El alcohol en un médico

Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia

Llegó desaliñado (descuidado de su vestimenta y cuidado personal), con olor fétido y nauseabundo, a desecho humano combinado con el sudor, en esa ocasión solicitó un día de incapacidad que tenía pendiente, porque lo dieron de alta estando internado por intoxicación etílica e intento de suicidio asociado a neumonía.

El doctor había curado a miles, mejorado la vida de otros, y salvado del abismo de la cama a cientos. ¿Quién era antes? Era una persona que al llegar sonreía, te saludaba de mano con un apretón de esos que te hacen sentir la presencia de quien saluda, fuerte y firme con aquella seguridad.

Maldito alcohol  que me apresas

Que me atrapas con firmeza

Que circulas por mis venas

Y que alivias mis tristezas.

Lo conocí en el hospital, un especialista que afianzaba con su presencia la cura de la más temible enfermedad, daba esperanza a los encamados y fortaleza a los débiles, los familiares lo veían magno, atentos a cada palabra, lo escuchaban con mucho cuidado sintiéndose afortunados porque él había sido elegido por orden celestial haberse quedado a cargo de sus conocidos. Familiares y pacientes le rodeaban cada vez que se acercaba al pie de la cama en cada pase de visita.

Un día al llegar a la clínica, lo vi sentado entre la población esperando ser atendido, lo conocí y de inmediato fui a saludarlo; ya no me saludó con la misma intensidad, me evitó la mirada, sentí rechazo y vergüenza, debilitado, con los ojos mirando hacia el vacío, perdido, con un clásico olor a alcohol que expiraba la piel de su cuerpo, con hiperemia (tinte rojo brillante) de los bordes de los parpados, asociado a hinchazón leve, despeinado, desarreglado, completamente diferente a quien era antes, con voz tenue y cabizbajo me dijo:

– Estoy enfermo y necesito su ayuda.

– Dígame, a sus órdenes ¿qué necesita?

– Tengo 4 días que no voy a trabajar, necesito una incapacidad para que no me corran, mi familia ya me dejó, se alejaron, es más, yo los alejé, mi esposa me rogó mucho que dejara de tomar y no puedo, me gana este vicio.

– Déjeme ver qué puedo hacer, primero deje preguntar a mi superior qué procede.

Al llegar con mi superior y preguntar, me respondió que era mi responsabilidad si le daba una incapacidad, que en caso de que se la diera, que la justificara con mucho cuidado porque ya estaba boletinado.

Dijo: – ¡Mi alcoholismo es una enfermedad que me destruye por dentro y fuera, lo sé!, pero tengo familia, hijos que mantener, tengo que trabajar, esto me dura unos días y se me pasa y luego como si nada.

El alcohol y mi tragedia

Lo perdono y lo admito

Lo necesito y lo grito

Que sin él mi cuerpo se desintegra

– Doctor debería considerar alguna ayuda externa, es de humanos aceptar.

– No doc.  Yo no puedo con esto, de veras que me gana, ¡ayúdeme por favor!, ¡tengo familia que mantener!