La importancia de tener una familia unida

Consejos de una Bisabuelita Moderna / Por un México mejor

Un diálogo reflexivo entre amigos sobre el valor de la familia

El bromista inició la plática con sus amigos:

—Mi abuelita, que vio con tanta desesperación el comportamiento de los vacacionistas, dijo: “¿Dónde va a terminar este enigmático planeta Tierra con tanta degeneración? Mira aquel señor… ¡Yo conozco a su esposa, y la dejó en su casa diciéndole que tenía que salir por cuestiones de trabajo! Y se vino de vacaciones con su secretaria… ¡Jamás te comportes como ellos!” —Me lo dijo con los ojos llenos de lágrimas… Al verla así, me dieron ganas de llorar también. Y le contesté: “¡Te prometo que jamás lo haré!”. Entonces me acarició con mucho amor y añadió: “Sólo nunca pierdas tu hermosa sonrisa”.

Con sus clásicos gestos, el bromista provocó que todos rieran a carcajadas.

El joven sin pelo comentó:

—¡Tiene toda la razón! Parece que ya se hizo costumbre tener hijos con quien sea… ¡Si no es que los abortan! Y casi nadie se quiere casar… ¡Viven peor que animales! Porque, de hecho, muchos animalitos, cuando encuentran a su pareja, es para toda la vida. Incluso, poco después de la muerte de su compañero, mueren de tristeza…

Todos asintieron con tristeza:

—¡Cierto!

La hermosa joven intervino:

—Gracias a Dios, nuestras familias son muy unidas y felices. Nos acompañan hasta con nuestros amigos de las colonias lejanas.

Otro joven agregó:

—Y al ver “La importancia de tener una familia unida”, hasta se quisieron casar después de observar cómo se comportaban nuestros padres y abuelitos con todos ellos.

Todos gritaron felices:

—¡Cierto!

Otra joven añadió:

—¿Se fijaron cómo, después del matrimonio, las familias se hicieron más unidas y estables? Los adultos se volvieron más responsables, y los niños crecieron en un ambiente más sano y seguro para su estabilidad emocional y física. Eso trajo como consecuencia el renacimiento de esas grandes colonias, y que se unieran las dos, a pesar de la distancia.

El bromista, con sus clásicos gestos, saltó al centro y gritó:

—¡Cierto!

Todos se asustaron y luego rieron.

La hermosa joven dijo:

—No dejo de agradecer a Dios por las hermosas familias tan unidas en las que nos tocó nacer.

Todos exclamaron:

—¡Cierto!

El joven sin pelo advirtió con seriedad:

—¡Cuidado! Actualmente, parece que las nuevas generaciones no le dan la importancia que merece la familia. Poco a poco, el egoísmo y la envidia ganan terreno a pasos agigantados, con el pretexto de que “sólo se vive una vez”. El ser humano prioriza su bienestar personal sobre el familiar. Los padres buscan felicidad fuera del hogar; las madres prefieren trabajar para tener más dinero y placer con sus amigos… ¡Dejando a sus hijos al cuidado de extraños! Así, los niños se sienten abandonados en un ambiente frívolo y materialista. “Una semilla sembrada en tierra hostil nunca dará buen fruto”. ¡Recuerden: la familia es la base de una civilización estable! No la destruyan, porque significaría… “el fin de la humanidad”.

Dedicado a mis ángeles terrenales del “Grupo Canica”.

Cariñosamente,

Su bisabuelita Ana I.