El poder curativo de la visión consciente
Empresa Familiar
Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
“La persona verdadera ve lo que ve el ojo, sin añadir, lo que no está ahí.”
Chuang Tzu
La realidad es el resultado de nuestra habilidad para conocer. Y nuestra percepción de la realidad es una construcción individual, por lo que el mundo no es exactamente como lo percibimos. A través de nuestra percepción sensorial, de nuestra razón y de nuestras emociones, se nos hace posible conocer el mundo, pero ¿percibimos todos el mundo de la misma manera? Son las mismas formas de conocer las que nos hacen ver y entender las cosas tal como somos y no como son.
No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos
Muchas veces pasamos juicio sobre personas eventos o circunstancias y no necesariamente estamos reflexionando sobre la situación y mucho menos siendo objetivos. Al hacer un juicio, interpretamos los eventos desde nuestro punto de vista y los vemos de acuerdo con lo que esté sucediendo en nuestra mente en ese momento, sin analizar todas las alternativas o ángulos del incidente o circunstancia.
Como se observa en el Talmud judío, no vemos las cosas sencillamente tal como son, sino también tal como somos. Todo lo que experimentamos llega hasta nosotros con la forma que le otorga el molde de la mente, pero la mente sin domar tiene voluntad propia; lo que percibimos viene seleccionado por los deseos, coloreado por las emociones y fragmentado por la atención vagabunda. Lo que vemos fuera, refleja lo que tenemos dentro. El resultado es que no nos vemos ni vemos el mundo con claridad ni exactitud.
Durante milenios, los sabios, los filósofos y los poetas han hecho resonancia de ese tema, y en tiempos recientes se han agregado los psicólogos. El Buda diagnosticó el problema como “inconsciencia”, en el sentido de que vivimos con una conciencia a medias, porque tenemos la percepción empañada y porque la visión espiritual está dormida. Los psicólogos concuerdan en que la inconsciencia ocurre en más situaciones y está mucho más extendida de lo que la gente piensa.
Vivir inconscientemente carentes de visión espiritual tiene un costo enorme. Lo que podemos obtener a partir de cada momento depende de la atención que le pongamos. La calidad de la experiencia refleja la calidad de la conciencia.
Acostumbramos tener una conciencia muy incompleta de nuestras experiencias. Perdidos en recuerdos del pasado e hipnotizados por fantasías del futuro, vamos como sonámbulos por la vida, y el costo que ello significa se compone de ausencias mentales, auto marginación, automatismo y percepciones ilusorias.
El pasado es historia, el futuro es misterio y el presente un regalo. Por eso se dice “hacer un presente”
Es triste no abrirse al momento presente. A veces es igual de sencillo que perder la llave.
En los peores casos, la gente se pierde buena parte de su vida, que pasa tropezando, inconscientemente, día a día. Todos hemos sentido los síntomas, mientras leemos un libro nos damos cuenta de repente de llevar varias páginas sin la menor idea de qué hemos leído; cerramos el auto y advertimos que hemos dejado dentro las llaves; vamos a una charla y el único recuerdo que nos llevamos son borrosas imágenes de nuestras propias ensoñaciones.
No es que sólo no nos hayamos concentrado. En esos periodos perdidos somos tan inconscientes que no percibimos lo que sucede en el momento presente.
“¿Qué podemos sacar de provecho al viajar a la luna si no somos capaces de cruzar el abismo que nos separa de nosotros mismos? He ahí el más importante de todos los viajes de descubrimiento y, si no se ha hecho, todos los demás no son solamente inútiles, sino desastrosos.”
Thomas Merton
Al reflexionar estamos dispuestos a hacer un compromiso de cambio y a trabajar por el mismo, para obtener la vida que siempre hemos anhelado. Esto implica hacer una exploración profunda de quiénes somos y hacia dónde vamos. Preguntarnos “¿quién soy?” implica un encuentro con uno mismo y muchas personas no están dispuestas a esto, ya que puede ser muy doloroso enfrentarnos a nuestras debilidades de carácter. Tomamos una actitud defensiva y agresiva sobre todo ante las personas que más nos quieren y nos ayudan. Hacer un análisis profundo de nuestro yo, entrar en un proceso de reflexión significa mirarnos, y querer modificar el carácter.