Examen de conciencia

Humberto Famanía Ortega/ Red Interna

La vocación natural de este paraíso fue lo que a llamo la atención al turismo

He estado analizando con detenimiento las declaraciones de los diferentes aspirantes a los puestos de elección popular, tanto de las diputaciones federales y estatales de este distrito electoral V y de la presidencia municipal de Puerto Vallarta Jalisco. Hasta este momento veo muy poca imaginación, y una irreal percepción de lo que acontece con la población en general.

No se vale hacer leña de las administraciones pasadas, sabemos que la responsabilidad de lo que está pasando se remonta a muchos años atrás, desde el momento que nunca ha existido una planeación integral, basta con analizar rezagos y potencialidades.

No se necesita ser un buen economista ni buen político para poder apreciar todas aquellas acciones negativas que han hecho que nuestro destino turístico sea depredado, por la voracidad de algunos funcionarios y empresarios, les ha importado poco la infraestructura de nuestro municipio.

La vocación natural de este paraíso fue lo que a llamo la atención al turismo internacional y nacional, por su clima y belleza, las fachadas de sus casas blancas y tejas rojas, empedrados en sus calles rectas y empinadas, pero sobre todo, la amabilidad de sus habitantes. El privilegio de estar ubicados en una de las bahías más grandes y bellas del mundo, además de su riqueza natural, merece la denominación de origen; bahía de abrigo marítimo ante las tempestades y huracanas.

No vamos a nombrar culpables, porque si de eso se trata, nosotros mismos tenemos la responsabilidad de haber admitido malos gobiernos y no haber hecho respetar nuestras reglas internas. Quizá por apatía o por ser cómplices de los depredadores económicos, y de las autoridades que otorgaron permisos a diestra y siniestra para la construcción de edificaciones, muchas de estas no cumpliendo con las especificaciones especificas pasándose por el arco del triunfo los usos de suelo, por eso se logró la anarquía en esta maravillosa población.

Fue sin lugar a dudas, fuente de inspiración de muchos poetas y compositores que en sus notas describían a este bello rincón  paradisiaco como lugar de privilegio, convirtiéndola en tierra de promisión. Hoy en día poco a poco nos la estamos acabando, olvidándonos del legado grandioso que nos legaron nuestros antepasados. Y ahora me pregunto; ¿qué heredaremos a nuestros descendientes para que salgan adelante en sus propósitos y anhelos?

Necesitamos hacernos un examen de conciencia a profundidad, para lograr todos juntos los vallartenses, cambiar nuestro destino a estadios mejores, llenos de esperanza. El tiempo es la mejor medida para saber si obramos bien o mal, en nuestras acciones como ciudadanos bien nacidos y bien paridos. No permitamos que vuelvan a repetir como funcionarios públicos aquellos que han dejado una mala huella, y que ya se está revirtiendo en nuestro bello municipio, por la irresponsabilidad a sus obligaciones contraídas ante el pueblo que gobiernan.

La Fe nos ofrece la fuerza para responder a nuestra alta vocación y la esperanza que nos lleva a trabajar por una sociedad cada vez más justa y fraterna.