Nunca des las cosas por sentadas
Aprendiendo a ser feliz / Hania Sosa / Psicóloga
“Nunca des las cosas por sentadas” es una frase bastante pronunciada, pero a la vez muy poco tomada en cuenta. Quizás la decimos mucho sin una verdadera reflexión, o a lo mejor no la decimos con la suficiente frecuencia que deberíamos como para realmente estarla tomando en cuenta en nuestro diario vivir.
El problema de dar las cosas por sentadas, es que no las sabemos aprovechar suficiente. Cuántas veces no nos quedamos enfrascados en problemas que realmente no tienen ninguna importancia, mientras nos privamos de estar disfrutando del momento presente. Quizás desperdiciamos nuestro día a día preocupados por situaciones que están fuera de nuestro control y que probablemente ni sucedan; tal vez, en cambio, estamos atorados con resentimientos o rencores que podrían solucionarse si dejáramos el orgullo o el ego a un lado.
Nos perdemos de vivir la vida al máximo y de disfrutarla con nuestros seres queridos por el hecho de estar asumiendo que vamos a llegar a viejos o que habrá un mañana en el que lo podremos hacer ¡Y no siempre es así! Muchas veces no es así. A veces esos seres queridos se nos adelantan en el camino, otras tantas a lo mejor no es que alguien fallezca, sino que los planes cambian y esas personas terminan mudándose tan lejos que la frecuencia con la que podamos coincidir se vaya reduciendo considerablemente; y algunas veces no es ni uno de esos escenarios ni el otro, sino que nuestras condiciones de salud se modifican y ya no nos permiten realizar ciertas actividades que a lo mejor también dejamos para después.
O tal vez das por sentado que tu pareja te va a seguir amando toda la vida aunque tú no hagas nada por alimentar ese amor, y de pronto recibes la noticia de que ya no te ama y ahí quieres hacer lo que no hiciste en mucho tiempo.
La vida puede llegar a ser tan impredecible, que nos puede agarrar en curva y eso podría generarnos dolor, frustración, impotencia, desesperación, arrepentimiento y un sin fin de sentimientos desagradables; sin embargo, si modificáramos nuestra forma de vivir, si le dedicáramos más tiempo a lo que nos hace felices, a la convivencia en persona con nuestros seres queridos, a alimentar nuestra alma para sentirnos plenos, seguramente esos reveses de la vida se experimentarían de diferente manera.
No quiere decir que haciendo lo que nos gusta no nos vayan a ocurrir hechos desagradables, por supuesto que nadie en este mundo está inmune a ello; lo que sí quiere decir es que si tenemos una suficiente dosis de buenos momentos, de experiencias que hayan llenado nuestro tanque de gozo, de gratitud, de amor, de alegría, cuando lleguen los momentos complicados tendremos mucho más de dónde agarrarnos y habrá menos sentimientos desagradables. Por lo menos, de lo que sí puedo estar segura, es que habría mucho menos arrepentimiento por los momentos desaprovechados.
Te pongo un ejemplo bastante tangible al día de hoy: ya se nos ha ido medio año, ¿Qué has hecho de lo que te habías propuesto al inicio? ¿Has aprovechado estos primeros seis meses del año de una manera que te permita sentirte satisfecho/a? Seis meses pueden ser muchos o pocos, según cómo se evalúen, pero ¡el punto es que ya se nos fueron! Y así se nos pueden ir los otros seis meses que le quedan al año.
A inicios de año escribía sobre las formas de evitar la depresión que suele aparecer en el invierno o en diciembre. Pues bien, hoy aún estás a tiempo de evitarla. ¡Actúa! ¡Ponte en marcha! Prioriza, haz lo verdaderamente importante y valioso. No des nada por sentado.