Un promontorio en salud
Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia
Un promontorio en la salud se refiere que algo sobresale del cuerpo. Anatómicamente hablando, puede ser una prominencia o un abultamiento, como por ejemplo aquellas personas que tienen prognatismo, quijada o mandíbula inferior prominente, tenía una compañera en la facultad a la que le decían “La Loba” por su mandíbula inferior y a un compañero al que le decían el Quequi (que quijada).
En fin, un promontorio que sobresale en las áreas de salud en México es el pronunciado desabasto de medicamentos, al parecer a consecuencia de que el presidente de la Republica retiró el monopolio a las grandes empresas distribuidoras de medicamentos, que ya estaban afianzadas con la distribución de los mismos, con la intención de distribuir la riqueza. ¿Cuál fue el daño colateral? Un evidente desabasto de medicamentos, retraso o retroceso en la salud del paciente crónico-degenerativo, agravamiento o retraso en la salud del paciente oncológico de cualquier edad, no se previno esa situación, y es que, aunque no tengo nada que ver, llegan los pacientes con la espada desenvainada exigiendo con justa razón.
Actualmente la confianza en las Instituciones de salud pública es deplorable, las personas llegan ya con un estado evidente de ansiedad y rechazo al personal médico que labora. Todos se preguntan el motivo, nadie da razón alguna, la posología de los medicamentos nuevos con el tiempo van mejorando evitando las complicaciones crónicas de las patologías ya tratadas, retrasando una insuficiencia renal, una ceguera, una amputación, un infarto al corazón o al cerebro, en fin, estamos regresando a los medicamentos de hace 20 o 30 años (enalapril, captopril, glibenclamida entre otros) –claro, sí funcionan, pero vamos como el cangrejo sin que sea la fábula de todos conocida, vamos en evidente retroceso en la salud de México.
Una sociedad enferma.
Catanea una menor de edad de 14 años llega a urgencias retorciéndose de dolor en su pelvis, se llevaba sus manos como tapándose, y a simple vista era evidente que tenía mojada la entrepierna, se hacía acompañar de su novio adolescente, de esos cuyos nombres raros de hoy que no se pueden ni pronunciar, Grywniak, también menor de edad.
El dolor era fluctuante (iba y venía en forma de espasmos intensos), cuando no tenía el dolor hablaba libremente, pero cuando llegaba el dolor, no la dejaba ni hablar, permaneció menos de 5 minutos en sala de espera en lo que se desocupaba alguno de los 2 médicos del área de urgencias, pase por ahí, y al verla le dije que me acompañara, la subí a una camilla con dificultad, de la misma forma que ella sola se bajó por estar muy inquieta y quejumbrosa (evidentemente una niña embarazada e inmadura sin tolerancia al dolor), ¿a quién le gusta que le duela algo?
Tenía desde las 10 de la mañana que había iniciado con esa molestia, misma que poco a poco llegó a presentar un dolor intenso en forma de espasmos 10/10 en la escala análoga visual (una forma de medir el dolor en intensidad) en su etapa más dolorosa. A las 2 horas posteriores a la atención médica, su madre furica y rabiosa, tremendamente ansiosa, llega exigiendo que si se hubiera atendido con oportunidad a su muchacha de tan solo 14 años desde el momento en que llego, ella no hubiera estado en esa penosa y dolorosa situación; cuando se le trataba de explicar que no tardo ni 5 minutos en su atención médica, ella refunfuñaba que por nuestra culpa iba a perder su embarazo.
Así la situación en la salud pública de México, la población está en contra del personal médico. La madre no pudo educar a su hija en su anatomía y fisiología sexual, no le dio apertura al riesgo de tener una relación sexual sin protección, y en un embarazo no deseado, en fin, nosotros tenemos la culpa de las enfermedades de la sociedad.