Sobre la ética del binomio docente-dicente
Educación y parentalidad / Jesús Cabral Araiza
“Un gobierno popular, sin información popular o los medios para adquirirlo, no es más que un prólogo a una farsa o tragedia, o tal vez a ambos. El conocimiento gobernará para siempre la ignorancia, y las personas que pretenden ser sus propios gobernadores deben armarse con el poder que el conocimiento brinda.” James Madison.
Parece que ahora con el regreso a la presencial a la vida escolar, y en lo particular a la vida de las aulas universitarias, muchos de los aspectos formales institucionales y de las prácticas cotidianas de la docencia y el buen hacer estudiantil en la vida escolar, se ha perdido o a cambiado en apenas dos años y no siempre para bien.
Pero vayamos por partes, les propongo la siguiente definición de ética: Área de la filosofía que incluye el estudio de la moral y los valores humanos. Ello para no entrar en disertaciones profundas ni discusiones bizantinas que nos lleven a los clásicos, y una posible comparación con idealizaciones modernas. Con esto deseo afirmar que la parte pragmática de mi propuesta es muy simple y en dos fases, una, de análisis respecto a lo que éramos antes de la pandemia, y dos, un análisis y propuesta de lo que podemos ser y hacer post-pandemia.
Pues bien, hasta antes de marzo de 2020, parecía que la vida rutinaria que teníamos, no iba más allá de la remembranza de las calamidades pasadas y de los retos de un presente siempre con algo de complicaciones y quejas de la cotidianidad escolar. Sin embargo, pronto entendimos que la pandemia es, y de hecho, sigue siendo indeterminada respecto a su temporalidad -así lo demuestran los rebrotes en China, Alemania e Inglaterra entre otros países- con todo y ello, parece que lo que recientemente hemos vivido, ha servido de poco, seguimos observando demasiada violencia social e individual, ya sea en los estadios, los hogares, las aulas de clases, o cualquier lugar en el que no coincidamos en forma de pensar o ver el mundo, pareciera que ahí es el terreno propicio para desatar nuestros aprendizajes violentos.
Observo en algunos casos de docentes, poca empatía, motivación y compromiso profesional y hasta ético hacia sus educandos e incluso hacia ellos mismos. Reflejado en llegar tarde a sus clases, falta de empatía docente, preparación de sus clases y formación permanente entre otras. Pero de igual manera los alumnos no se quedan atrás, muchas tareas les agobian y son motivo de queja y hasta de denuncia formal hacia sus maestros, poco compromiso de ser alumno de tiempo completo, no van más allá de lo formal visto en clase y si a ello le sumamos poca motivación hacia el Emprendurismo o la formación en la práctica fuera de las aulas, tenemos que los alumnos también reflejan una afectación post-pandemia que es notoria cuando uno los recibe en las aulas.
Considero que no esta de mas señalar que si deseamos mejores condiciones de vida, las tenemos que construir con base a nuestro esfuerzo cotidiano, incluso no sugiero complicarnos la vida, hagamos lo siguiente: Lo que debemos hacer, hacerlo motivados y con alta calidad, si hay dificultades para hacerlo -que de seguro las habrá porque son parte de la vida- debemos ser lo suficientemente inteligentes para vencerlas o darles la vuelta, no vale la pena atorarnos en cosas que nos desgasten o desvíen de nuestro propósito fundamental. Construyamos mejores ciudadanos y profesionistas con nuestra labor docente y que los alumnos busquen nuestros mejores ejemplos. Gracias por su lectura.