Tijuana

La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia

Cuando se recorre con ojos de explorador, Tijuana nos va revelando su encanto peculiar

Las ciudades fronterizas tienen un encanto peculiar al ubicarse en los límites nacionales, constituyendo espacios de borde donde parecen incrementarse las complejidades de los territorios compartidos.

En sociedades con instituciones consolidadas como las europeas, las fronteras dejaron de ser cerradas suprimiéndose los puestos de control gracias al acuerdo de Schengen, vigente desde 1995.

Por lo que respecta a América Latina, las fronteras siguen siendo espacios de control de la fuerza del Estado debido al pasado autoritario que nos caracteriza. En estos contextos, destaca La Triple Frontera, ubicado en la intersección de ArgentinaBrasil y Paraguay, cerca de las famosas cataratas del Iguazú. Algo similar ocurre entre Tabatinga (Brasil), Leticia en Colombia y Santa Rosa de Yavarí en Perú.

Una frontera que destaca por su volumen de tráfico es la Tijuana y San Diego, materializando los diferentes niveles de desarrollo el Primer y Tercer Mundo, atrayendo a miles de inmigrantes venidos de todo el mundo y que buscan alcanzar el “sueño americano”.

De acuerdo a fuentes oficiales, por las garitas de El Chaparral, San Ysidro y la Mesa de Otay cruzan más de cincuenta millones de personas cada año. Para los funcionarios de migración de ambos países y para la sociedad de este entorno binacional, ello transcurre con altos niveles de normalidad, pero no alejada de las tensiones que resultan de compartir un territorio dividido.

Las tensiones van cambiando de acuerdo a las situaciones particulares, aspecto que resaltó en la pasada crisis sanitaria del COVID-19 cuando permaneció cerrado el tránsito terrestre entre México y los Estados Unidos de América. 

Una frase común entre los mexicanos es decir que lo único bonito de Tijuana es San Diego, y algo de razón pesa en ello. Quizá tiene otra estética, vinculada con el caos, la informalidad y el vergonzoso negocio del tráfico de personas. No es fácil sobrellevar el paisaje de la desigualdad cuando se recorre la línea fronteriza donde los migrantes se agrupan para intentar pasar al “otro lado”.

Pero cuando se recorre con ojos de explorador, Tijuana nos va revelando su encanto peculiar, esparcido en sitios tradicionales como el Centro, donde se ubica la famosa avenida Revolución, y en donde los estadounidenses llegaban a consumir alcohol durante la prohibición de los años 20 del siglo pasado. De esta manera fue forjándose una fama asociada a los excesos, tanto en el beber y comer como en actividades ilícitas como el consumo de drogas o la prostitución.

También están las Playas de Tijuana, que ocupan la porción más occidental del país y en donde está la monumental Plaza de Toros y la continuación del muro fronterizo que continúa hasta el mar.

Con varias frecuencias aéreas diarias, nuestro puerto y Tijuana mantienen lazos estrechos en materia turística y comercial. También es un sitio de contacto con el sur de California, uno de los emisores naturales de visitantes que desde hace décadas gozan de los atractivos que tenemos en esta región bendita donde nos tocó vivir.