Reconstruyendo la realidad
Por estas fechas y en los terrenos educativos de cualquier nivel escolar, estamos regresando alas actividades presenciales. Pareciera en principio que, como es lo que deseábamos, estaríamos más que contentos y adaptados a la realidad conocida antes del confinamiento.
Pues ¿qué creen? Al parecer la realidad es otra a la esperada, entre algunos aspectos que observo, al menos en el ámbito universitario, son los siguientes:
De los alumnos: Estrés por regreso a clases, malestar psicológico, agobio de tareas y trabajos (aunque no sea mucho o incluso menos que antes del confinamiento) cambio en rutinas familiares y fricciones por ello, estrés por traslado de otro lugar de residencia a Vallarta, estrés o ansiedad por separación, duelo o melancolía asociado a alguna perdida familiar o de amistad, desgaste económico mayor y necesidad apremiante de trabajar para poder asistir a clases.
De los docentes: Estrés ante la presencialidad (a pesar de esperarla) estrés por cambio de rutinas diarias, agobio económico, estrés por traslados laborales, desgaste económico, en ocasiones etapa de duelo por alguna perdida de familiar o conocido.
Ante dicho panorama, resulta que la deseada y esperada “normalidad” no era o no resultarían ser la solución al problema del confinamiento, pues la realidad nos va marcando pautas diversas para cada sujeto y las actitudes y estrategias de resiliencia cambian y se adecuan constantemente. Ahora bien, no significa que estoy siquiera sugiriendo regresar al confinamiento o a la actitud de miedo y zozobra que teníamos antes de ser vacunados o antes de que las cifras nos mantuvieran recluidos y asustados ante una enfermedad potencialmente mortal.
Estoy tratando más bien, de alentar a nuestros pensamientos para generar una actitud mayormente resiliente, que permita entender que la vida implica riesgos, unos mayores que otros, imponderables, como los que seguro vivieron nuestros antecesores y que seguro es que, supieron sortearlos, con mayor o menor éxito, pero los enfrentaron y prueba de ello es que seguimos aquí.
Permítanme aquí hacer una recomendación musical del genial canta-autor Fernando Delgadillo y su canción dedicada a México, “hoy hace un buen día”.
Necesitamos adoptar una nueva actitud ante las adversidades, ser extremadamente optimistas ante los desafíos cotidianos y que son la constante en la vida, y seguro no terminarán porque lo decretemos o hagamos alguna cadena de oración (con todo respeto para los creyentes) soy un convencido que lasa acciones concretas y el convencimiento de lo que hacemos y de que hacemos el bien llevado a la práctica, nos ayudará a solventar muchos de los problemas que tenemos en el presente y que seguro no terminarán por decreto.
Como ejemplo vemos a nivel global que no hay un acuerdo unificado sobre las medidas sanitarias a considerar para terminar con la pandemia, cuando ya tenemos otro reto global, una guerra, que como todas, no tiene sentido y dejará sufrimiento y muerte a muchas personas, sin mencionar el desgaste nuevamente a nivel internacional en lo económico, psicológico y social, independientemente qué tan cerca o lejos se este librando, hoy ya debemos tener aprendido que el mundo es una pequeña aldea en la que al salir afectado uno por lejos que este, afecta por igual a su vecino distante.
Por ello, sugiero, hacer lo mejor posible su trabajo o profesión, haga el bien a quien sea que pueda, sea responsable socialmente, practique de manera más cotidiana la bondad y empatía, busque soluciones no más problemas, ¿más cómo? En lugar de ¿por qué? Sin duda la objetividad y subjetividad con la que enfrentamos la vida, determina nuestras acciones, pero siempre podemos ser agentes positivos de cambio, no tengo duda de ello, ¿qué esperamos para actuar de mejor manera? La vida es riesgo, no temamos a ello, enfrentémosla con valor y solidaridad, siempre podremos encontrar quien nos acompañe en el camino, no tengo duda, buen fin de semana para todos.