Viernes Santo
Voceros Incansables / Por Félix Fernando Baños
Por ser Viernes Santo, vamos a dejar hoy la isla del río Cuale para trasladarnos a la parroquia de Guadalupe, el primer templo edificado en Puerto Vallarta. Allí también sus esculturas públicas, voceros incansables, recuerdan constantemente los acontecimientos acaecidos en Jerusalén el viernes siete de abril del año treinta y tres, y hacen llegar a todos su mensaje sin distinción alguna.
En los muros que limitan las naves procesionales se encuentran las catorce estaciones del Camino de la Cruz (Via Crucis, en latín), siete en cada nave, que describen el recorrido que hizo el Señor Jesús cargando el patíbulo en que iba a ser ejecutado, desde la fortaleza Antonia hasta el Gólgota, formación rocosa en forma de cráneo que quedaba fuera de la ciudad, donde moriría en medio de otros dos crucificados, y vecina de un pequeño huerto en que se había excavado un sepulcro recientemente.
Los pasajes, obra del escultor José Esteban Ramírez Guareño, son relieves modelados en yeso directo, de extraordinaria calidad, que fueron ejecutados a partir de 1953 por encargo del párroco, licenciado Rafael Parra Castillo. Años después, el mismo artista tallaría en cantera un Via Crucis similar para la basílica de Talpa.
La escena inicial de la serie se ubica en el presbiterio, junto a la capilla de la Virgen del Carmen, al comienzo de la nave procesional norte. Allí representó el maestro Ramírez al procurador romano Poncio Pilato en la fortaleza Antonia, su residencia temporal a causa de la Pascua, en la que se le ve lavándose las manos frente al Señor Jesús para manifestar en forma pública que se deslindaba de la responsabilidad de haberlo condenado a muerte.
La última escena se encuentra también en el presbiterio, al final de la nave procesional sur, y en ella se representa el momento en que se deposita el cadáver del Señor Jesús en el sepulcro.
La devoción del Via Crucis se estructuró durante la Edad Media, gracias a los peregrinos que regresaban de Palestina y buscaban perpetuar la vivencia de recorrer el mismo camino de Cristo hacia el Calvario. Se volvió tan popular que se encuentra actualmente en los muros de todas las iglesias.
Pero hay también tres esculturas en la parroquia de Guadalupe que evocan fuertemente el Viernes Santo. Una, que se encuentra en la nave procesional norte, representa al Señor Jesús de pie, vestido de rojo y coronado de espinas. Es la advocación conocida como “Ecce Homo” (“He aquí al hombre”), frase que pronunció Pilato al presentarlo al pueblo, creyendo equivocadamente que iba a despertar su clemencia.
Otra es la imagen de Cristo crucificado que, con el título de “Señor de los Desamparados” se encuentra en una capilla de la nave procesional sur, entre las representaciones de su Madre dolorosa, y de San Juan Evangelista.
Finalmente, junto al ingreso de la capilla del Sagrario, se encuentra una representación del cadáver del Señor Jesús dentro de su féretro. Se le conoce popularmente como “el Santo Entierro”.