Momentos
Letras Sahumerias
Perdí la cuenta de las ocasiones en las cuales he señalado la importancia de conocerse uno mismo para avanzar en la existencia deseada.
No importan los momentos críticos o alegrías pasajeras, todo ser humano multiplica sus objetivos, une sus partes desintegradas o perdidas, va más allá del simple existir, tiene y defiende sus roles sociales. Son, en otros términos, su respaldo.
En ese devenir histórico se dejan de lado los conocimientos adquiridos en la escuela, los amigos de nombre apreciados, esencias sociales, todos saltan hechos añicos, nada puede describirse como permanente, todo sucede y pasa ante la vista sin sentido aparente. Sin embargo, no es así; cada momento tiene su propia esencia acompañada de su apariencia distorsionada.
El mundo de las apariencias está presente en todo momento. Es en la vida lo sustancial. Aquellos sentimientos y emociones, acontecimientos aparentemente significativos dejan de existir y se van al baúl de los recuerdos, así pretende resolverlo el ser humano, lo amado y lo que se mantuvo presente por su significación deja de existir por momentos o para siempre, según sea el caso.
La ley de la vida se repite interminablemente. Se resuelve por instantes lo imposible, para ello no se requieren demasiados momentos de reflexión; las pasiones se van tal vez como llegaron, así es el devenir del ser humano en general; lo agradable se queda hasta que estorba, después desaparece, se esfuma, nunca existió, más aún cuando es tóxica su presencia.
En ocasiones se piensa que lo que la existencia nos entrega es lo merecido, tal vez sea así, muchos sufren por la ausencia de los seres queridos, aquellos que dieron esencia y no fueron comprendidos en su momento, se fueron aun siendo amados en extremo, no sé qué es lo que se desea, la vida entrega lo mejor, lo demás queda a la elección personal según la intensidad de los deseos.
La existencia nos forma o deforma, no tengo la menor duda. La mayoría de las ocasiones se niega el ser humano a dejar de lado sus posesiones materiales, aunque no las requiera, las aprisiona a cada momento, se trata de cubrir de virtudes lo inexistente, las elecciones equivocadas dan al traste frente a la realidad. Es curioso, cuando se requiere materializar la elección jamás se logra, porque en el fondo la razón lo niega, no se quiere, el miedo domina al pensamiento.
Recuerdo la atinada descripción del padre del existencialismo Jean-Paul Sartre descrita en su propuesta “el ser y la nada”; las modalidades del pensamiento de la mano con la literatura, esta espléndida obra lleva al lector a establecer una pausa de vida para comprender qué y cómo se realizan los momentos de felicidad y su sucesión.
“…debemos intentar desprender las significaciones de un acto partiendo del principio de que toda acción, por insignificante que sea, no es el simple efecto de un estado psíquico anterior y no conduce a un determinismo lineal, sino que se integra, al contrario, como estructura secundaria en estructuras globales; y, finalmente, en la totalidad que soy. De otra manera, yo debería comprenderme o como un flujo horizontal de fenómenos, en el que cada uno fuera condicionado exteriormente por el otro, o como substancia que soportara el deslizamiento sin sentido de sus modos…”
En todo este devenir de la existencia humana pocas veces se mira uno mismo para encontrar lo que le apasiona y merece mantenerse vivo, lo prescindible queda en el camino, no está dispuesto para satisfacer necesidades básicas porque no nace en uno mismo, viene de fuera impuesto por las condiciones y virtudes de otros, casi nunca de uno mismo, negamos la posibilidad y el placer de disfrutarnos, de completar el círculo de la vida con la felicidad y alegrías necesarias e indispensables para una existencia plena. masryram@msn.com