Aprender de la convivencia y el conflicto
Por: Dr. Jesús Cabral Araiza
Frecuentemente entramos en conflicto con otras personas, instituciones y hasta con nosotros mismos, ¿por qué ello?, ¿acaso no hay manera de evitar el conflicto? Al parecer la respuesta es no, pero lo que sí podemos hacer es aprender a enfrentarlo y buscar alternativas de solución al mismo.
Se sabe que hay hasta programas de estudio encaminados al desarrollo de habilidades en solución de conflictos, sea en la esfera personal o institucional, sea regional o internacional.
Ejemplos de la importancia de este tema los podemos encontrar a diario y por doquier. Tenemos al presidente de los EEUU que en una gira reciente por Asia hace declaraciones al mundo en las que deja entender que le cree más al presidente Ruso que a sus propias agencias de inteligencia, y aunque al día siguiente trata de enmendar sus dichos, el daño está hecho. De igual manera nuestro presidente al señalar que le hacen “Bullying” a las instituciones, dio material de inspiración a los caricaturistas y críticos de su sexenio para incrementar la discordia y el conflicto.
Ni qué decir de las dificultades interpersonales que a diario se nos presentan o mejor dicho ¿construimos? Quizás le pueda sorprender, pero vallamos por partes. Cuando una persona plantea un diferendo de opinión, de deseos o hasta de actitudes, las cosas pueden ser tan complejas como la subjetividad, los deseos reprimidos y hasta los estados mentales estén en equilibrio y lo permitan.
Es decir, muchas veces ni siquiera somos conscientes del por qué deseamos o peleamos por algo, no siempre son cosas materiales lo que nos motiva a realizar nuestras acciones.
Por ejemplo, ¿no cree que muchas veces las personas envidiamos y ese pueda ser un fuerte motor de diferendo o disputa?, o ¿qué tal cuando deseamos ser reconocidos aunque no lo merezcamos?, o ¿qué me dice simplemente porque mis deseos de reprimir o aprovechar mi condición de ventaja puedan llevarme a incomodar o pelear con otro?, ¿logra darse cuenta que realmente el motivo de la disputa no siempre es por dinero?, aunque muchas veces pueda estar entremezclado en el mismo conflicto, claro está.
Es decir, el componente psicológico emocional va a permanecer como una constante motivacional que no siempre se quiere o se sabe cómo explicitar. De hecho, muchos de los propios conflictos podrían solventarse si de manera directa se dice lo que se siente o lo que se piensa, claro está que son cosas diferentes, pero igualmente importante tener las habilidades sociales para saber expresarlas.
Ahora bien, ¿cómo enseñamos a los más pequeños a resolver sus diferencias? Pues precisamente como lo hacemos nosotros, si es con gritos, así lo aprenderán, si es a golpes, de igual manera. Pero también si es con paciencia y tolerancia ellos aprenderán que es una vía posible. Claro está que muchas veces el conflicto nos lleva a posturas inamovibles de las que de igual manera deberemos hacernos responsables por las decisiones que tomemos, por ello siempre es pertinente tomar las mismas decisiones con la cabeza fría, pues solemos reaccionar y no ser muy racionales cuando estamos molestos, no podemos medir la dimensión del daño con nuestras palabras o acciones y el daño hecho puede ser muy difícil reparar.
¿Podemos hacer algo?
Sin duda alguna. Aunque es una de esas veces que la medicina puede ser más amarga para algunos que para otros, pues resulta que como principio básico, necesitamos reconocer el origen del conflicto. Después asumir o repartir responsabilidades, y hablar de las auténticas motivaciones de los diferendos, ello parece más sencillo decirlo que hacerlo, pues implica hablar con absoluta verdad sobre las pulsiones humanas, hablar por igual de las motivaciones para hacer o no querer hacer algo y a casi nadie le gusta parecer mala persona, o que lo que ha hecho pueda ser juzgado como actos de maldad propiciados por frustraciones, envidias o sentimientos mezquinos contra alguien o algo.
Pero si lo piensa, el origen de muchos conflictos y su perpetuación es por la falta de reconocimiento de la responsabilidad de los mismos, y por no querer tragar un poco de orgullo y buscar así una autentica solución conciliatoria. De verdad usted puede poner ejemplos entre países y entre personas y el resultado será muy similar.
Hablar con verdad y reconocimiento, libera y resuelve, pero no lo practicamos mucho, ¿por qué no usted?, ¿por qué no ahora? Siempre se puede cambiar, la pregunta final en todo caso es, ¿Tiene la voluntad de intentarlo?