¿Necesitamos más adictos al trabajo o mejores conexiones humanas?
Empresa Familiar / Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
“Los adictos al trabajo no son más realizados que los otros trabajadores. Pueden decir que son perfeccionistas, pero eso sólo significa que están gastando tiempo fijándose en detalles inconsecuentes en lugar de moverse a la siguiente tarea”.
David Heinemeier Hansson
Entonces, la pregunta del millón: ¿por qué nos aferramos todavía a la idea de que muchas horas equivale a un mejor desempeño, a pesar de que los datos lo niegan? Es más: ¿por qué, cuando sabemos el daño que hace en la salud?
“Al adicto al trabajo le es difícil rechazar responsabilidades adicionales. Es incapaz de relajarse”. Bill Hybels
Existen tres supuestos que, culturalmente, pensamos verdaderos, aunque las pruebas nos digan lo contrario: Ser delgado es sinónimo de ser saludable, Dormir 10 horas significa mayor descanso y, la más inverosímil, Trabajar muchas horas resulta en más productividad.
Según la OCDE, México encabeza el ranking de los países que más trabajan en el mundo, con 2 mil 246 horas al año en promedio: 467 horas más que en Estados Unidos. ¿Y en lo que refiere a productividad? Nos encontramos en el puesto 20.
Entonces, la pregunta del millón: ¿Por qué nos aferramos todavía a la idea de que muchas horas equivale a un mejor desempeño, a pesar de que los datos lo niegan? Es más: ¿por qué, cuando sabemos el daño que hace en la salud? El ejemplo de Japón es prácticamente icónico desde que aprendimos cómo se llama la muerte por exceso de trabajo: Karōshi, un fenómeno en va aumento, que fue reconocido como un problema de salud pública desde 1987, y que mata a cerca de 10 mil japoneses cada año.
Aun así, cuando el gobierno japonés anunció en abril de 2019 que todos los trabajadores contarían con 10 días de vacaciones debido a la abdicación del emperador Akihito, los japoneses se molestaron. Muchos no entendían qué hacer con tanto tiempo libre.
¿Por qué existe tal cosa como la adicción al trabajo? Johann Hari, periodista británico, compartió en una conferencia TED que la adicción existe para compensar nuestra falta de conexión humana. Si nuestra vida no es equilibrada, si nos sentimos desconectados, entonces creamos puentes con pobres sustitutos: el alcohol, las drogas, el teléfono, el trabajo.
Ahora, ¿qué pasa si no podemos reducir las horas que trabajamos? La clave está en establecer un régimen de mantenimiento/recuperación que se cumpla de manera religiosa, tal como lo hace un atleta de alto rendimiento: comer bien, dormir, hacer ejercicio, convivir con los seres queridos, cuidar de nuestra salud mental. Aun con un importante nivel de desgaste laboral, dicho régimen nos mantendrá motivados y saludables. Así lo ilustra este artículo de Harvard Business Review que me encanta, y recomiendo su lectura.
La productividad se trata realmente gestionar nuestra energía, no el tiempo que invertimos en el trabajo. Los momentos de “recargar pilas” que tomamos no solo nos permiten estirar el cuerpo y distraernos unos minutos, también nos dan un momento para refrescar la mente. Al estancarnos en una tarea, es más sencillo abordar el problema con otros ojos después de los minutos que pasamos en un ambiente distinto, enfocados en algo distinto. “La conexión entre la mente y el lápiz puede encadenarte como un esclavo adicto al trabajo. Incluso durante una vacación sientes la urgencia repentina registrar lo que sea que pueda enseñar la vacación”. Criss Jami
Afortunadamente, la conversación alrededor del ambiente laboral ha cambiado bastante. Ya no se trata solo de alcanzar metas, objetivos o lograr el éxito profesional individual. Se reconoce la importancia de la salud mental y aspectos que se consideraban ajenos al trabajo, como reconocer la humanidad en los compañeros de escritorio. Y la nueva normalidad de la pandemia ha puesto luz en lo urgente que es comprender que una mente desequilibrada o un corazón atribulado son terreno fértil para la adicción.
Tenemos la idea que ser héroes implica ser mártires y olvidarnos de nosotros mismos. Sin embargo, podemos ocuparnos de nuestro propio rescate, desafiando las expectativas de la sociedad, cuidar de nosotros ser, entonces, verdaderamente productivos.
Héroes son las personas que deciden creer en ellas mismas, pues su capacidad de ser vulnerables y admitir sus defectos también refleja lo mucho que desean aprender y crecer dentro de su profesión, junto a sus seres queridos, y en beneficio de la sociedad donde viven. ¿Necesitamos más adictos al trabajo? Para nada. Necesitamos más gente que, gracias a sus tropiezos, se hacen más fuertes y capaces de crear conexiones humanas.