Tiempos de armonía
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Hemos notado que deleita de alguna manera al ser humano promulgar leyes, pero más nos agrada infringirlas. Es comparable cuando los niños construyen castillos de arena en la playa, con una asombrosa creatividad y paciencia, para luego destruirlos con gran regocijo. Mientras se construyen los castillos de arena, el mar lleva más arena a la playa; cuando se derriban estas esculturas, el mar ríe junto con ellos. Hay quienes consideran que las leyes humanas no son castillos de arena, sino que ven la vida como una roca y las leyes como un cincel, con el que la esculpen a su semejanza e imagen. En esto cabe reflexionar que la disciplina es urgente en cualquier comunidad donde se apliquen ciertas normas que rijan la conducta de todos los pobladores para poder salir adelante en todas las actividades, siempre respetando el libre albedrío.
Si tenemos un poco de paciencia y hacemos una evaluación con profundidad de nuestro caminar por la vida a través de los años, es importante que por cada etapa de nuestra existencia analicemos el momento actual. Esta sociedad está asediada por los demonios que andan sueltos, provocando incertidumbre y una psicosis colectiva, en lo concerniente a la armonía, que amenaza la seguridad y los valores morales de las familias, las cuales siempre se han distinguido por su unidad y por el respeto a sus tradiciones y costumbres. Ahora, vientos adversos a nuestros principios quieren desintegrarnos, eliminando todo vestigio que nos haga sentir siempre orgullosos de nuestras raíces. Solamente manteniendo un clima de paz y tranquilidad social serán los elementos básicos para lograr la evolución requerida en estos tiempos de grandes cambios en la conducta humana.
Ir por el buen camino
Recordando algunos pensamientos que llegan a mi mente, creo que es oportuno comentarlo: ¿Qué podemos decir de la vida de la vieja serpiente que, por más que desee cambiar de piel, resulta imposible renovarla y que tacha a las demás de desnudas y avergonzadas? ¿O de aquellos que solo ven sus propias sombras y éstas constituyen para ellos la Ley? Hay quienes quisieran castigar en nombre de la justicia, descargar el hachazo en el árbol maligno, sin antes ver sus raíces. La vida nos da las enseñanzas en el caminar de nuestro destino y no hay más que aplicarlas para obtener el salvoconducto a la felicidad. Lo más importante es aprender a vivir, concibiendo al ser humano como el conjunto de sentimientos, esfuerzos, voluntad e inteligencia; recordando que paso a paso tenemos que rectificar el camino, porque aunque creamos que estamos en el buen sendero, es muy posible que insensiblemente nos estemos apartando de él.
Algunos grandes sociólogos comentan que al parecer, el mal típico del mundo moderno se encuentra en la falta de moral. La humanidad de hoy corre el peligro de ser destruida desde dentro, desde su propia decadencia moral, y en vez de luchar contra esta enfermedad que amenaza su misma vida, nos fijamos en el peligro externo que solo es una consecuencia de su enfermedad moral interna. El verdadero peligro de ruina para la humanidad no proviene de nada externo, sino del derrumbe de las fuerzas morales. La pregunta entonces es saber qué hacer para obtener la curación de los hombres y mujeres, que está a la base de otras curaciones. Siento sin temor a equivocarme que principalmente está en la familia, de ahí nace la sociedad. La responsabilidad de los padres de familia es mandato supremo donde se adquieren los principios fundamentales que rigen, en consecuencia, la formación del ser humano. En este sentido, las reglas o normas en su expresión más simple son portadoras del sentido y orientan así la vida de los individuos.
Juntos por el bienestar
Hago votos para que todas las parejas de este municipio y de la región de Bahía de Banderas basen sus relaciones en intereses y gustos comunes, sabiendo que existen diferencias de opinión que pueden ocasionar disgustos, discusiones, confrontaciones, etcétera. Por lo tanto, el ingrediente principal para una relación sana es buscar la solución no violenta de conflictos, mediante la confianza, la reconciliación y el perdón. Sabiendo de antemano que ninguno de nosotros somos perfectos, habrá ocasiones en las que actuemos egoístamente en lugar de entregarnos; siempre tenemos que tener en mente que el amor renacerá siempre cuando haya sinceridad. Sabedores de antemano que en cualquier relación existen riesgos, lo más importante es conocerse para aceptarse mutuamente, evitando así rompimientos que vayan más allá de la generación de conflictos.
Lo que me queda claro es que tenemos que trabajar todos los sectores de la población en pos del bienestar social; juntos encontraremos los nuevos senderos por los que ha de transitar el nuevo Puerto Vallarta que queremos. Pero para esto, habrá que tener como principios su fortaleza interna, su lealtad permanente al desarrollo sustentable del destino, desechando a los inconformes y a los sembradores de odio, que hoy en día están marcando su propio destino. Urge por eso definir de una vez por todas el rumbo que deseamos los vallartenses, demostrando madurez en nuestro actuar; propongámonos seguir luchando, salvando siempre espacios de progreso para el bienestar del pueblo que pide con razón acciones tendientes a armonizar nuestras vidas, aumentando las oportunidades de trabajo para que así haya prosperidad para todos en todos los sentidos.
Los retos más difíciles son los que mejor se saborean, con creatividad, emoción, honestidad y amor a ésta tierra pródiga saldremos victoriosos de cualquier acechanza. Son días de buscar las estrategias adecuadas para seguir atrayendo a miles de turistas a disfrutar de los encantos de este paraíso, y una de ellas será siempre la hospitalidad, basada en la humildad, calidad y prestigio de todos los prestadores de servicios turísticos. Tenemos todo lo que la madre naturaleza nos ha dotado, basta con adecuarnos y no provocar su ira con acciones de degradación, son los tiempos de reconciliarnos con ella.
Con voluntad férrea y con decisiones atinadas, lograremos nuestros anhelos