Reflexiones sobre el bienestar animal de mascotas

ConCiencia Animal / MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez

Gran parte de la problemática radica en la ignorancia e irresponsabilidad del propietario de la mascota que definimos como maltrato virtuoso

Parte 2

Siguiendo con el análisis de la parte de las reflexiones sobre el bienestar animal en las mascotas hecha por el MVZ Antonio Rueda en el libro “La Paradoja del Bienestar Animal”, obligatoriamente tenemos que terminar con los 5 principios que son una amalgama de las famosas 5 libertades de los animales con los 12 criterios que establece el Welfare Quality Proyect dentro de la evaluación y observación del bienestar en los animales de compañía.

Alimentación

Comenzamos con que estos se encuentren sin excesos ni carencias de alimento y bebida. Toda mascota tiene necesidades nutricionales distintas, una buena nutrición mejora la calidad y el tiempo de vida de las mascotas, además de ser parte integral para el cuidado óptimo del animal.

Una alimentación apropiada a lo largo de todas las etapas de la vida, puede ayudar a evitar enfermedades asociadas con la dieta, así como el manejo de otro tipo de enfermedades. Están bien documentados los excesos de comida y su repercusión en la salud, a mediano y largo plazo. Así que tanto los excesos y carencias no serían indicadores positivos de bienestar animal en nuestras mascotas.

Alojamiento

El segundo principio es sobre el alojamiento adecuado y cuidados básicos. Cada especie tiene necesidades distintas de espacios, temperatura, humedad, pisos o sustratos o el material para cama y juego; elementos que hay que tener en consideración antes de tener una mascota.

Lo primero es definir qué tipo de casa habitación tenemos, cómo son sus espacios y qué tan dispuestos estamos a ceder los lugares para la mascota, considerando su talla, limpieza, coste y mantenimiento del equipo en caso de algún tipo de encierro como jaulas, terrarios, placas térmicas, humidificadores, entre otros, así como el cepillado bañado y limpieza de su entorno.

Ausencia de dolor

El tercer principio es sobre la ausencia de dolor, malestar y/o enfermedad. Los comparativos son de acuerdo con el mismo individuo, a cómo era antes y cómo es hoy, así como a los lineamientos generales de la especie, la raza y la función zootécnica para la cual fue desarrollada dicha raza. La responsabilidad al adquirir una mascota es su respeto como ente viviente y sintiente, así como el compromiso  de brindarle la atención médica adecuada.

Tenemos que considerar y estar conscientes de los promedios de vida de nuestras mascotas; hay que tomar en cuenta que hay mascotas muy longevas, pensemos en pericos y tortugas, pero también los perros y gatos pueden tener gran expectativa de vida y centrarnos sobre las etapas más vulnerables como cachorros y geriatras.

A un cachorro se le denomina así cuando tiene un tercio de su vida promedio, y un paciente geriátrico es quien ha alcanzado tres cuartas partes de su vida promedio; son en síntesis los dos grandes momentos cuando hay que invertirles económicamente en medicina preventiva, atención a diversas molestias y enfermedades crónico-degenerativas.

Mantenerlos en alojamientos adecuados y correctamente habilitados, ayuda a reducir los malestares propios de los procesos patológicos en curso. Aquí es donde normalmente el antropocentrismo nos hace evaluar las situaciones con nuestros mismos criterios. Por ejemplo, en el caso de una mascota que no se mueve y no quiere pararse de un mismo lugar, el propietario podría pensar que es un perezoso y que le da flojera moverse, cuando probablemente lo hace por alguna discapacidad o dolor, aunque la justifican diciendo: “Es que no llora”, pero nunca he visto llorar a una persona adulta con un dolor que le impida el movimiento, solo lo manifiesta verbalmente, pero nuestras mascotas dan signos y un signo de dolor es esa poca movilidad que se calificó como pereza.

Entendiendo por signo a toda aquella toda actitud o disfunción fisiológica; como con el hambre o la sed, en el caso de los gatos y sus conductas predatorias propias de la especie, siempre se piensa que tiene hambre porque mata las moscas; caza a los peces cuando los ve en movimiento frente al acuario; o bien a las aves; o se le da de comer dos veces al día, cuando su rápido metabolismo exige alimentación con mayor frecuencia. En tanto que los animales de hábitos vespertinos o nocturnos son culpados de no dejar dormir a su propietario.

Vivir sin miedo

La cuarta se basa en una vida sin miedo y/o angustia. Con las condiciones ambientales satisfactorias, no tendrían por qué manifestar miedo o angustia; las relaciones inter especies y con sus propios congéneres, no tienen que ser necesariamente malas, siempre y cuando se satisfagan las necesidades de cada individuo.

La pica, la alopecia psicogénica, la neurodermatitis, la coprofagia, la colitis, la gastritis, entre otras, son indicadores de que algo anda mal en el entorno.

Libertad

Y la quinta y última es la libertad para expresar su comportamiento normal, considerando el comportamiento individual social con los miembros de su especie, conocidos o desconocidos, y con personas también desconocidas o conocidas. El comportamiento normal es ladrar, maullar, piar, rascar, morder, orinar, defecar, comer, fornicar, marcar su territorio, dormir, jugar, anidar, buscar guarida. Así, el papel de la educación en algunas mascotas es formar un hábito y no censurar conductas.

Evitar la responsabilidad de la educación, no consiste en dejarlos encerrados y hacinados porque consideramos que la mascota es “torpe y no entiende”, cuando el propietario es el que no se da a entender y censura antes de generar hábitos, castiga injustificadamente y manda al exilio, o regala, o deja en azoteas, patios o jardines porque el “torpe” no sabe hacer las cosas.

El verdadero responsable

El problema real es el propietario que no indica ni dedica tiempo para educar a su mascota, por lo tanto, no es responsable de sus cuidados, así que muchos animales ferales son producto de la falta de atención.

Las necesidades de ejercicio y juego distracción son fundamentales, debido a que muchas de nuestras mascotas en su estado natural, o desde sus antecesores salvajes, tienen que dedicar gran parte del día a conseguir alimento, pero nosotros se lo proporcionamos libremente, así que les sobra tiempo; y eso es igual a ocio que conduce a comportamientos destructivos, ansiedad y cualquier problema conductual.

En conclusión gran parte de la problemática radica en la ignorancia e irresponsabilidad del propietario de la mascota, ya que el común denominador de sus propietarios es no proporcionar los satisfactores mínimos de bienestar en unos casos, y en otros, las mascotas están sobre cuidadas y tampoco se cumplen los satisfactores de bienestar animal, es decir, se encuentran en buenas condiciones, y relativamente bien cuidadas, pero con molestias que definimos como maltrato virtuoso como el suetercito, el perfumito, etcétera.

El médico clínico y/o especialista en alguna determinada especie, quizá nos indique qué cambios va a tener la mascota durante su vida al pasar de los años, necesidades alimenticias y características del alimento, cuidados básicos, tipo de entorno, temperaturas, humedad, requerimientos de espacios y actividades a realizar, así como la corrección de algunas conductas no deseables. Cuando se requiere apoyo más específico y puntual, entran los etólogos a buscar la fuente de esa conducta no deseada, modificándola, reorientándola o realizando enriquecimientos ambientales, hasta quizá usar fármacos que nos lleve a tener una mascota en homeostasis con su entorno.