No claudicar y no simular
Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
En México la historia de los partidos políticos se ha caracterizado por compartir una serie de rasgos comunes que los han llevado a la descomposición y la decadencia por la falta de democracia interna, por la formación de cacicazgos, el caudillismo, el autoritarismo, el nepotismo, la deslealtad, la exclusión y la conformación de estructuras tribales. De hecho, la vida del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado por Plutarco Elías Calles en 1929, fue relativamente corta como consecuencia del cacicazgo, conocido como Maximato (1929-1934), que ejerció éste presidente al imponer consecutivamente a tres presidentes de la república.
Con la llegada del Lázaro Cárdenas a la presidencia en 1934-1940 y después de la expulsión de Calles al exilio en 1936; bajo su gobierno, el PNR se convierte en 1938 en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el cual después se convertiría en el PRI hacia el año de 1946. Desde entonces, la historia de este partido ha sido el autoritarismo, la antidemocracia, el dedazo, la traición, el magnicidio, el nepotismo y la corrupción; situación que hoy lo tiene al borde de la desaparición.
El PAN, por ser un partido de derecha, cómplice el PRI y dejar el control en manos de personajes ambiciosos y antidemocráticos como Ricardo Anaya y su actual presidente Marco Cortes, pierde progresivamente también legitimidad y fuerza, a pesar de haber gobernado el país durante dos sexenios de lúgubres resultados, a cargo de Fox y Calderón.
El hoy casi extinto partido del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado en 1989, nunca fue ni revolucionario ni democrático, sino tribal y autoritario; razón por la cual en 2012 salieron de sus filas para formar Morena políticos como Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal, Cuauhtémoc Cárdenas y Gerardo Fernández Noroña, entre otros.
Bajo esta experiencia histórica, en la que los antiguos partidos aún se resisten a desaparecer y buscan por todos los medios mantener sus alianzas entre izquierda y derechas para el 2024; se debate también la legitimidad de Morena entre evitar un Maximato, incurrir en el dedazo, en la antidemocracia, en la imposición de candidatos o caer en el tribalismo; en una lucha entre rebeldes y corcholatas.
Y es que recientemente, tanto Ricardo Monreal como Gerardo Fernández Noroña, han reclamado su derecho a participar en la contienda por la candidatura de Morena a la presidencia en el 2024. Ambos exigen piso parejo, igualdad de oportunidades, transparencia y proceso democrático para la selección.
Mientras Monreal exige un proceso con elecciones primarias, por la falta de confianza en el método de encuestas; Noroña sugiere al presidente no meter las manos para no ensuciar el proceso y caer en los viejos esquemas de los antiguos partidos. Por eso él mismo recomienda a Morena y al presidente agregar al eslogan de “No mentir, no robar y no traicionar”; el “No claudicar y No simular; dejar de hacer públicos los favoritismos y no excluir a ninguno de los militantes y los aliados que le ayudaron a llegar al poder.