Una maravillosa Navidad
Consejos de una Abuelita Moderna
Por un México mejor
Había pasado la Noche Buena y un grupo de amigos estaban felices observando todos sus juguetes que el niñito Dios les había mandado por medio de sus amorosos padres, y el niño de la casa, vio por la ventana a una criatura, vendedor de chicles que traía una terrible cara de tristeza; desde el cielo, los tres hermosos Ángeles, estaban observando a ese infante indefenso vendiendo chicles… El Ángel de la paz, le habló dulcemente al niño de la casa y ante la mirada atónita de los amigos, el anfitrión, un bondadoso niño sin pelo, soltó los juguetes y se dirigió para hablar con su mamá.
Se trataba de una dulce señora llena de ternura y generosidad, de inmediato salió de su casa para buscar a ese afanado vendedor de chicles, y en cuanto lo vio, lo llamó. El niño vendedor corrió alegremente para preguntarle por cuántos chicles le podía comprar y se quedó atónito cuando la señora le dijo que le quería comprar toda la caja, si hacía el favor de ir a jugar con su hijito y todos sus amiguitos…
La criatura vendedora, se quedó con la boca abierta al escuchar la proposición de la dueña de la casa, porque él jamás había recibido ni una palabra dulce de su mamá y, mucho menos del cruel hombre que ahora vivía con ella…
Con sus ojos desorbitados, dejó toda su caja observando cómo la bondadosa señora le pagaba el valor de la compra de dos cajas de chicles, y lo presentó con su maravilloso Ángel Terrenal sin pelo, quien después de presentarse, lo tomó de la mano para llevarlo a jugar con sus amigos, quienes lo recibieron con un fuerte aplauso, ya que era el único niño en ese cuarto, que trabajaba para ganarse el sustento diario.
El niño vendedor, jamás había sentido tanto amor en su vida que su corazón empezó a palpitar muy fuerte, y les agradeció con una maravillosa sonrisa, dándole las gracias por tanta generosidad y muestras de amor.
Cuando empezaron a jugar todos con sus juguetes nuevos, uno de ellos le preguntó: “¿Y a ti qué te trajeron de Navidad?” El niño se sintió avergonzado y contestó con su cabeza baja diciendo: “Creo que no soy tan bueno como ustedes, y como soy un niño muy malo… ¡A mí, no me trajeron nada!” Y soltando los juguetes, se levantó muy triste y se dirigió a la puerta de salida…
En ese momento, le gritó el niño sin pelo: Espera… ¡Tú no te puedes ir!… Porque estoy seguro que éste maravilloso juguete es para ti, porque el tuyo me lo dejó a mí, mira, gracias a Dios, me trajeron tantos regalos éste año, que no podía comprender el porqué, hasta que te vi por la ventana vendiendo esos deliciosos chicles… ¡Mira!… Me dejó tantos que aún me falta abrir ese grande…Gracias a Dios no lo abrí…Ábrelo, por favor, porque ¡es tuyo!
Al escuchar tanto alboroto, la mamá fue de inmediato a ver qué pasaba, y se sintió tan feliz al ver la bondad de su hijito, que de inmediato le dijo al niño: Por favor, tómalo y ábrelo frente a todos tus nuevos amiguitos…
El niño con gran temor tomó el regalo y con una sonrisa indescifrable, lo abrió frente a todos y se sintió tan feliz abrazando su oso diciendo: “Gracias, ¡Jamás me sentiré solo!, pero… después de jugar, me lo guardas, para que mamá no me regañe… ¡Gracias!”
En homenaje a todos mis niños sin pelo del ¨Grupo Canina¨. ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Cariñosamente Ana I.