“Necesitamos que la ciudadanía adquiera una cultura de donación”

Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes

Sara Cardona, Consejera de la Secretaría de Asistencia Social Jalisco

Originaria de la Ciudad de México, Sara Cardona es una mujer que, desde su llegada a Puerto Vallarta, ha destacado por su constante entrega a causas sociales, apoyando diversas obras en beneficio de los más desamparados. Sin embargo, su historial de filantropía se remonta a su infancia, gracias a la educación recibida en su familia.

Con formación como educadora, Sara Cardona ejerció su profesión en escuelas privadas y en la asistencia social, iniciando a los 14 años al apoyar a los damnificados del temblor de 1985 en la Ciudad de México, así como participando en campañas evangelistas en toda la República Mexicana.

Sara se ha convertido en uno de los personajes más emblemáticos del altruismo en Puerto Vallarta y la región. Una mujer incansable que, incluso antes de llegar a la ciudad, ya contaba con dos lustros dedicados a causas nobles en la Ciudad de México. Desde su arribo a este destino turístico, ha cumplido dos décadas adicionales, sumando así 30 años de labor filantrópica.

Nacida en el seno de una familia cristiana, Sara aprendió el valor de dar a través de sus padres, quienes estaban involucrados en diversas labores altruistas. Este ejemplo quedó grabado en ella y se convirtió en su vocación desde una edad temprana, una vocación que continúa llevando a cabo con gran amor por el simple hecho de ayudar. Esta disposición le ha ganado el cariño de mucha gente, y sobre todo el reconocimiento en diferentes instituciones.

En entrevista, comparte su visión del altruismo, sus orígenes y vocación.

¿Por qué te involucraste en el mundo del altruismo?

Tuve la fortuna de crecer en un hogar cristiano, y mis padres siempre estuvieron involucrados en este tipo de labores altruistas, especialmente mi papá, quien fue una persona muy entregada a esta labor. Siempre estuvo muy comprometido en ayudar en diferentes misiones y ministerios. Por ende, toda la familia tenía que estar implicada en lo que él hacía, ya sea en las misiones dentro de la Ciudad de México o en las misiones alrededor del país. Siempre fue muy participativo.

De pronto, llegó el famoso terremoto del 85. Yo era muy joven, iba en secundaria, y recuerdo que mi papá llegó por nosotros a las 7 y algo de la mañana, ya pasado el sismo. Alrededor de nosotros, en la escuela a la que asistía, se habían caído escuelas y muchas cosas más. Cuando regresó por mi hermana y por mí, y vimos todo tirado al llegar a casa, lo primero que pensé como adolescente fue que estaríamos en casa a salvo y resguardados. Sin embargo, lo primero que hizo mi papá fue entrar a la cocina, buscar a mi mamá, sacar cosas y comenzar a cocinar, a movernos a nosotros, a hacer agua, y a decir: “Vámonos, vamos a ver de qué manera podemos ayudar a la gente y dar comida…” Eso fue muy impactante para mí, ya que pensaba, ¿a quién vamos a ayudar si todo está tirado? Mi cabeza no lograba comprender en ese momento.

Cuando llegamos a una zona muy devastada y vimos a mucha gente tratando de ayudar, mi papá se acomodó, abrió la cajuela del coche y empezó a repartir comida a quienes estaban retirando escombros y levantando piedras, mientras nosotros les dábamos agua. Eso se me quedó muy marcado, y desde ahí me gustó ayudar.

¿Cuándo iniciaste con las asociaciones civiles?

Desde entonces me involucré con la iglesia, siguiendo el ejemplo de mi papá. Comencé a trabajar en diferentes ministerios y misiones, creyendo que ese era el camino para servir, que ahí estaba mi llamado. Trabajé en misiones en Chiapas y otros lugares. Posteriormente, me casé y me mudé a Cancún. Estando allí, me di cuenta de la falta de casas hogar y de la necesidad de crear una asociación civil para ayudar a los niños. Así que comencé a conocer el mundo de la asistencia social y me involucré. Construimos una casa hogar a través de una iglesia, iniciamos el programa de leche en Isla Mujeres y nos implicamos en programas de conservación de tortugas en la misma isla. Así empezó mi viaje en la asistencia social.

Me di cuenta de que la procuración de fondos era crucial para mantener una asociación civil. Por mucho que mi esposo pudiera apoyarme, no podía sostener toda la labor. Entonces, me sumergí en el fascinante mundo de la filantropía y la procuración de fondos. Me uní a AFP, la Asociación de Procuración de Fondos, y me capacité.

¿En Puerto Vallarta, con cuántas instituciones te has involucrado?

Creo que con la mayoría, sin querer quitar méritos a ninguna. Llegué a Vallarta hace unos 20 años y lo primero que hice fue traer a Salvation Army, ya que no había nada y decidimos traernos al Ejército de Salvación. Apoyé en la compra del terreno y en la construcción, y actualmente sigue operando en ese lugar del Ejército de Salvación.

Luego construimos lo que ahora es Casa Infantil Mojoneras, que actualmente atiende a los hijos de las presas. Posteriormente, me invitaron a colaborar como directora de Alas de Águila, cargo que aún ocupo. También colaboré con el padre Nacho en Dives in Misericordia y construimos lo que está actualmente en pie.

Me involucré con Horizontes de Paz, con Impulso de Águila, con Becas Vallarta (en ese momento era Ágape), con el albergue Vida Nueva, y tuve el honor de traer por primera vez al IJAS aquí. Además, fui presidenta de la Asociación de Procuradores de Fondos y logré traer a la Asociación de Procuradores de Fondos. No estoy segura de en qué más he estado involucrada, pero al menos eso es lo mínimo. Me encanta servir, y gracias a Dios, sigo haciéndolo hasta la fecha.

Como actual Consejera de la Secretaría de Asistencia Social de Jalisco, ¿cuál es el panorama general del altruismo en Puerto Vallarta?

En Jalisco, hay alrededor de 1,200 asociaciones inscritas y afiliadas. En Vallarta, hay aproximadamente unas 40. Desafortunadamente, a las asociaciones civiles les cuesta trabajo hacer las cosas correctamente, ya que es más fácil ir por libre. Cumplir con ciertos lineamientos y requisitos puede ser un desafío, pero considero que estar dentro de la Secretaría de Asistencia Social es un plus.

Estar dentro de la Secretaría de Asistencia Social habla de tu institucionalidad y transparencia. Ofrece capacitación constante y la oportunidad de acceder a recursos no solo económicos, sino de diversas índoles. Cuando te enfrentas a problemas legales, recibes asesoramiento; cuando no sabes qué hacer en marketing, tienes mucho apoyo. Además, tienes la oportunidad de mostrar a la ciudad, a los donantes y a quienes te contribuyen que eres una asociación dentro del margen de la ley, que sigue las reglas y que desea hacer las cosas correctamente. A pesar de esto, a muchas asociaciones aún no les agrada, pero la Secretaría de Asistencia Social es una garantía para obtener deducibilidad, un factor clave para las donaciones y el cumplimiento con Hacienda.

¿El gran reto es que las asociaciones se formalicen?

Exactamente, que todas se regularicen. Ese es el reto, y eso es a lo que invitamos a todas las asociaciones civiles.

Por ejemplo, Fundación Andrea 3.21 está dada de alta en la Secretaría de Hacienda, es donataria autorizada y está acreditada por CEMEFI (Centro Mexicano para la Filantropía). Tiene su certificación de institucionalidad y transparencia, cumpliendo con una serie de requisitos que generan confianza en los donantes. Esto les garantiza que su dinero se destina a una institución que cumple con todas las normativas y es transparente. La Secretaría de Asistencia Social valida y audita el uso de esos fondos, proporcionando una garantía adicional para quienes contribuyen.

¿Cómo cerró 2023?

Cerramos con cambios interesantes. Tenemos una nueva Secretaria de Asistencia Social, la licenciada Fabiola Loya, que viene de Derechos Humanos. Creo que el cambio es positivo y que nos irá bien. Se fue un señorón que hizo un trabajo extraordinario, modificando maravillosamente la Subsecretaría de Asistencia Social: Juan Carlos Anguiano. Me dolió mucho que se haya ido, pero entró en su lugar Alejandro Hermosillo, un joven al que espero le vaya igual de bien. Además, se mantuvo la directora de la Secretaría, Saira, quien es maravillosa y activa. Veo que, al menos, terminaremos muy bien estos tres años con ellos en la Secretaría de Asistencia Social.

En Puerto Vallarta, observo que las asociaciones civiles están organizadas, unidas y siguen trabajando. Mientras sigamos con ese enfoque y nos esforcemos un poco más por profesionalizarnos, creo que tendremos un buen año. Necesitamos modernizarnos, cambiar la forma de procurar, adentrarnos más en lo cibernético y adaptarnos a las nuevas tendencias.

Necesitamos llegar a más corazones, tocar más puertas y acercarnos a diferentes sectores, no solo a los mismos. Además, es esencial que la ciudadanía se sensibilice más, Necesitamos que la ciudadanía adquiera una cultura de donación y que reserve unos cuantos pesos para la asistencia social. También necesitamos una educación en este sentido, no donar a cualquiera, sino a aquellas asociaciones que cumplen con la legalidad y los requisitos. Es fundamental tener precaución y tomarse el tiempo de verificar si se está donando a una entidad que se esfuerza por hacer las cosas bien y que cuenta con la aprobación correspondiente, como ser una donataria autorizada. Eso es lo que creo.