Tú, yo y nosotros
En memoria de Víctor Alfonso Cárdenas Ramírez 1993-2021 (QEPD) “Eternamente en nuestro corazón”
Comprender que todos somos parte del mismo universo, sin límites ni fronteras, es por mucho, uno de los retos más complicados que enfrenta la humanidad, sin lograr la anhelada unidad se vive totalmente desconectados unos de otros.
La separación social cada día es más evidente, a cada instante la brecha se ensancha hasta límites insospechados. La realidad que se vive parece ser una constante, donde el juicio y el ego no observado dan por hecho que hay unos y otros, donde además se crean bandos y se forma parte de ellos.
Por lo tanto, separar es alejar lo común y anteponer las diferencias; camino que no lleva a ningún lado, excepto a crear una mayor fisura entre: sociedad y gobierno, padres e hijos, esposo y esposa, ricos y pobres, buenos y malos, cultos e ignorantes; la lista podría ser interminable.
En términos generales, desarrollar esa actitud negativa es muy desolador porque observar todo desde un solo ángulo es continuar con el juego de separación y división que han instalado los segregacionistas, la mayoría amparados por y desde el poder.
Por lo tanto, este es un mundo de etiquetas y a menudo colocarse una tiene un precio muy alto, porque podría perderse la dignidad, la integridad, la salud, la paz, nuestra vida o la de algún ser querido; y por momentos se olvida que somos, que estamos, que pertenecemos y que no podemos vivir los unos sin los otros; remarcando con tinta indeleble las diferencias en nuestras conciencias, sin atisbar la realidad del otro, de los otros, de los que llamamos desde fuera: los demás.
Imaginar por un momento lo que sería la vida sin él, sin ella, sin ellos, sin los otros. A menudo la existencia nos quita uno a uno a nuestros seres queridos para hacernos recapacitar y saber valorar; pero rápidamente se olvida la lección y se retoma el culto al ego.
Por ello, es difícil comprender que no hay un tú y un yo, hay un nosotros; no hay una verdad, hay verdades y cada quien sabe cuál es la suya. ¿Quién impuso qué y cuándo? Nadie es totalmente bueno, como tampoco nadie es totalmente malo; es importante comenzar a verse, cada uno, desde dentro, calibrar su propia fuerza y llegar hasta esa parte oscura, todos la tenemos, es parte del equilibrio del ser.
Lo anterior, lo expresó a la perfección Paul Frederic Simon, compositor estadounidense en su canción Los sonidos del silencio: “Vieja amiga oscuridad, otra vez quisiera hablar, porque he tenido nuevamente, una visión que suavemente iba cambiando mi manera de pensar, la oigo hablar, la escucho en el silencio…”
Sin embargo, existe la tendencia de ver la parte oscura en otros, pero no dentro de nosotros mismos, culpamos a los demás sin entender que las circunstancias y por ende las consecuencias se forjan en conjunto. Lo que se observa en los demás, es un reflejo propio. Es fácil juzgar a otros, sin ponerse un minuto en sus zapatos y además abrigarse con su realidad.
Por lo tanto, esa oscuridad es necesaria en todos, ya que es el impulso, la fuerza de voluntad para sanar, y comprender que no es un camino fácil y que la existencia no se puede resolver de forma instantánea.
Es vital, no engrosar las filas del separatismo, quien lo hace sólo se fragmenta más. En contrapartida observar en qué punto se está parado y donde los demás, si no se puede brindar ayuda es mejor no intervenir, porque existe el destino propio que incluye una meta y un momento en el cual llegar.
Por lo tanto, dejar que cada quien decida su trayecto como le marca su conciencia, eso es respetar el libre albedrio. Sin imposiciones, sojuzgamientos, mucho menos sometimientos banales.
Es importante reflexionar, qué se produce internamente con esa separación, y trabajar arduamente para lograr esa unidad tan anhelada, sobre todo dejar que las cosas fluyan, así aflorarán los mejores sentimientos e intenciones. masryram@msn.com