Pensar alternativas turísticas para un destino de playa
Educación y parentalidad
Ante la economía solo apoyada en el turismo de playa para nuestra ciudad, es momento de pensar en: Impulsar el turismo cultural y artístico, Vallarta tiene las condiciones base, mejor que muchos otros destinos
“El arte y el amor son lo mismo: es el proceso de verse
en cosas que no son ustedes.”
Chuck Klosterman
No cabe duda de que los viajes ilustran para quien sabe observar y plantearse alternativas a realidades aparentemente acabadas. Verá usted amable lector, en un viaje reciente que tuve la oportunidad de visitar ese maravilloso pueblo mágico de San Miguel Allende en Guanajuato. Ahí escuche a una guía de turistas que nos hacia el recorrido ameno, en un camioncito adecuado para recorrer la pequeña pero bella ciudad.
De inmediato pude constatar que la ciudad es una especie de galería y museo que hace sentir orgulloso al ciudadano mexicano y fascinado por igual al extranjero. Para mi sorpresa, me enteré de algunos datos interesantes que me hicieron reflexionar sobre la igualmente bella ciudad de Puerto Vallarta. Adelanto que no pretendo hacer una comparación, más bien una propuesta para mejorar nuestra calidad de vida y dar un impulso y ampliar el giro y vocación de servicio turístico que tiene nuestro destino de playa.
Por principio de cuentas sus habitantes identifican plenamente que esta ciudad es el corazón de México, no necesariamente por su cercanía geográfica en latitud y longitud, más bien por ser cuna de la independencia, de grandes personajes de la independencia y de reuniones y trabajos en dicho sentido muy destacados. Pero hay otro acontecimiento destacado en el siglo pasado que marcó su vocación artística y de servicio turístico en dicho sentido. En 1937[1] arribó a la ciudad de San Miguel de Allende el pintor y crítico de arte Felipe Cossío del Pomar, quien convenció al entonces Presidente de la República, Lázaro Cárdenas, de la utilidad de su rehabilitación como una Escuela de Bellas Artes; en 1968 surge en manos del Instituto Nacional de Bellas Artes como el Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante”, nombre y función que conserva hasta la actualidad.
Este hecho marca un antes y un después en el destino que hasta entonces era otro bello pueblo de nuestro México. La difusión internacional que se hiciera en folletos, que era para entonces un medio muy socorrido, atrajo a una población cada vez más creciente de jóvenes y consumados artistas que fueron poniendo talleres, galerías, restaurantes entre otros locales del quehacer cultural.
A la fecha hay una comunidad de más de veinte mil extranjeros en su mayoría norteamericanos y en segundo lugar canadienses, que han hecho su propia comunidad y tienen hasta su templo y misa en inglés. Al punto que deseo llegar es que este sincretismo cultural ha transformado en menos de cien años a San Miguel
Allende es uno de los destinos nacionales e internacionales de mayor cantidad de visitantes. La ciudad se muestra limpia, segura y embellecida por su arquitectura colonial, el cuidado de la autoridad por no permitir anuncios fuera de norma administrativa de los negocios, estos se identifican por una serie de moños de diversos colores. Las tiendas ofrecen un sinfín de artesanías, juguetes y adornos que hacen el deleite de propios y extraños.
Propuesta
Es igualmente sabido que los destinos de playa y el turismo en lo particular es una actividad humana muy volátil y delicada, ejemplos los podemos ver en el auge y declive de destinos como Acapulco, Mazatlán y recientemente Cancún con el problema ecológico del Sargazo, aun de consecuencias incuantificables.
En dicho contexto y ante la economía solo apoyada en el turismo de playa para nuestra ciudad, es momento de pensar en: Impulsar el turismo cultural y artístico, Vallarta tiene las condiciones base, mejor que muchos otros destinos. Cuenta con artistas consumados y en formación, una comunidad internacional que aprecia y consume arte, instalaciones incipientes para exhibición y comercialización que es un área de oportunidad para el inversionista, relaciones nacionales e internacionales con diversas comunidades de artistas y en diversidad de manifestaciones artísticas.
Otro beneficio secundario o primario según se coloque, es la sensibilización, transformación y educación por el arte a los diversos sectores de la sociedad, desde niños hasta personas de la tercera edad. Un pueblo que aprecia el arte se humaniza ante sí y ante el otro. Al arte como actividad prácticamente natural del ser humano, refleja y proyecta lo que este es, humaniza, concientiza y hasta es terapéutico. No es casualidad que personas con alto poder adquisitivo inviertan en arte. Aunque igual hay que decirlo, no siempre porque lo aprecien integralmente y en algunos casos de igual manera no lo entienden del todo. Pase buen día.