No a los políticos improvisados
Red Interna /Humberto Famanía Ortega
En esta ocasión hago referencia a diferentes personalidades que hoy transitan por el difícil camino de la política, muchos de ellos por mera casualidad. Con desilusión, observo cómo esta actividad, que debería ser una ciencia o un arte, ha tomado matices que, en lugar de fortalecerla, la están deteriorando. Esto se debe, en gran parte, al modo en que se conducen quienes se llaman políticos, dejando mucho que desear por su falta de convicción en el noble propósito de servir.
Actualmente, su verdadera función está siendo desplazada por intereses de grupo que priorizan su conveniencia personal, evidenciándose en su comportamiento ante la opinión pública. Diversos personajes, tanto en el ámbito social como en el público, buscan protagonismo sin aportar soluciones a la problemática existente en nuestro estado y municipio. Muchas veces, sus reacciones están motivadas por impulsos viscerales que afectan la toma de decisiones importantes para el desarrollo de la población.
La política
Cuando hablo de política, basándome en mis experiencias, me permito compartir algunas recomendaciones para quienes desean participar activamente en este ámbito. La política es un arte o ciencia destinada a aquellos con “piel dura”, pues a menudo se enfrentan a agresiones, presiones, reclamos e impaciencias. En estos momentos, es esencial no perder el ánimo ni la serenidad, evitando que la buena fe sea desplazada por la cólera.
En tiempos de crisis, ya sean sociales, económicas o políticas, emergen las ambiciones de quienes buscan beneficiarse de los desequilibrios, y aflora lo peor de los prejuicios. Hoy, la sociedad mexicana es más demandante, lo que hace aún más importante ofrecer respuestas claras y dar cauce a las inquietudes ciudadanas. Ante esta realidad, se deben priorizar acuerdos viables que fomenten la unidad, dejando de lado todo aquello que divida a la población.
Es fundamental ejercer modestia (reconocer que otros pueden tener la razón) y promover la concertación (negociar para alcanzar objetivos de interés colectivo). Recordemos un principio esencial: el único ser humano digno de llamarse así es quien construye, produce y forja, encontrando en ello su satisfacción. Sin embargo, con frecuencia traicionamos nuestros principios, generando desconfianza en la sociedad.
En estos tiempos, se necesita madurez, preparación y trabajo para enfrentar los problemas políticos, económicos y sociales. Lamentablemente, muchos actores políticos carecen de preparación y conocimientos básicos sobre la gestión pública, lo que resulta en una desconexión con los gobernados y respuestas inadecuadas a sus demandas.
Juego limpio
Estamos ante un escenario caracterizado por la pluralidad política, el respeto al voto y la creciente legitimidad de las instituciones electorales. Sin embargo, más allá de la pluralidad, la consolidación democrática requiere entendimiento entre las fuerzas políticas, con un horizonte compartido y reglas claras para procesar diferencias.
Es indispensable promover campañas basadas en la ética democrática, donde predominen la tolerancia y el respeto por las posturas ajenas. La ciudadanía se beneficiaría enormemente de un debate enfocado en temas clave como gobernabilidad, transparencia, ética, desarrollo económico, cuidado del medio ambiente y progreso social regional.
Si logramos que estos temas sean centrales, las futuras autoridades podrían contar con un modelo de negociación política basado en consensos, donde la pluralidad se perciba como una ventaja y no como un obstáculo. Estamos en un momento privilegiado para consolidar la democracia en nuestro país, estado y municipio.
La verdad: un valor político
La verdad es un valor fundamental de la democracia. Quien niega al pueblo su derecho a conocer la verdad, implícitamente afirma que ese pueblo no puede gobernarse a sí mismo. La política actual exige mayor preparación de quienes aspiran a ser autoridades. No puede haber democracia sin diálogo, concertación y acuerdos responsables.
Es importante fomentar un ambiente de tolerancia y responsabilidad para lograr avances significativos. En tiempos difíciles, incluso en crisis, debemos perseverar en nuestra independencia y fortalecer los cambios estructurales que permitan reorientar la acción del Estado hacia la población. Apoyar la creación de empleos, la producción agrícola mediante agroindustrias y la generación de polos de desarrollo contribuirá a un México más justo y próspero.
Nuestra meta debe ser reducir los contrastes sociales que nos afectan, combatiendo la marginación en todas sus formas.
Hago votos para que la política se convierta en una herramienta de construcción, orientada a generar cambios que beneficien a nuestro pueblo. Ni las adversidades de la naturaleza ni las imperfecciones humanas deben frenar nuestro anhelo de lograr un México, un Jalisco y un Puerto Vallarta cada vez más fuertes y consolidados.
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