Movilidad del cuidado
La ciudad imaginada / José Alfonso Baños Francia
En días pasados presenciamos fuertes atasques vehiculares debido a los trabajos de mantenimiento en el puente del río Ameca, que si bien necesarios, exhibieron la ineficaz coordinación de las autoridades responsables y revelaron el pobre conocimiento sobre las dinámicas de movilidad en la región.
Desde hace meses han aumentado las complicaciones para trasladarse debido a una suma de factores que han configurado una “tormenta perfecta”. Por un lado, el parque automotor privado sigue en aumento, al tiempo que la renovación del sistema de transporte público vinculado a las empresas concesionarias deja mucho que desear. Tampoco se dispone de incentivos e infraestructura para la movilidad alternativa, como es el traslado a pie, en bicicleta, patineta o patín eléctrico, es más, parece que se castiga a quien intenta moverse de otras maneras.
Por ello, hoy más que nunca resalta el trabajo de investigación de Lorena Castro Rufino, quien recientemente presentó su tesis de maestría en el Centro Universitario de la Costa estudiando la movilidad en transporte público de mujeres trabajadoras que radican en colonias populares, incluyendo un fino acercamiento conceptual para ubicar experiencias de la temática y poder implementar un método para poner a prueba sus supuestos e intereses.
El trabajo campo fue de corte cualitativo bajo la modalidad de observación participante, acompañando a las informantes con el objetivo de identificar los patrones de traslado desde la mirada y experiencia femenina. Hacerlo así implicó muchas horas y energía para registrar los esfuerzos que realizan las mujeres cotidianamente para balancear las diversas tareas que recaen en sus personas.
Una de las aportaciones del estudio fue comprobar que los desplazamientos femeninos son múltiples, lentos y flexibles, mezclando sus diversos orígenes y destinos para hacer otras diligencias o actividades; de esta manera, los recorridos ocurren en zigzag, con paradas constantes e incluso cambiantes por motivos de emergencia.
También destacaron los variados obstáculos que encuentran en el camino, siendo físicos (topes, falta de banquetas, presencia de charcos, invasiones), sensoriales (visuales, olfativos), en movimiento (hacinamiento en unidades de transporte público) y de género (acoso sexual y miradas lascivas).
Sorprende evidenciar las cargas que conlleva la movilidad del cuidado y recaen sobre las mujeres trabajadoras, que en algunos casos implican acarrear pesos superiores a los 30 kilos, aunados a las dinámicas emocionales como preocupaciones y pendientes.
La investigación de la maestra Castro nos lleva a considerar la problemática de la movilidad femenina desde un enfoque multifactorial, espacial y sensorial. Sería muy interesante que los conocimientos resultantes de la investigación pudieran ser conocidos por las autoridades vinculadas a la temática de la movilidad y el cuidado femenino. Una de las tareas de la academia es acercar conocimientos innovadores a quien toma decisiones para sensibilizarlos sobre nuevas miradas y técnicas para el mejoramiento de la vida en comunidad. Si ello sucede, podremos ir avanzando en el camino de la prosperidad compartida.