Las Figuras de “En Busca de la Razón”

Voceros Incansables / Por Félix Fernando Baños

La entrega anterior de “Voceros Incansables” se refirió a esta obra del arquitecto Sergio Bustamante, uno de los artistas mexicanos surrealistas más conocidos en la actualidad. Pero, siendo el primer conjunto escultórico descrito de esta corriente, de los tres que tenemos en el Malecón, nos permitió dar algunas pinceladas sobre el surrealismo, su origen, su importancia en nuestro país y los nombres de sus cultivadoras más famosas, Frida Kahlo, Leonora Carrington y Remedios Varo. Casi para terminar el artículo, se comentó que “las ropas talares y las cabezas de las tres figuras de “En Busca de la Razón” evocan fuertemente las fantasías medievales” de la última pintora mencionada.

En efecto, la primera figura, anclada directamente en el pavimento, viste una amplia casulla rozagante, que le cubre hasta la mitad de los brazos extendidos horizontalmente casi en cruz, cuyas manos tienen las palmas abiertas y vueltas hacia arriba. La figura alza la pierna izquierda como para subir un escalón, por lo que está al aire su pie izquierdo, descalzo igual que el derecho, asentado con firmeza en el suelo. La cabeza se transforma en un cojín liso con forma de triángulo equilátero, penetrando uno de sus ángulos, a manera de cuello, en la abertura de la casulla, mientras que en su superficie superior aparecen los rasgos faciales, entre la frente y la barbilla apenas insinuados: ojos entornados bajo las cejas dilatadas, nariz recta y boca abierta en prolongado bostezo, que deja ver la dentadura y la lengua.

Las proporciones del cuerpo son las habituales, pero la cabeza representa aproximadamente la cuarta parte de la altura total, y su anchura llega a la mitad de ambos brazos. Se confirma, pues, la presencia de un ser cuya procedencia onírica ya lo habían manifestado la alteración de la cabeza y la extraña vestimenta.

Como esta figura simplemente se colocó sobre el Malecón en el año 2000, sin anclarla, el ciclón Kenna la arrastró el 25 de octubre de 2002, golpeándola y haciéndola perder ambas manos en sus tumbos. No se la encontró tras el saqueo padecido por esa parte del frente marítimo de Puerto Vallarta, antes de que llegara el ejército a imponer el orden. Incluso se creyó que se había hundido en la bahía. Pero en realidad un chofer de trascabo se la había robado para despedazarla y venderla por kilos. Afortunadamente se la pudo rescatar a tiempo.

El conjunto escultórico lo completa una escalera de acero con veintinueve peldaños, por cuyo larguero derecho ascienden en raudo vuelo dos figuras de bronce, que se asen  con la mano izquierda a los peldaños veintiuno y veintinueve. Anillas de acero, puestas alrededor de las muñecas, refuerzan el anclaje de las figuras, que visten ropa talar sin mangas, tienen asimismo cabezas en forma de cojines triangulares, están descalzas y saludan al poniente con el brazo derecho extendido y la mano abierta. La figura inferior casi pisa el peldaño quince. fbanoslopez80@gmail.com