Equidad y no violencia de género en Puerto Vallarta
Educación y Parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza
Sin duda uno de los aspectos qué lamentar más destacados de la condición humana, es la violencia de género y las condiciones de inequidad existentes en nuestro país. Veamos algunas condiciones y aspectos vinculados a ello.
Por principio de cuentas veamos qué es la violencia y la agresividad, conceptos importantes que suelen confundirse.
La violencia consiste en el comportamiento deliberado que resulta de daños físicos o psicológicos a otros seres humanos. La agresividad es un factor de comportamiento normal puesto en acción ante determinados estados, para responder a las necesidades vitales que protejan la vivencia de la persona y la especie, sin que sea necesaria la destrucción del otro.
Entre los factores más importantes a considerar cuando se evalúa el origen de la violencia tenemos: la familia, la cultura y las influencias psicosociales que se trasmiten de generación en generación.
La violencia contra la mujer resulta de la interacción de factores en diferentes niveles del medio psico-social. El modelo puede visualizarse mejor como cuatro círculos concéntricos. El círculo interior representa los antecedentes biológicos y personales que influyen en el comportamiento del individuo en sus relaciones. El segundo círculo representa el contexto inmediato en que el abuso tiene lugar (por lo común la familia u otra relación de trato íntimo). El tercer círculo representa las instituciones y estructuras sociales, tanto formales como informales, en las que se desarrollan las relaciones, (el barrio, el lugar de trabajo, las redes sociales y los grupos de compañeros). El cuarto círculo exterior representa el medio económico y social, incluidas las normas culturales.
En el plano individual, son factores el maltrato sufrido en la niñez, la violencia marital en el hogar en presencia del niño, la ausencia o el rechazo del padre y el uso de alcohol con frecuencia. En el plano comunitario, el aislamiento de la mujer y la falta de apoyo social, junto con los grupos de contemporáneos del sexo masculino que toleran y legitiman la violencia de los hombres, predicen tasas mayores de violencia. En el plano social, los estudios de diversas partes del mundo revelan que la violencia contra la mujer es más común en lugares donde los papeles basados en el género están rígidamente definidos e impuestos, y donde el concepto de masculinidad está ligado a la dureza, el honor masculino o la autoridad. Otras normas culturales relacionadas con el abuso son la tolerancia del castigo físico de las mujeres y los niños, la aceptación de la violencia como medio de resolver las disputas personales, y la percepción de que las mujeres son “propiedad” de los hombres.
Los tipos de violencia son: Física, sexual, psico-afectiva, económica con variaciones y mezclas entre ellas. Pero ante este panorama, ¿qué podemos hacer? Pues he de comentarles que en diferentes espacios públicos y privados he realizado una propuesta integral que comprende tres ejes fundamentales de trabajo e intervención: 1. Investigación Permanente. 2. Programas de Prevención Efectivos y 3. Atención- intervención integral.
Sabemos que el camino es arduo y que los gobiernos municipales se “rehacen” cada tres años, y que los que se “van” no sabían hacer las cosas y los “nuevos” son los “buenos”(¿?) pero más allá de polemizar sobre ellos, los invito a la reflexión profunda sobre la participación social e individual en tomar conciencia del problema, y hacer algo cada quien desde su persona y su familia, creo que los resultados serán más visibles que las palabras vacías de políticos temporales.