No importa la procedencia de los hermosos ángeles terrenales

Consejos de una abuelita moderna

Por un México mejor

En una primaria, un grupo de niños se quedó boquiabierto cuando la Maestra les presentó a dos nuevos integrantes; uno era un hermoso niño africano y el otro, un bello norteamericano. Todos rieron cuando  se presentaron, porque ninguno de los dos podía hablar correctamente el español, y cuando dijeron sus nombres, cómo  no les entendieron… ¡Más!

Como ambos tenían un buen sentido del humor, todos se atacaron de risa e inició una gran algarabía en el grupo. En el cielo los tres angelitos se quedaron felices observando todo lo que acontecía en ese salón.

De repente el niño africano sacó de su maleta un Yembé pequeño y cuando lo empezó a tocar, el salón guardó silencio para escuchar esas hermosas notas que salían de ese pequeño tambor hechizo por su padre, pero cuando el niño norteamericano las escuchó, comenzó a mover su cuerpo rítmicamente, al son de la música; cuando terminó la melodía, todos comenzaron a aplaudir en forma tan efusiva que la Directora se presentó en el salón de clases, y cuál sería su sorpresa cuando todo el grupo les pidió que repitieran lo que habían hecho y la Directora se quedó encantada de la presentación de los nuevos alumnos.

La Directora estaba fascinada al escuchar cómo un niño tan pequeño, sabía tocar en ese extraño tambor  llamado Yembé, hermosas melodías y, cuando vio cómo el niño norteamericano se movía al son de éste, no dejaba de admirar la gran felicidad que les habían proporcionado al grupo que después de haber faltado tanto a clases, se encontraban un poco desubicados en el reinicio del ciclo escolar y expresando en voz alta:

NO IMPORTA LA PROCEDENCIA DE LOS HERMOSOS ÁNGELES TERRENALES, ni si saben hablar correctamente nuestro idioma, con esa increíble actitud positiva de ellos, en un segundo todos se han unificado, han vuelto a sonreír no sólo en su grupo, sino que en toda la escuela.

Y de pronto, le preguntó a la Directora un alumno sin pelo, muy sonriente y feliz, que por su enfermedad había faltado un poco más que el resto, y cuando regresó al colegio volvió muy triste porque había perdido sus hermosos bucles:

Directora ¿Qué le parece si para éste Diez de mayo, él nos enseña a tocar y él a bailar, y terminamos nuestro festival con un espectacular número musical?

Y todos aplaudieron efusivamente cuando la Directora dijo: ¡Perfecto! Pero… nadie puede hablar de nuestro festival en casa, para que sea un maravilloso regalo para todas sus fantásticas mamás y abuelitas… ¿Están de acuerdo?…

Y todo el grupo muy feliz, parece haberse puesto de acuerdo cuando dijeron al mismo tiempo: ¡Lo prometemos!

La Directora, mandó a llamar al papá del niño africano y se sintió muy feliz en poder colaborar con la escuela. Para principios de diciembre… ¡Ya había terminado treinta Yembes e inmediatamente comenzaron con su aprendizaje!

Parecía que la llegada de esos niños con costumbres diferentes, había sido un verdadero milagro para esa escuela, pues ya casi nadie faltaba, todos los niños llegaban muy puntuales y  felices, aprendieron a hacer sus tareas escolares muy contentos y como a la hora del recreo todos se sentaban alrededor de los niños nuevos para preguntarles cómo vivían en sus países y qué les gustaba hacer… ¡Los niños aprendieron más que en cualquier libro de texto!

Y como la Directora quería que su festival fuera todo un éxito, pensó también en ¡invitar a la Inspectora Escolar al evento!

En honor a mis hermosos Ángeles Terrenales del grupo Canica.

Cariñosamente Ana I.