Soñar no cuesta nada

Red Interna / Humberto Famanía Ortega

Seamos menos egoístas con las generaciones venideras, tienen los mismos derechos para encontrar los equilibrios necesarios para alcanzar la felicidad

Cuántas veces nuestra imaginación nos hace sentirnos fuera de la realidad, porque el poder de la mente es maravilloso, Dios nos otorgó un cerebro programado para vivir a plenitud donde la calidad de vida depende de ti, de nadie más. Los elementos de la naturaleza te ayudan a establecer criterios de adaptación a las circunstancias en las que te encuentras.

Todo esto me lleva a interpretar del porqué de tantas situaciones que nos están llevando a la destrucción masiva de nuestra libertad, que es lo más sagrado y no la respetamos. Estamos creando nuevas formas de vivir cayendo en el libertinaje, donde nuestra moralidad se va precipitando para caer en lo más bajo como la falta de respeto por la vida.

Debemos empezar por corregir las fortalezas propias de la familia, que nos dan educación, unidad, protección, pero sobre todo sentido por la vida que tanta falta hace para valorarnos. Cada uno de nosotros poseemos un don, urge buscarlo para comprender cuál es el camino que nos llevará por estadios mejores para lograr prosperidad.

Ubiquémonos en la creación de este planeta azul que brotó de un sueño del Creador, en el que obró con paciencia e inteligencia para formar esta tierra tan llena de belleza, donde con un soplo crea al ser humano una vez que acondicionó su hábitat, cada día deteriorándose por nuestra intransigencia de transformarlo todo sin orden ni beneficio.

Ahora es tiempo de caer en un sueño profundo que nos haga reaccionar sobre la justificación de nuestra existencia, para así poder comprender de los mensajes que hoy en día vemos, donde el Bien y el Mal están en una constante lucha de poder. Basta con reflexionar acerca de todo lo que está ocurriendo en nuestro entorno, que se está deteriorando a pasos agigantados.

Seamos menos egoístas con las generaciones venideras, tienen los mismos derechos para encontrar los equilibrios necesarios para alcanzar la felicidad. Ya no quiero soñar tanto, deseo se haga realidad la felicidad de todos, iniciando por respetarnos, conviviendo en paz y tranquilidad hasta con la propia naturaleza, misma que ya está cansada de tanta destrucción, la reacción es fuerte a estos impactos, lo estamos viendo en el contexto mundial.

Es Tiempo de desprendernos de adornos y boatos faraónicos, de los signos aparatosos de brillo y egolatría para subrayar la sencillez de los valores personales.