“La Surfeadora”
Voceros Incansables / Félix Fernando Baños
Este vaciado en bronce a la cera perdida, patinado en verde, se encuentra en la glorieta de la calle Febronio Uribe, en el extremo sur de la Zona Hotelera Norte, que el Fideicomiso Puerto Vallarta lotificó en los terrenos aledaños a la playa de Las Glorias. En el otro extremo de dicha Zona Hotelera Norte se construyó una glorieta más, en la calle José Clemente Orozco, donde estuvo un hermoso “Caballo Marino”, que se rumoraba era obra de Federico Cantú, célebre muralista y creador del logotipo del Instituto Mexicano del Seguro Social. El basamento en que se puso el “Caballo Marino” es de estilo similar al de “La Surfeadora”, lo que parece confirmar que fue construido por los mismos desarrolladores, y que ambas esculturas eran indicadoras de la calidad que pretendía tener el desarrollo urbano en que se instalaron.
De momento no se sabe quién es el autor de “La Surfeadora”. También hay el rumor de que se firma “Pinto” y que es colombiano.
La figuración es muy interesante. En efecto, doblando hacia atrás su brazo izquierdo, una mujer desnuda apoya la palma de su mano sobre la quilla de una embarcación, al mismo tiempo que entorna su cuerpo a la derecha y dobla el brazo de ese lado en forma casi paralela al torso, pasando luego el antebrazo por detrás de él para apoyarlo sobre la región sacra, teniendo la mano abierta hacia arriba. Mientras tanto, la pierna derecha se flexiona hacia adelante, pisando la cresta de una ola, que al mismo tiempo es una tabla de surfear, con la cual funde su pie. La pierna izquierda se apoya fuerte y firmemente en las formas prismáticas que surgen desde la base, desapareciendo en ellas a partir de la rodilla.
Por otra parte, la figura levanta la cabeza, moviéndola a la izquierda, en sentido contrario al movimiento del cuerpo, y mira fijamente al horizonte, sin expresar ninguna emoción en particular. El viento, que sopla desde atrás y por la derecha, arroja parte de su cabellera sobre el omoplato izquierdo y luego la empuja hacia el frente, para orlar su rostro repartiéndola en guedejas.
El excelente conocimiento de la anatomía y el calculado movimiento del cuerpo de la modelo para que fuera representado luciendo toda su belleza, así como el contraste entre una figuración humana realista con las diversas formas abstractas sobre las que se encuentra, pero que se incluyen en el mismo movimiento de la figura -y lo subrayan-, revelan la maestría del escultor y su dominio del “contraposto”.
Desafortunadamente, la jardinería del basamento en que está instalada “La Surfeadora” se ve carente de diseño y bastante descuidada. Quizá se deba a los años en que los terrenos que rodean la glorieta estuvieron aparentemente abandonados, lo que produjo una inercia en su mantenimiento. Pero ahora, cuando ya se construyeron en ellos edificios de muy buena calidad, quizá sea el momento de que comprendan lo que beneficiaría a su imagen tenerla bien arreglada.
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