“Queremos erradicar la co dependencia a los programas sociales”
Presbítero Ignacio Rivera Martínez / Párroco de la parroquia de Talpita
En entrevista, el padre Ignacio Rivera comparte a experiencia e historia de Dives in Misericordia un proyecto que inició debajo de un huamúchil con una estufa y una mesa
Miguel Ángel Ocaña Reyes
En Puerto Vallarta hay héroes anónimos que ponen el interés común por sobre las necesidades personales, el presbítero Ignacio Rivera Martínez es uno de ellos.
Originario de San Luis Potosí, y radicado en Puerto Vallarta, el también párroco de la Parroquia de Talpita en la delegación Ixtapa es un hombre con vocación de servicio, cuya labor en el centro comunitario Dives in Misericordia ha brindado ayuda a un aproximado de 75 mil personas desde que inició su labor altruista en 2005 apoyando a personas de escasos recursos con un comedor comunitario, casa de día para niños solos, talleres de capacitación, orientación psicológica y prevención de adicciones.
En su día a día, el padre Ignacio Rivera en colaboración de la madre Florentina Moreno Vaca, directora del centro comunitario, así como nobles voluntarios y benefactores, buscan recursos para sacar a flote un proyecto que anualmente requiere más de 850 mil pesos para continuar operando.
¿Cuándo llega a Ixtapa a prestar a prestar su servicio?
Yo llegué a Ixtapa en el año 2003 a la Parroquia del Sagrado Corazón, me mandó el señor obispo Don Alfonso Humberto Robles Cota como vicario de la parroquia, en ese entonces estaba el padre Miguel Valencia como párroco, él ya tenía tiempo atendiendo lo que era la pastoral de los enfermos, también repartía despensas a los adultos mayores, a las familias que carecían de lo básico, y también atendíamos a la penal, entonces el padre Miguel me encomendó el trabajo de este sector de Ixtapa que se llama Barrio de Talpita y también asistir a la penal y las comunidades La Desembocada, El Ranchito y Santa Cruz de Quelitán, así fue como empezamos a organizarnos con la comunidad para seguir atendiendo a los presos, a los enfermos, y apoyando con despensa básica a las familias vulnerables.
¿Por qué surge la iniciativa?
Conforme fuimos avanzando el trabajo de la penal, me di cuenta de que los internos cuando cumplían su sentencia los dejaban en libertad casi a media noche y a veces andaban en la calle buscando dónde hospedarse, en aquellos años también había muchas familias que venían de otros estados y dormían debajo de puente que está en la penal, y aparte de eso había muchos internos que no son del municipio y no tenían visitas familiares, y de repente era muy común que solicitaran lo básico, papel de baño, jabón, rastrillos, y aparte atenderlos espiritualmente, después cuando empecé a atender este sector que me fue encomendado empezamos a organizar a la comunidad y detectamos que había niños en abandono, familias en pobreza a las que no les alcanzaba para comer, enfermos en abandono, personas que ocupan el hospedaje, y fue ahí donde surgió la inquietud de hacer este proyecto de una forma organizada.
¿Cómo nació la asociación?
En 2005 con los sacerdotes del decanato les plantee el proyecto a ver si era viable que nos constituyéramos para trabajar juntos en la pastoral de este estilo pero de una forma organizada, en aquellos tiempos claro, estaba Caritas de Vallarta que aún existe, pero están más enfocados al centro de Puerto Vallarta en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, total que decidimos coordinarnos, organizarnos, y constituí la asociación Dives in Misericordia el 16 de noviembre de 2005, que está inspirada en el documento del Papa Juan Pablo Segundo que habla sobre las obras de misericordia, como dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, darle hospedaje al peregrino, dar consejo al que no sabe, entonces creo que la encíclica iluminó mucho para hacer el proyecto, el plan de trabajo, entonces en el 2005 nos constituimos y empezamos a gestionar con el Ayuntamiento el terreno para un comodato, y se nos otorgara a la asociación para crear el centro comunitario donde se les diera servicio de comedor a las familias vulnerables, a los migrantes, a los indigentes, y apoyar a los enfermos en situación de abandono, y darles hospedaje a los internos de la penal, que también se viera como una post penal para capacitarlos a través de los diferentes talleres que proponíamos como terapia ocupacional
¿En el penal no había talleres?
En aquel tiempo estaban medio surgiendo, ahorita ya están más en forma, aunque algunos son de parte del IDEFT que apoya y capacita a algunos de las internos e internas para fabricar lo que son bolsas de plástico, otros hacen cintos, diferentes artículos, ahorita estamos apoyando en el reclusorio el proyecto de la panadería comunitaria para que los mismos internos se auto empleen y podamos erradicar la codependencia, las adicciones a las drogas que es increíble.
¿Cuándo consiguieron el terreno para la asociación?
El terreno lo tenemos desde 2002, cuando tenía la inquietud de constituirme, este espacio nos lo cedió en cesión de derechos la asamblea ejidal de Ixtapa, entonces tenemos la escrituración a nombre de la asociación Dives in Misericordia.
¿Cuál es el principal objetivo de la asociación?
Queremos erradicar la codependencia a los programas sociales, que la gente no solamente pida ayuda para comer, sino que la gente que viene genere también, que se productiva, que le apueste a su transformación, porque no todo el tiempo van co depender. En primera instancia la gente viene al comedor a pedir la ayuda, y ya vemos si son niños, adolescentes, jóvenes si son mayores, se les invita a los programas que maneja la asociación, como es cultora de belleza, costura, orquesta escuela, repostería y emprendimiento con marca propia, que es la fabricación de Mermeladas Del padre, que así las tenemos registradas, esos programas son a los que nosotros les queremos apostar para que la gente se auto empleé, se capacite y poder erradicar la codependencia social. Entonces de primera instancia es la alimentación, y en base a eso giran todos los programas.
¿Cuánto tiempo tiene operando el comedor y a cuánta gente atiende?
Este comedor como tal, cinco años, y diariamente se benefician alrededor de 80 a 100 personas diario en dos porciones de alimento, que son desayuno y comida, que son gente de Ixtapa y también gente que viene de paso, por ejemplo migrantes, gente de Guatemala, Cuba, Honduras, aunque también vienen del norte, de Tijuana y de otros estado, entonces ellos como son migrantes se les apoya con el servicio del comedor en el momento en que estén, pero hay gente que es recurrente, que diario viene, y con ellos son con quienes hacemos el trabajo de la transformación a través de los talleres.
¿Cómo trabajan con la gente con adicciones?
Cuando vienen personas con problemas de adicción tenemos los vínculos de colaboración con otros centros de ayuda para poderlos canalizar como lo es Horizonte de Paz y CIDA Aguascalientes, también en nuestro programa atiende a discapacitados, a los que encontramos aquí hacemos el vínculo para anexarlos a instituciones como Pasitos de Luz, Clínica Santa Bárbara u otros proyectos, o con el Club Rotario que también nos apoyan con sillas de ruedas, muletas o andaderas para los adultos mayores que no tienen recursos.
¿Cuántas personas han egresado de los talleres?
Hemos sacado dos generaciones de cultora de belleza, muchas de ellas tienen su propia estética, estamos hablando de aproximadamente 25 personas que han concluido su capacitación y se han autoempleado.
¿Hay mucha deserción?
Sí, porque hay gente que se encierra en su pobreza, hay poca autoestima y piensan que como son pobres no tienen oportunidades, entonces aquí se trata también de darles herramientas con talleres de capacitación al microemprendimiento y que se valoren como personas, que sí pueden salir adelante y venderles la idea de que tienen que generar, también es la idea de que ellas pongan algo comunitario también, que si dos, tres o cuatro coinciden en sus ideales, pongan un local juntas y pongan un empleo.
¿Cómo atienden a los niños?
Atendemos a los niños que durante el día están solos, ya sea porque sus papás trabajan todo el día o tienen adicciones, entonces los niños vienen a pasar el día aquí, se les da el alimento, se les ayuda con sus tareas, se les asea y se les dan valores, como la Orquesta Escuela, que hicimos un acuerdo con el arquitecto Abel Villa, manualidades, clases de inglés, atendemos 62 niños, y nada más se quedan cinco niños internos porque apoyamos al DIF con ellos.
¿Con cuánto dinero opera este centro comunitario?
Para operar anualmente se ocupan 850 mil pesos, entre los servicios de comedor, construcción, pagos de servicios de luz, agua, teléfonos, el apoyo que se le da a las personas que aquí laboran, gasolina, pero la mayor parte se va en alimentos.
¿Cómo consiguen los recursos?
Los recursos se obtienen de las personas que creen en el proyecto, gente que tiene responsabilidad social, como algunas empresas y fundaciones, en este caso la mayor parte de los recursos que tenemos es de la Fundación Alas de Águila, que año con año nos han apoyado para diferentes programas que nosotros aplicamos, otros como Copel es una empresa que durante tres años consecutivos les hemos solicitado apoyo y nos han otorgado el donativo, y otras empresas pequeñas pero que aportan mensualmente, y otros a través de los programas o de los proyectos que uno pueda aplicar en las fundaciones, como de repente Sara Cardona que nos apoya en la recaudación, a veces vienen extranjeros y nos adoptan por dos o tres meses y nos dan el recurso, de esa manera obtenemos los proyectos.
¿Cuál es su visión a futuro de este proyecto?
Nuestra visión es constituirnos como un centro comunitario de ayuda, de apoyo, en el que erradiquemos la codependencia social, no solamente el asistencialismo, sino apostarle a la transformación…
Enseñarles a pescar…
Y a vender el pescado, porque de qué sirve hacer pasteles si no quieren venderlos, entonces es decir queremos enséñales a pescar el pescado, pero también enséñalos a venderlo, y eso es lo que queremos lograr, yo me vislumbro en una asociación así, obvio que para todo eso necesitamos ir incluyendo al personal que vaya en la misma sintonía, porque si no, los proyectos no funcionan, se estancan, se quedan ahí, o los terminan.
¿De dónde le nace la vocación de servir?
Eso viene de mi familia, nosotros venimos de una familia de campesinos, mi papás son agricultores, ganaderos, teníamos chivas, borregas, vacas, y también nosotros somos de la parte árida del estado de San Luis, de Charcas, un pueblo minero donde la gente es más vulnerable, porque poco llueve, sembramos al temporal, y sí se tiene ese contacto con la realidad de las personas que carecen de lo básico, entonces mi mamá tenía la costumbre en mi casa de organizar, cuando teníamos muchas cazuelas de calabazas, de elotes, y le daba a la gente, mi papá siempre invitaba a los vecinos a que fueran a piscar maíz para que se ayudaran, porque gracias a Dios nuestras parcelas son muy generosas todavía en cuestión de la agricultura; después ya cuando entré al seminario mis pastorales fueron de trabajar en las parroquias y los barrios más populares de San Luis, de la periferia, y siempre me tocó también trabajar con los enfermos y con los presos, mis pastorales eran los fines de semana, también me tocó trabajar mucho con el sector empresarial, íbamos a dar pláticas a las empresas a dar plática a los empleados, creo que ahí surgió, aparte la formación que uno va teniendo, y la convicción que vas teniendo con tus principios religiosos, en mi caso, la fe, el amor que le tengo a Jesús, al evangelio, que es lo que mueve, no hacerlo nada más por ser trabajador social.