Recordando al Dr. Michael J. Lemus por su espíritu altruista
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Siempre es un gran honor dedicar unas letras a figuras que han trascendido en la vida. Me refiero a un hombre que se entregó con pasión a fomentar las relaciones humanas a través de los Comités de Ciudades Hermanas: el Dr. Michael J. Lemus (QEPD).
De nacionalidad norteamericana y con corazón mexicano, sirvió con emoción, entrega e inteligencia a las causas sociales. Todavía se le recuerda con respeto y cariño por sus gestiones para otorgar beneficios a la comunidad vallartense, donde la amistad fue el principal detonante. Dicen que para conocer la trayectoria de una persona es necesario analizar con detenimiento el legado que dejó. Muchos de sus planos y proyectos se hicieron realidad, pero es necesario dar a conocer parte de la esencia que motivó a este ilustre ser humano a trabajar sin descanso en pro de las Ciudades Hermanas internacionales.
Antes de compartir algunas reflexiones, quisiera mencionar la siguiente frase en memoria del Dr. Lemus: “Un brazo vale cien brazos cuando los mueve un cerebro ilustrado. Un cerebro vale cien cerebros, cuando los sostiene un brazo firme”. Es por eso que existen hombres y mujeres con brazos firmes y cerebros ilustrados, dotados de habilidades especiales por Dios, que deben ponerlas al servicio de la humanidad, dejando una estela de verdaderas acciones que conlleven a una prosperidad mejor compartida.
Dentro de todos nosotros hay una gran fortaleza que nos hace salir adelante de las peores situaciones. Una y otra vez nos reponemos del dolor que nos causan situaciones difíciles; el gran poder del ser humano es la capacidad de decidir cómo reaccionar ante lo que le presenta la vida.
Las Ciudades Hermanas
Comentando los orígenes de la formación de los comités de Ciudades Hermanas, fue la inspiración del ex presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower. Como diplomático de altos vuelos, político y comandante militar supremo, llegó a la conclusión de que, en esos niveles de fuerza mundial, cualquier convenio, tratado y acuerdo entre los encumbrados líderes mundiales, debía hacerse bajo nubes de sospecha, desconfianza, miedo y la intención de tomar ventaja. Así, en 1956, este ilustre personaje propuso la idea de un programa de origen popular, mediante el cual la población ordinaria de todas las naciones pudiera juntarse y conocerse en base personal, eliminando las barreras que se encuentran en los niveles superiores del gobierno. Lo resumió como “Diplomacia del Ciudadano”.
Mi reflexión es que esta simple frase podría reducirse a palabras, emociones e ideas más sencillas que cada uno de nosotros pudiera sentir, experimentar e identificar, haciendo del concepto de Ciudades Hermanas una experiencia viviente.
Reflexionando aún más, siento que este concepto fue perfectamente llevado a cabo por el Dr. Lemus, basado en cuatro pilares familiares, para hacer que los programas fueran duraderos y productivos. Teniendo en cuenta que la caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo mío al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es suyo, lo que corresponde en virtud de su ser y de su obrar.
Cuatro pilares
Los cuatro pilares son HERMANDAD, AMISTAD, AMOR y RESPETO. Están construidos con entendimiento y sinceridad. La HERMANDAD no necesariamente quiere decir que debemos estar emparentados por sangre para ser hermanos y hermanas.
Cualquier persona o grupo de personas, asociadas entre sí en una causa mutua, puede lograr este parentesco sociológico y emocional. Hagamos sentir esta relación en términos que podamos identificar y reconocer.
Si de alguna manera nos encontramos, estrechamos las manos y nos damos cuenta de la existencia del otro, nos convertimos en conocidos. Si esta relación progresa y compartimos la compañía del otro, de nuestros hogares y reconocemos a nuestras respectivas familias, entonces nos habremos convertido en AMIGOS. Si subimos un poco más alto en la escala sociológica y compartimos nuestras experiencias personales, guardamos nuestros secretos y compartimos nuestro más preciado vino, entonces nos hemos convertido en íntimos amigos. Si nuestra relación llega al escalón superior y también compartimos nuestras virtudes, y nos regocijamos en sus bondades y beneficios, si conocemos los vicios de cada uno y aprendemos a tolerarlos o tratamos de ayudarnos y protegernos mutuamente de las consecuencias destructivas, entonces verdaderamente nos hemos convertido en HERMANOS.
El Dr. Lemus describió la AMISTAD como un afecto íntimo y apego mutuo. Comentaba que es una fuerza impulsora en las relaciones humanas; como cualquier otra interacción humana, la amistad no se puede fingir. Una amistad falsa es tan transparente como una hoja de vidrio. La amistad sincera llena un vacío. Uno mismo puede determinar si está en el corazón o en el alma, pero todos tenemos emociones y la inteligencia para diferenciarla.
Cuando nuestros ojos se encuentran, comentaba este gran hombre, puedo saber por su brillo, su destello y el enfoque de sus pupilas, si en verdad me estás mirando o viendo a través de algún vacío distante y no existente. Todos tenemos el talento y el sentimiento de conocer una amistad sincera. Reconfirmaba que en las Ciudades Hermanas la tenemos; de esta manera, los gastos y las largas horas de trabajo, viaje, fatiga y frustración no tendrían sentido. Sabemos que la tenemos porque cuando estamos juntos, sentimos la plenitud, la felicidad, la satisfacción y la sensación de que pertenecemos los unos a los otros.
El AMOR
Es probablemente la más poderosa de las emociones que afecta nuestras relaciones humanas, pero el amor puede abarcar tanto que debo ponerlo en perspectiva en cuanto al afecto relacionado con las Ciudades Hermanas.
El amor más puro, más intenso, infinito y espiritual se llama ADORACIÓN. Pero, por principio de definición, es la intensidad de Amor que se brinda sólo a Dios nuestro Creador; ni siquiera a la Madre de Dios se le brinda adoración. Ahora viene el amor como debemos conocerlo entre los humanos. El hecho de que esté en la parte baja de la escala no implica que sea un Amor inferior. Cristo mismo dijo a sus apóstoles: “No tiene amor más grande el hombre que aquel que da su vida por un amigo”. Por supuesto, hablaba de un amor supremo y del sacrificio supremo.
Nosotros que tenemos familias debemos tomar conciencia del hecho de que somos capaces de hacer este sacrificio supremo para proteger a nuestros seres queridos, aún sin pensarlo. Sin embargo, esta es la misma intensidad de AMOR que deberíamos sentir por cada uno de los miembros de nuestras Ciudades Hermanas. Esta es el arma con la cual podemos lograr los objetivos y sentir la satisfacción que tiene por objeto nuestro programa. Este es el mismo Amor que deberíamos sentir aún por el más humilde de nuestros semejantes.
El RESPETO
Definido sencillamente, es “Conservar en alta estimación y tener consideración de los derechos de otros”. Repetía el Dr. Lemus; Considero que los mexicanos entre nosotros deberíamos entender esto tan bien como cualquier otro grupo étnico. Digo esto porque fue un humilde indio zapoteca de Oaxaca, Don Benito Juárez, quien expresó esto con las palabras más sencillas que él leyó, pero filosóficamente con un sentido más profundo que lo expresado por filósofos famosos de nuestra historia como Platón, Sócrates, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Así pensaba Don Michael J. Lemus. Realmente dejó un legado muy importante para las relaciones entre los pueblos. Solamente de esta manera puede florecer, prosperar y perdurar una convivencia pacífica y armónica en nuestras comunidades.
Vallartenses, nunca olvidemos a quienes contribuyeron con su granito de arena en esta tierra privilegiada. La memoria histórica es la que nos hace ser personas agradecidas y bien nacidas.
Estos conceptos antes mencionados son la esperanza para que el trabajo arduo, la sinceridad, devoción y dedicación, en compañía de Dios, nos guíen a todos hacia estas metas que nos llevarán a la prosperidad.
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