El Centenario de la Parroquia de Guadalupe – IV
Por: Félix Fernando Baños
El Establecimiento de la Parroquia
A las siete de la noche del 12 de octubre de 1921 principió la ceremonia de instalación de la parroquia del Puerto de Las Peñas, presidida por el Delegado Episcopal, P. Alejo Enríquez, párroco de Mascota. Primeramente, se cantó el himno Veni, Creator Spiritus (“Ven, Espíritu Creador”). Enseguida se leyeron los decretos de nombramiento del Delegado Episcopal y de creación de la parroquia, después de lo cual se procedió a desahogar sus puntos pendientes.
Los vecinos, casi por unanimidad, eligieron por patrono de la parroquia a San José.
Llegado el punto del nombramiento del titular del templo, los vecinos no aceptaron la determinación del obispo de que fuera la Santísima Virgen bajo su advocación de “Purísimo Corazón de María”, sino que eligieron la de nuestra Señora de Guadalupe. Al día siguiente, en su informe al obispo, el P. Enríquez le diría que la devoción a la Virgen de Guadalupe era tradicional en Las Peñas según “los datos recogidos de los vecinos más antiguos de este lugar y [según] la licencia para edificar la Iglesia que ahora se está ampliando.” Le dijo, además, que la imagen de la Guadalupana “ha permanecido siempre colocada en el altar mayor. Y los donativos piadosos de los fieles tanto para la edificación como para la ampliación han sido dados para la Iglesia de Nuestra Sra. de Guadalupe.”
Vino a continuación la lectura del nombramiento del párroco. El P. Ayala hizo enseguida su profesión de fe y el juramento exigido, asumiendo de inmediato su cargo.
Se procedió luego a la elaboración y firma del acta. Entre los eclesiásticos firmantes, aparte de los presbíteros Enríquez (Delegado Episcopal), Ayala (párroco de Las Peñas) y Cordero (vicario de San Sebastián Mártir), se encontraba el P. Anastasio Robles Hurtado, el futuro y célebre obispo de Tepic. Por parte de los vecinos del Puerto de Las Peñas, firmaron el acta treinta y tres jefes de familia.
La ceremonia concluyó con el canto de acción de gracias, compuesto por San Aurelio Agustín, obispo de Hipona, el Te Deum Laudamus (“Te alabamos, oh Dios.”)
A modo de comentario marginal, en la ceremonia de instalación de la parroquia de Guadalupe no hubo misa. En aquel tiempo sólo podían celebrarse misas en la mañana, hasta el mediodía como límite; no había misas en la tarde o por la noche, como ahora. La única excepción era la Misa de Gallo en Navidad, que debía empezar estrictamente a la media noche.
El otro comentario marginal es el nombre de nuestro puerto. Tres años antes, en 1918, se había cambiado a Puerto Vallarta. El que no se mencione ni una sola vez en los antiguos asientos del Libro de Gobierno de la Parroquia de Guadalupe, que no se inicia en 1921, sino con un Reglamento para Diezmos del 21 de abril de 1920, indica la actitud general de los habitantes de Puerto Vallarta, que la seguían llamando “Las Peñas” o “Peñitas”, como resistencia a un nombre impuesto por el Congreso a petición del Gobernador del Estado, pero jamás solicitado por ellos. Finalmente se llegaría a aceptar el nombre de Puerto Vallarta al correr de los años.