Espacio, Tiempo y Movimiento
Voceros Incansables -19 / por Félix Fernando Baños
Esta obra en concreto armado, enjarrado y pintado, se construyó durante el Campamento de Escultura de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado de “La Esmeralda”, celebrado en la isla del río Cuale entre el 6 y el 31 de octubre de 1987, gracias al respaldo de la Asociación de Hoteles y Moteles de Puerto Vallarta, del hotel Las Palmas, de Complementos para la Construcción de la Costa y del licenciado Gabriel Igartúa Sánchez.
Bajo la dirección del autor, Ignacio Granados Valdés, intervinieron en la construcción de la escultura sus condiscípulos Martha Aguilar Weihs, Perla Barrera García, Gerardo García Jiménez, Héctor Hernández Felipe, Pablo Olivera Ávila, Adriana Romero Dueñas y Arturo Velázquez Delgado, y también los albañiles vallartenses Feliciano Barajas Torres, Miguel Ángel Coria Esquivel, Aurelio López Cuevas, Francisco López Cuevas, Martín López Cuevas y Noé Meza González. Por parte del Patronato pro Arte del Municipio de Puerto Vallarta, A.C., colaboró con ellos el arquitecto Federico Labastida. Supervisaron la construcción, en nombre de la Escuela, los maestros Ramiro Medina Rodríguez y Alfonso Campos Quiroz.
Ignacio Granados Valdés concibió su obra como la plasmación de la velocidad con que emergen elegantemente del agua las ballenas, delfines y otros cetáceos, cuyo movimiento fusiona el tiempo y el espacio en la unidad de su forma, la cual, además, sugiere a la imaginación de espectador la memoria de incontables vivientes marinos.
En efecto, en “Espacio, Tiempo y Movimiento” surgen unidas desde el suelo hacia el espacio ilimitado una figura abstracta y su duplicación, el reflejo espejeado de sí misma, que se separan luego en un impulso ascendente paralelo, aunque se unen por un instante en el abrazo de lo que parecen ser aletas laterales, antes de continuar su proyección al zenit, ya disminuidas. De frente y de lado, las dos formas evocan diversos cetáceos. Triángulos esféricos, dejados en el color natural del material y texturizados con cincel, acentúan el movimiento y la evocación.
Viéndola en sus perfiles anterior y posterior, la escultura tiene la forma general de un huso o rombo alargado hacia arriba y abajo, ahuecado en ambos niveles: el vacío inferior semeja una larga gota de agua al revés, y se cierra por encima, donde se unen las dos partes de la figura. Por su parte, el vacío superior se abre hacia arriba a partir de ese lugar, como si estuviera entre las puntas vibrantes de un diapasón. Un bisel corrido enmarca el hueco inferior, haciéndolo reverberar en su transición a lo sólido. Por su parte, los triángulos esféricos dibujan dos figuras blancas ahusadas, puesta una arriba de la otra, volviendo a darse un nuevo espejeo a partir del punto en que se encuentran, que es su base. Las puntas de una figura se hunden en el suelo, mientras las de la otra se escapan a la atmósfera.
Si se contempla en sus perfiles laterales, la escultura recuerda una punta de flecha barbada, sugiriendo un proyectil disparado desde las entrañas de la tierra. fbanoslopez80@gmail.com