Hablemos de recordar
Educación y parentalidad / Jesús Cabral Araiza
“Mientras que el recuerdo de algunos queridos amigos viva en mi corazón, diré que la vida es buena.” Helen Keller
Es muy posible que en la medida que vamos creciendo, nuestras interacciones personales y las experiencias que vamos acumulando socialmente, hacen que la gente asociada a dichas experiencias, cobren un significado especial, ya sea para bien o no tanto.
Nuestros recuerdos no necesariamente corresponden a lo que pasó en dichas interacciones, pero sí corresponden a lo que en su momento nos hizo sentir y lo evocamos. Así, si narramos la experiencia de un pariente en nuestra infancia, a alguien más que convivio con este, puede ser que nos “corrija la plana”, pues los recuerdos para mí y que son muy subjetivos y personales, no necesariamente corresponderán a los de mi interlocutor. Narrando muchas veces otros hechos incluso borrados por mi psiquismo.
Luego entonces, surgen algunas preguntas tales como, ¿por qué lo recuerdo así y no de otra manera? ¿Por qué me es tan difícil recordar que sucedió exactamente? ¿Por qué tiendo a romantizar el recuerdo o a repudiarlo sin razón aparente? Pues bien, justamente nuestra memoria de corto mediano y largo plazo funciona de manera selectiva y subjetiva, claro es que de igual manera existe objetividad en el recuerdo, pero suele ser más preciso y tenemos un apoyo a los sentidos, sea visual, auditivo, táctil, olfativo o uno que precisamente nos haga revivir la experiencia pasada.
Ahora bien, en el caso particular de extrañar a alguien, los recuerdos precisamente están asociados a las experiencias vividas con ese alguien, y dependiendo de lo que deseemos recordar y como lo deseemos recordar, además de aspectos como el tiempo que ha pasado y la edad y madurez cognitiva que teníamos, harán depender la vivencia del recuerdo o la precisión del mismo.
Las personas que en un tiempo pasado amamos y fueron altamente significativas para nosotros, serán recordadas y hasta idolatradas por nosotros en la medida que nos quedamos con dichos recuerdos, pero suelen confundirnos cuando esos recuerdos son compartidos, y alguien más tiene una versión muy diferente o incluso opuesta a la nuestra, pues nos hace cuestionarnos por qué recordamos lo que recordamos de tal o cual manera.
Recientemente, en el caso de las acusaciones que pesan sobre cierto líder religioso de la Ciudad de Guadalajara, los seguidores argumentan hasta más fe en él, señalando que todos sus recuerdos son gratos. Observando entonces que los fanatismos del tipo que sean, pueden distorsionar no solo la realidad, también los recuerdos que se vivieran y las historias o experiencias de otros sobre el particular, descalificadas.
Si bien hay algo de verdad en la frase, “recordar es vivir” igual es cierto él, “vive el presente a plenitud y con bien”. Espero que la siguiente oportunidad que tenga, trate de ser objetivo-subjetivo en un justo medio para el que los apasionamientos cognitivos le permitan aceptar que no necesariamente sus recuerdos corresponden para todos los que recuerdan los hechos, y no queda de otra más que aceptar ese hecho. Construya buenas realidades para que pueda tener buenos recuerdos de usted y los suyos. Pase feliz día.