Nuestras zonas de confort
Educación y Parentalidad / Jesús Cabral Araiza
“Estamos quedándonos sin espacio y los únicos espacios a los que podemos ir son otros mundos.”
Stephen Hawking.
Reza el refrán popular mexicano, “¿A quien le dan pan que llore? Pues bien, quizás este es uno muy acertado para describir cuando en nuestras vidas, construimos y habitamos zonas de confort. Pero, ¿cuáles son esas?, veamos algunos aspectos que las definen.
Una zona de confort se caracteriza por un estado mental donde la persona utiliza conductas de evitación del miedo y la ansiedad en su vida diaria, utilizando un comportamiento rutinario para conseguir un rendimiento constante sin asumir ningún riesgo, es decir, con el “piloto automático”. Es un espacio personal compuesto de estrategias y actitudes que utilizamos a menudo y con las que nos sentimos confortables, instalándose en nuestra manera de actuar porque nos sentimos seguros. Es una zona que sólo abarca lo conocido, ese ambiente donde estamos a gusto y nos hace sentir seguros porque todo está bajo nuestro control, pero la pasividad y la rutina provoca apatía y vacío existencial, impidiendo el crecimiento personal al renunciar a tomar iniciativas que ensanchen los límites de esa zona.
Pero, ¿qué tan importante suele ser esta zona? Pues bien, aunque no lo pensemos mucho, en ocasiones hasta de entenderla y salir de ella puede depender nuestra propia vida. Trataré de explicar. Frecuentemente en el trabajo, la escuela, la casa, las relaciones interpersonales, sean de familia, pareja, amigos, establecemos rutinas que en ocasiones se convierten en hábitos y de ahí es solo un pequeño paso en construirlo como zona de confort, que como su nombre lo indica, nos sentimos cómodos en ella, no queremos molestias ni distractores que nos alteren la comodidad que hemos construido a nuestro alrededor.
Pues bien, de igual manera cuando alguien o algo nos alteran, o nos saca de plano de nuestra zona de confort, no solemos reaccionar de la mejor manera. Lo percibimos como una amenaza a lo que nos hemos construido para estar cómodo en lo que hacemos. Ejemplo, cuando terminamos un proceso escolar, no solemos pensar que vendrán cosas mejores, pues solemos aprender que lo nuevo es amenazante, pero en la medida que enfrentamos la nueva realidad -que muchas veces no hay opción- solemos comprobar igual que podemos con eso e incluso más que eso.
Ahora bien, y si me permite amable lector, quiero intentar sacarlo de su zona de confort y que me ayude con la siguiente reflexión: ¿Es más importante pensar en el juicio de Johny Deep, la liguilla mexicana, el mundial de futbol, la Fórmula uno, o algún otro elemento artístico, musical, deportivo, que el calentamiento global? La respuesta la sabemos todos, pero no queremos discutirla. Y es que no se requiere ser científico para saber que, de acuerdo a las alertas de los científicos internacionales, los datos nos han alcanzado y la realidad nos golpeará la cara entre tres y siete años de no hacer algún cambio contundente la mayoría de la humanidad, y me refiero no solo a los gobiernos irresponsables, nosotros mismos somos irresponsables u omisos por la falta de acciones concretas para evitar el daño al planeta, y realizar cambios radicales a favor de la vida, que es nuestra propia vida.
No creo que necesitemos que alguien venga a sacarnos de nuestra zona de confort, si no lo hacemos nosotros por el planeta, lamentablemente tendrá razón aquella reflexión que hiciera Stephen Hawking : “Es el momento de explorar otros sistemas solares. Expandirnos puede ser lo único que nos salve de nosotros mismos. Estoy convencido de que los humanos necesitan irse de la Tierra.” Me resisto a creer, y cada día de mi vida me comprometo a hacer algo en pro de la vida y el planeta, espero alentarlo a usted amable lector, ha realizar lo mismo, no es una tarea de unos cuantos, es una tarea de todos. Nos vemos en ese camino, fuerte abrazo.