Para las fabulosas mamás

Para esas fabulosas e increíbles mamás, que han sido capaces de renunciar por amor hasta de su propia vida, en pro de sus únicos e irrepetibles ángeles terrenales… ¡Reciban toda mi admiración y respeto!; ya que para ellas siempre, es en realidad “el día de las madres”; eso se puede constatar en cualquier hora, con la luz del sol o el reflejo de la tenue luna, sin tomar en cuenta las inclemencias del tiempo y a pesar de la distancia, ella tratará de acudir, en cuanto el amado producto de su ser, las necesite.

Cuando sienten que sus criaturas requieren de su presencia, no existe tiempo, ni espacio que las detenga para estar en continuo contacto con ellos… ¡Más si sus seres amados se encuentran enfermos o sufren alguna desgracia!

Aquellas madres que desde el primer día de su embarazo sintieron una gran felicidad, porque los concibieron con un amor verdadero y con la creencia de que esos seres divinos son una verdadera bendición para cualquier hogar que tenga la felicidad de tener y poder convivir con esos inigualables ángeles terrenales.

Gracias a Dios, como tuve la dicha del poder haber conocido éste enigmático Planeta Tierra dentro de una familia muy unida y amorosa, donde tanto los niños como los ancianos, tenían un lugar primordial y privilegiado en la familia, tuve una infancia muy feliz a pesar de mi frágil cuerpo. Mis abuelitos maternos permanecieron casados cincuenta  años hasta que mi abuelito murió, y tres meses después el 4 de julio día de su cumpleaños, ella partió a su lado. Mis abuelitos paternos a los que no tuve la dicha de conocerles ya que él siendo Médico, murió joven al ser contagiado de Fiebre Tifoidea, dos meses después del nacimiento de su quinta hija; ella falleció cuando yo tenía dos años, por desgracia no la recuerdo. Y mis padres, para quien no crea en milagros, cumplieron 57 años de casados y él murió antes que ella.

Cuando a mi mamá la desahuciaron a la edad de trece años, el Galeno les dijo que ya no podía hacer nada más por ella, por lo tanto les sugirió a mis abuelitos (sin dar esperanzas), que ella tenía más posibilidad del poder sobrevivir en la Ciudad de México, con su Maestro el Dr. Ismael Cosío Villegas, ellos sin pensarlo abandonaron todo para dirigirse a la ciudad (por cierto, hasta perdieron la casa familiar, porque olvidaron pagar sus impuestos)

Mis padres se conocieron años más tarde, pues como mi madre estaba desahuciada y él era estudiante de la Universidad de San Carlos (el Dr. era su Maestro y tenía la costumbre de llevar a sus mejores alumnos a sus visitas médicas). Después de algunos años, creían que estaba curada y mi papá abandonó su carrera, para casarse por amor. Así nació mi primera hermanita, pero cuando ella se embarazó de mi… ¡de nuevo la desahuciaron!, por eso el ginecólogo le recomendó abortar; obviamente mi increíble mamá se negó y su Dr. Recomendó operarse en Boston, Massachusetts, pues era el único lugar del mundo, donde le podían retirar todo el óvulo inferior del pulmón derecho sin quebrar o sacar las costillas donde tenía un gran tumor y posiblemente pudiéramos salvarnos ambas (cuando tenía cinco meses y medio de embarazo)

Gracias a la bondad de muchos donadores de sangre de diferentes razas, credos y nacionalidades, tengo la oportunidad de contarlo…

Por eso no puedo concebir los asesinatos de esas indefensas criaturas que matan con premeditación, alevosía y ventaja, o la venta de sus propios bebés u órganos, ¡por un puñado  de monedas! Ningún un divino ángel terrenal debe sufrir, y menos cuando es causado por el egoísmo de sus progenitores, que sin tomar conciencia se pelean frente a sus criaturas, o prefieren al nuevo amante, o un cuantioso trabajo, y con el pretexto de “dar lo mejor a sus hijos”, los ponen en un segundo plano, olvidando la importancia que se requiere para forjar hombres y mujeres de bien, que con sus cuidados, atención, y protección de los peores enemigos que son: las malas compañías, alcohol, drogas, T.V., internet, pornografía, sexualidad escolar, libertinaje, etcétera, es el mejor camino, que con mucha paciencia y gran amor se deben dar… ¡Porque la educación, es una gran responsabilidad de los padres para con los hijos y de nadie más!

Gracias a que mi vida fue verdaderamente un nido de amor; siempre estuvimos unidos mis hermanos y yo, rodeados de muchos cuidados y protección, tanto por mis padres, abuelitos, tíos, nanas, amigos y extraños… ¡Pudimos gozar al máximo nuestra infancia!, sin el peligro de que la corrupción, el comercio y seres detestables, nos robaran el tesoro más grande que puede poseer un niño(a)… ¡La divina inocencia!, para convertirnos en adultos menores con graves enfermedades y grandes problemas de adultos mayores…

¡Para vivir un verdadero infierno tanto físico como psíquico, que si logran sobrevivir a esa antinatural forma de vida… Si no se suicidan, se convierten en ancianos prematuros que como han experimentado de todo tipo de bajezas, ya nada les llama la atención…

Aunque no existe la familia perfecta, se puede lograr en sus criaturas una infancia muy  feliz e inolvidable y libre de violencia familiar, sólo evitando involucrar a sus maravillosos hijos, en los problemas de adultos.

Por eso dedico con todo mi agradecimiento éste insignificante artículo para todas las increíbles y fabulosas madres del mundo, sean adoptivas, casadas, divorciadas, viudas o solteras, que han sido capaces hasta de renunciar a sus todos sus privilegios, sin importar el cansancio, hambre o dolores… ¡En pro de sus seres amados y a favor del futuro halagador, tan necesario en nuestro enigmático planeta Tierra!

Que Dios las bendiga y guíe por siempre sus senderos por el buen camino.

Cariñosamente Ana I.