Tu legado no se construirá en un día
Empresa Familiar / Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
“Mi legado no es lo que hice para mí, es lo que estoy haciendo para la siguiente generación”. Vitor Belfort
Lo que dejamos a los que vienen no se construye al final… Se construye a diario.
Leí recientemente un cuento de Cristina Rodríguez Lomba, La Sabia Decisión del Rey, que narra cómo un rey debía elegir a su sucesor, pues había tenido trillizos y no podía simplemente heredar el trono a su primogénito. En el cumpleaños número 18 de los trillizos, su padre les pidió que emprendieran el viaje que quisieran durante un mes y les dio 100 monedas de oro para hacerlo sin problemas.
Al regresar, compartieron sus experiencias. El primero de ellos fue directo a la zona más próspera del reino, lo trataron como un rey y casi no tuvo que gastar ninguna de sus monedas. El segundo contó que se unió a un circo itinerante, disfrutó cada segundo y tampoco tuvo que gastar. El tercero no pasó un viaje tan positivo. Él conoció todos los rincones del reino que pudo y encontró la precaria situación en la que tantos de ellos se encontraban. En contraste con sus hermanos, el tercero de los trillizos regresó sin ninguna moneda; decidió dar todo lo que tenía a quienes más lo necesitaran. El rey exhaló y con orgullo decidió coronar a este último; al que tuvo la oportunidad de vivir con todos los lujos que hubiese querido, pero que prefirió conocer la realidad de sus súbditos y dar en lugar de recibir.
La decisión tan crucial de quién sería el sucesor del rey, define también cuál sería su legado. El rey elige que su legado sea uno de dar, de hacer crecer al de enseguida y no de crecer a expensas de él. Y vaya que nunca es muy temprano para preguntarse qué legado queremos dejar.
Nuestro legado es construido diariamente a razón de cada decisión que vamos tomando. Decidir tomar el camino de la responsabilidad social, por ejemplo, sabiendo que, a pesar de que sea lo correcto, no necesariamente es lo más cómodo abona a nuestro legado. Lo mismo sería elegir practicar favoritismos y desechar buenas prácticas por conveniencia o incluso pereza.
Cuando se trata de una empresa familiar, el legado de su dueño trasciende a la empresa e impacta directamente en la vida personal de sus integrantes. Un legado de respeto e integridad influye más que en el trabajo y afecta las decisiones personales de sus miembros. Construir y honrar relaciones de trabajo dignas, respetuosas y que buscan el crecimiento mutuo es un ejemplo también de cómo tratamos el resto de nuestras relaciones.
Un legado de emprendimiento y administración visionaria, rige la forma en que los miembros de una empresa se desempeñan en la misma y cuál será la cultura de colaboración y de eventual sucesión. Un líder que trata con la misma dignidad y respeto a los que están dentro y fuera de su familia y de su empresa, que asegura que la transición de liderazgo se realice de forma organizada y con la persona adecuada dejará un liderazgo exitoso.
Sin embargo, un componente extra del legado que debemos considerar es la apertura al cambio. ¿De qué nos sirve un gran legado inquebrantable y obsoleto? Idealmente, seremos recordados dentro de nuestras empresas por nuestra excelencia, por nuestra dignidad y la forma en la que innovamos en nuestro momento promoviendo la innovación continua. Aunque esta cultura de innovación lleve a la empresa por caminos distintos, la siguiente generación debe llevar a la empresa a caminar dichos caminos con la misma excelencia y dignidad que hemos establecido que rige quiénes somos nosotros y quién es nuestra empresa.
Hago la invitación a meditar cómo nuestras decisiones diarias y nuestros prospectos de sucesión abonan a lo que queremos dejar y cómo, desde el retiro, podemos seguir influyendo en nuestras empresas y familias gracias a lo que decidimos hacer hoy.