de Cuatro Oidores, Alcaldes Mayores, y era tanta la plata que de aquellas minas se sacaba, que se llevaban recuas cargadas a México, de la misma manera que ahora se lleva la sal y el pescado”. (Fray Antonio Tello Crónica Miscelánea).

Pero la riqueza que suele cambiar la condición humana, mudó al parecer las virtudes de Doña Leonor y su descendencia. En 1571, Doña Leonor Arias, que ambicionaba la estancia de cacao de Juan Sánchez, a espaldas del Cerro Vallejo, tuvo problemas con la Santa Inquisición. Fue acusada de judía, y se le dictaminó hereje.

Diez años después, su hija, Doña Francisca Arias, cebó por vanidad un cerdo del tamaño de un buey, del que Fray Pedro del Monte expulsó siete legiones de demonios. Y la misma hacienda de Milpa de Miravalle, fue ”abrasada con fuego del cielo” como castigo divino al desenfreno en que vivieron algunos de sus dueños.

Glosario:

Términos: Límites.

Laborando: Trabajando.

Mayores Caballeros: Hombres importantes.

Mudó: Cambió

La gallina con pollitos.

En su obra Leyendas de la Parroquia de San Sebastián del Oeste, el Padre Gabriel Pulido Sendis, anota:

“En el paraje llamado El Camichín Oscuro, se aparece una gallina con pollos, todos de oro, se les persigue, pero ellos no se dejan agarrar.”

Esta creencia, extendida por todos los pueblos de la región, pudo haberse originado en el obsequio que Doña Leonor Arias hiciera al Rey Carlos V, en el siglo XVI. J. Longino Ramírez, quien dice haber tomado los datos de un manuscrito que tuvo a la vista en el Archivo Parroquial de Compostela, relata:

“Doña Leonor Arias mandó a hacer en Compostela, un chiquihuite tejido con tiras de plata, estiradas a martillo, virutas del mismo metal, y una gallina sobre doce huevos de oro puro. La espléndida joya fue enviada al Emperador Español, quien correspondió concediendo el título de Excelentísima Condesa de Miravalle a Doña Leonor Arias.”

Doña Leonor Arias, dueña de las minas de Miravalle, quizás hizo este regalo al rey, pero no tuvo el título de Condesa. Como lo hace constar Don Salvador Gutiérrez, Cronista de Compostela, tal distinción nobiliaria fue concedida en 1690 S. M. Carlos II, a Don Alonso Dávalos Bracamonte, descendiente de Doña Leonor. La gallina con pollitos de oro estuvo asociada al demonio, a los tesoros enterrados, y al pecado corrosivo de la envidia.