Solteras o solteronas
Que tire la primera piedra quien no ha juzgado a una mujer por ser soltera a los 35 años. Trágico, pero cierto.
La presión por comprometerse a los veintes es abrumadora para las mujeres, la situación es complicada cuando los padres comienzan hacer comentarios hirientes, su intensión jamás será dañar a su hija, es sólo que no dimensionan la gravedad de sus palabras.
Apenas una mujer cumple 25 años, los padres o familiares desean verla caminar hacia el altar, sin importar cuánto amor sienta por su futuro esposo o siquiera tenga pretendiente. Les preocupa ver a su hija sola sin descendientes.
Se tensa el ambiente cuando la hermana o hermano menor se casa primero que la primogénita, de inmediato sus amigos intervienen para dar apoyo moral a su compañera aún soltera.
“No siempre serás joven y bella”, quién no conoce esta sentencia. La naturaleza también presiona a la mujer para llegar a la maternidad en una edad –como dicen los especialistas- fértil, o sea antes de los 36 años, después las complicaciones salen a relucir.
No dimensiono la comparación: una mujer de 30 años, madre de un niño de 6, se embaraza y la noticia es celebrada por todos; en cambio su congénere con la misma edad, está por tener su primer bebé y antes que la feliciten caen las burlas “ya te estabas quedando” o “vas para abuela”. ¡Qué infamia!
El mundo ve con tristeza este comportamiento de la sociedad de los varones. El rol de la mujer actual va más allá del estereotipo de ama de casa, oculta en su hogar, educando a sus hijos y haciendo las labores doméstica; ahora emprende, es líder, transforma el mundo por su invaluable labor en todas las áreas donde participe.
Cómo olvidar a las mujeres del viejo continente cuando se integraron a las luchas obreras, políticas y amplia participación en las decisiones más importantes de la humanidad en lo que se conoce como un reconocimiento a sus derechos.
La esclavitud del pensamiento en el pasado no cambia condiciones, en Europa, Estados Unidos y la Región Latinoamericana se distingue por sus formas tan disímbolas para establecer estos importantes lazos. Vincularla más allá de una estrategia social a una cultura de actividad humana plena en el reconocimiento del papel histórico de la mujer.
Desde cualquier punto, las mujeres tenemos mucho que entregar a la vida, a la sociedad y al futuro. No se puede arrinconar a un ser con la misma libertad de decisión que el sexo opuesto.
Por sí mismo el concepto de “solteronas”, “dejadas” o “quedadas” no pueden influenciar a un pensamiento realmente moderno. Las mujeres somos seres excepcionales que hemos llegado a madurar tan rápido que los frustrados no se permiten asimilar el cambio.
Me preocupa que los humillantes apelativos sean aceptados por las féminas, a veces disimulan su tristeza o depresión, jamás la demuestran, su valor por soportar críticas es mayor que su deseo de darle gusto a terceros. Me rodeo de mujeres exitosas, inteligentes, sagaces, alegres, sensibles y humanistas, todas esas virtudes son lo que me interesa en su persona.
Confrontar a la mujer con su destino infausto no vale de nada, más valiera darle el lugar en la historia que merece y por el cual lucha a diario, fuera de paradigmas inmovilizadores, verla en plenitud siempre, esa será la obligación en el futuro inmediato. Respetar ante todo la vida íntima de las personas, eso es el principio de una sociedad verdaderamente igualitaria.