Una fuerte tormenta eléctrica
Consejos de una Abuelita Moderna / Por un México Mejor
El grupo de secundaria en el descanso, comentaron lo siguiente: ¿Qué les pareció la tormenta pasada?…
Una hermosa joven expresó: “¡Espantosa!, ¡Nos quedamos sin luz, y se escuchaban los fuertes truenos y, el resplandor de los rayos se veían por todos lados; aparte el calor iba en aumento en forma terrible, provocaba que todos estuviéramos encharcados en sudor!… Pasaron muchas horas en volver a reconectar la luz… ¡Qué horror!”
El joven sin pelo dijo: “En verdad… ¡Qué horror por las horas de angustia que tanto mi familia como yo pasamos, y nos pusimos a rezar al ver cómo algunos padres, sin conciencia, junto con sus hijos, seguían jugando en la alberca, a pesar de ver UNA FUERTE TORMENTA ELÉCTRICA!… Y cuando vieron que un rayo cayó muy cerca de la alberca… Como que se asustaron un poco y se comenzaron a salir para irse a refugiar todos mojados dentro de una palapa que estaba llena de gente… No sé qué se oía más fuerte, si el ruido de los truenos o el grito de los niños asustados.”
El joven recién egresado comentó: “Por lo que dices, parece que esos adultos… ¡Jamás asistieron a la escuela!… ¡Creo que Dios escuchó sus oraciones, porque de milagro no quedaron electrocutados!… ¡Sólo los que no saben amar a sus hijos, ni a sí mismos, son capaces de cometer ese tipo de acciones descerebradas en UNA FUERTE TORMENTA ELÉCTRICA!”
El gracioso dijo: “Lástima que no soy antropófago, ni me encontraba en ese lugar, porque de seguro, de la cocina de mi mamá de inmediato hubiera traído sal, pimienta, sazonador y un poco de cilantro, para aventar a la alberca, pues con tanta gente saldría ¡una sopa exquisita! ja, ja, ja…”
Otra chica expresó: “Lo que a ti te causó risa… ¡A mí me produjo pavor!, sólo pensar que un rayo puede electrocutar a tanta gente… Hace años, en el norte de nuestra República Mexicana, comenzó una fuerte tormenta y una pareja de enamorados se refugiaron bajo un árbol, ahí cayó un rayo ¡y los electrocutó! Y al hermano de una amiga, jugando tenis, también murió electrocutado…”
Quiso llorar pero la interrumpió el gracioso…
“De seguro el joven le dijo a su novia: ¡Que me caiga un rayo si no eres la única en mi vida! Ja, ja, ja…
Y el hermano de tu amiga dijo: “¡Yo soy el mejor tenista del mundo y jamás he mentido! Ja, ja, ja…”
El joven sin pelo lo reprendió: “¡Jamás te burles del dolor ajeno! ¿En realidad el día de la tormenta no sentiste miedo?… ¡Confiesa la verdad!”
El gracioso dijo apenado: “En realidad mucho, ¡estaba temblando! Pero… Mi papá siempre me dice: Hijo mío, al mal tiempo buena cara, y por eso como los he visto tan tristes y asustados como yo lo estaba, traté de reanimarlos con cosas graciosas para quitarles ese sabor amargo de boca. Perdonen mi osadía… ¡Por favor!”
El joven sin pelo expresó: “Gracias mi buen amigo, ahora te comprendo mejor, tu papá tiene la razón: Siempre tenemos que ver la vida con una buena cara… Es muy importante ser positivos y jamás perder esa franca sonrisa de los labios, pero… ¡también es importante saber cuándo debemos callar y cuándo reír!… Porque si estamos hablando de algo serio que afectará a la comunidad en general, y nosotros salimos con un chiste irónico… ¡Nos pueden hasta malinterpretar nuestras acciones positivas!”
El gracioso dijo: “Tienen razón al decir: En la enseñanza se han descuidado Materias Básicas!”
Para mis hermosos Ángeles Terrenales del ¨Grupo Canica¨.
Cariñosamente Ana I.