Aprendizaje y deporte

Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza

Los padres deberán ser pacientes y alentar a sus hijos a que amen el deporte

Estimados lectores, es muy posible que ustedes realizaran algún deporte en la vida, pero ¿con la disciplina entusiasmo y constancia que amerita? Quizás ahí son menos los que levanten la mano. Pero hagámonos la pregunta, ¿qué se aprende realizando una práctica deportiva cotidiana? Es decir ¿desde que el bebé nace se puede considerar que puede realizar deporte? Pues de alguna manera sí.

Vayamos por partes, al inicio de la actividad psicomotriz existe toda una serie de trabajo sistemático que se puede realizar, y hasta los ocho meses se denomina estimulación temprana. Sé que muchos de ustedes pensarán que sus hijos realizan dicha actividad en sus escuelas primarias, pues bien, sí es cierto que es estimulación psicomotriz o hasta cognitiva, pero temprana ya no lo es, esa palabra se ha utilizado más con fines mercadológicos por diversas instituciones educativas, pero no porque realmente estén conscientes de lo que ello implica.

Pero finalmente, ¿qué podemos hacer o quién es el encargado de estimular tempranamente al bebé? Pues obviamente los padres o tutores que mantengan la custodia o cercanía con la criatura. Este tiempo es muy valioso y suele perderse por desconocimiento. Escuchamos frases como: “Ya que esté más grande, ahora está muy pequeño”, “No sabe ni lo que quiere, déjalo que crezca para ver qué deporte le gusta” y son justamente ese desconocimiento y esa perdida de un tiempo valioso lo que hace que el niño pase de un periodo sensible al deporte a etapas madurativas en las que si bien podrá hacer deporte, la destreza no será la misma.

Esto último no debiera ser un problema para el niño que gusta de hacer deporte y lo disfruta, ya que fortalece su carácter, disciplina, actitud solidaría, alegría, y qué decir del crecimiento físico, cognoscitivo y psicomotriz. Pero ello parece importar poco a algunos padres que les exigen prácticamente resultados y logros deportivos a sus hijos, cuando ellos jamás lograron algo significativo en el deporte, o principalmente nunca han entendido que el deporte es formativo y disciplinar hacia la vida.

Por otra parte, tampoco descarto la posibilidad de que algún niño pueda destacar en el deporte profesional, incluso en disciplinas no convencionales para la región dónde se práctica, pero he de reconocer que son contadas excepciones. Los padres deberán ser pacientes y alentar a sus hijos a que amen el deporte, pues una vez que han logrado cruzar esa línea divisoria entre hacer el deporte por placer o por el puro gusto de hacerlo, estaremos hablando de mejores seres humanos y futuros mejores ciudadanos que replicaran estos buenos ejemplos.

¿No se ha preguntado por qué una nación como la cubana con un bloque desde los inicios de los años 60, ha mantenido una dignidad y disciplina ejemplar y ha logrado formar atletas de alto rendimiento que opacan a países mucho mayores y con mucha más población? Incluido México por supuesto. 

En las escuelas, en la casa o en la calle, no menospreciemos el esfuerzo y la alegría que los niños ponen en juego al momento de realizar una actividad deportiva, que en el fondo puede ser una forma de catarsis de presiones de vida, una forma de manejar el estrés de las presiones cotidianas y hasta un escape sano que le permite al niño enfrentar realidades muchas veces adversas. Pero espero no me crea y busque la biografía del nadador norteamericano Michael Phelps, y partiendo de ella, observe cómo fue que él se rescató a sí mismo y de sus problemas parentales que lo agobiaban, logrando conseguir más medallas  que muchos pises juntos.