Una nueva verdad histórica
Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Ex rector de la Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta
Los mexicanos, en particular quienes nos gobiernan, son extremadamente creativos en inventar historias para desviar la atención o tergiversar la realidad para alterar el origen o la relación causal de crímenes o delitos que jamás se esclarecerán.
La gente de mi generación, o quienes gustan de la historia, recordarán el tan sonado caso de la Paca, quien en 1997 fue acusada de sembrar el cadáver del diputado Manuel Muñoz Rocha; acusado de haber asesinado en 1996 a Francisco Ruiz Massieu, en aquel entonces secretario general del PRI. Historia que nunca fue esclarecida.
Algo similar ha sucedido con la verdad histórica de los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa; quienes fueron asesinados el 2 de octubre de 2014 y hasta la fecha ese atroz crimen sólo ha servido para lucrar políticamente.
Han transcurrido doce años; 6 desde que el actualmente preso, Jesús Murillo Karam, presentó su falsa verdad histórica, y otros 6 del gobierno de AMLO, a quien le sirvió el caso en las elecciones de 2018 para ganar la simpatía de la sociedad y los familiares de los jóvenes normalistas. Hasta ahora ningún resultado, sólo las buenas intenciones de continuar investigando el caso para el sexenio 2024-2030; hasta que se cansen o perezcan sus familiares, padres o amigos de los desaparecidos.
Y todo esto viene a colación porque ahora tenemos una nueva historia que hace alusión a la traición, captura, secuestro o supuesta entrega del narcotraficante Mayo Zambada, fundador del cartel de Sinaloa y el hijo del Chapo, Joaquín Guzmán López.
La realidad es que, lo único que se sabe, es lo que los medios de comunicación privados han dado a conocer de manera imprecisa, o lo que los periodistas y comunicólogos suponen e interpretan que pudo haber sucedido sobre este asunto.
Hasta ahora, supuestamente, ni el gobierno mexicano sabe lo que realmente aconteció, ni el gobierno norteamericano ha dado información precisa.
Lo que suspicazmente podemos interpretar, es que toda esta maraña de desinformación solo ha servido para que mediáticamente el pueblo norteamericano confié en la eficacia del gobierno del presidente Biden para capturar a los capos mexicanos, y arrebatarle al candidato republicano Donald Trump el discurso sobre la necesidad de intervenir México para perseguir narcotraficantes en nuestro territorio.
De hecho, ni siquiera para el pueblo norteamericano hay claridad sobre estas detenciones; no sabemos si es sólo una estrategia mediática, o si realmente serán juzgados, porque las imágenes en videos y fotografías son muy diversas, corresponden a distintos lugares y épocas de estos personajes.
De igual manera, el gobierno mexicano y su secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, se han concretado en declarar que están esperando la información oficial del gobierno de nuestro país vecino, y que el gobierno mexicano no tuvo ninguna participación en la supuesta entrega o captura de los capos; como si quisieran demostrar que no han incumplido sus compromisos de “abrazos no balazos”, o curándose en salud para no ser víctimas de represalias por parte de los cárteles.
Hasta ahora esta es la versión histórica del gobierno mexicano; verdad que nunca sabremos, como ha sucedido en el pasado.