Mi morena del alma
Por: Humberto Famanía Ortega
Constantemente me preguntan el porqué de mi fe guadalupana, tanto amigos como conocidos, al igual que múltiples personas que siguen todos los años el maratón guadalupano México D.F.-Puerto Vallarta Jalisco. Representa un alto honor dar testimonio de agradecimiento ante acontecimientos que han marcado mi vida, lo hago con la gratitud a mi morena del alma, la Virgen de Guadalupe, recordando con mucho amor esta breve historia que daré a conocer sintiendo que me hierve la sangre de emoción en su relato.
En el año de 1959, tuve el privilegio de ingresar al seminario Diocesano de Tepic Nayarit, en donde un grupo de 66 niños deseábamos convertirnos en sacerdotes; desde ese momento me inculcaron el amor a la Virgen de Guadalupe, recuerdo que en ese entonces me decía mi consejero espiritual: “siempre al acostarte reza tres aves marías y pide su protección”. Confieso que después de 58 años lo sigo haciendo, en verdad me siento tranquilo y duermo excelentemente bien, lo cual me genera el deseo de vivir a plenitud, por lo tanto, mantengo una energía que me permite seguir trabajando con entusiasmo.
Un grupo selecto
Dentro de este selecto grupo de aspirantes, y ahora la mayoría suspirantes, lograron llegar a la meta alrededor de 10 condiscípulos, tres de ellos fueron nombrados obispos de diferentes diócesis; los monseñores Mario Espinoza Contreras en Mazatlán Sinaloa, Cardenal Carlos Aguiar Retes en el arzobispado de Tlalnepantla Estado de México, hace unos días nombrado Arzobispo Primado de México, y el Cardenal Francisco Robles Ortega en el arzobispado de Guadalajara Jalisco. Me siento muy orgulloso, ya que fuimos compañeros del pre-seminario de Jalisco Nayarit, es una dicha muy grande el haber sido llamados por el Señor, y que ahora se desempeñan como formidables pastores de la Iglesia Católica Universal, hombres piadosos y cultos, dignos representantes de Cristo en la tierra.
Me siento muy halagado, ya que pocas veces somos miembros de una generación tan bendecida por el Espíritu Santo; me he puesto a pensar que a esa edad la forma de convivir era armoniosa, desde esos tiempos se intuía el deseo de llegar a ser sacerdotes. Las tres personas a las que me refiero eran diferentes en carácter, pero muy precisos en sus objetivos, ahora como príncipes de la Iglesia católica, se han desarrollado con mucha entrega a su ministerio, pero sobre todo con responsabilidad en los encargos designados por el Papa. Pido a Dios que siempre los ilumine, porque sabemos de su alta jerarquía por su investidura al servicio de Dios. Agradezco la dicha de haber sido compañero de estos grandes seres espirituales, me congratulo por su designación pastoral y hago patente mi respeto por siempre a quienes desde su niñez fueron excelentes amigos.
El origen de la Antorcha Guadalupana
Confieso que durante mi adolescencia y juventud estuve a punto de ingresar nuevamente al seminario, le pedí con todo mi corazón a Dios me diera la oportunidad de servirlo. Fue el Presbitero Don Rafael Parra Castillo, quien me brindó la oportunidad de dirigir a ACJM a la edad de 15 años, a quien guardo con mucho agradecimiento mi formación. En 1965 un grupo de jóvenes que recuerdo con mucho aprecio; Miguel Ángel Yerena, los hermanos Estrada, Antonio Zúñiga, José María Ibarría y otros compañeros, buscamos ofrecer una carrera de Antorcha Guadalupana en su día 12 de diciembre desde Ixtapa Jalisco, aún se trasladaba uno por brecha, utilizando vehículos de nuestros padres, nuestro uniforme era una camiseta blanca. De ahí se origina el grupo Antorcha Guadalupana, madre de todas las antorchas de la región. Nuestra organización religiosa tenía grupos de teatro y se practicaba el deporte tanto de futbol como de basquetbol y logramos algunos trofeos.
Por otro lado, siguió esta tradición guadalupana hasta ahora lograr una antorcha ejemplar a nivel nacional que viene desde la ciudad de México desde hace 41 años. Durante todo este tiempo han pasado muchas experiencias de vida, ya que cada antorchista tiene una historia que contar, son 50 hombres que con mucha fe y organización emprenden esta peregrinación a través de 80 horas. Lo importante es que cada año que pasa se supera en organización, posee un reglamento para quienes desean formar parte de ella, teniendo como requisito gozar de una espiritualidad que los convoque siempre a ser portadores de la luz del evangelio.
Mi testimonio de amor y vida
Tengo una historia que contar y dar mi testimonio ante el milagro que me concedió mi amor a Dios y a mi Virgen de Guadalupe: El 12 de diciembre de 1991 en la madrugada, fui intervenido quirúrgicamente de emergencia en el Seguro Social de Puerto Vallarta Jalisco, mi operación fue de pronóstico reservado, ya que se trataba de una trombosis mesentérica. Mientras llegaba la Antorcha Guadalupana a su destino final, me encontraba sumamente grave. Tuve la oportunidad de despedirla en la Basílica de Guadalupe en el D.F. el día 9 de diciembre de 1991, a mi llegada en vía aérea a mi bello paraíso me empecé a sentir muy mal, el día 11 de diciembre fui internado por la noche.
Siguiendo con este relato, fui trasladado muy grave por vía aérea de urgencia al Centro Médico de Occidente del IMSS ese mismo día. El 15 de diciembre fui intervenido nuevamente, y fue esa ocasión cuando tuve mi encuentro con una experiencia capaz de ser relatada al confirmar mi Fe hacia mi Dios y mi Morena del Alma. Tuve el privilegio de sentir, siempre durante la operación quirúrgica, la presencia de unos brazos de mujer que me abrigaban con ternura, nunca pude verle la cara, al grado que no sentía ningún dolor, vi una luz azulada realmente esplendorosa, al mismo tiempo que en mi cuerpo habitaba una energía indescriptible, estaba feliz, pero en un instante sentí dolor y fue cuando me di cuenta de que volvía de nuevo a la vida al preguntar en dónde me encontraba.
Una vez que pasé del peligro, ya en terapia intensiva, recuerdo que antes de entrar a la sala de operaciones pedí un sacerdote para confesarme, era un hombre con un hábito café, en su rostro sólo había ternura y me dijo: “Humberto vas a salir muy bien de la operación, nada más te pido te acerques con mucha FE a Dios”, y me dio la absolución. Cuando tuve la oportunidad de estar mejor, le dije a la enfermera que quería saludar al sacerdote que me dio fortaleza espiritual, cuál va siendo mi sorpresa cuando me dijeron que nadie entró, y que el sacerdote que venía a auxiliar a los enfermos era diferente a la descripción que yo di.
Profundo agradecimiento
Quise dar este testimonio de amor y vida, porque es importante que nos acerquemos a Dios, que él existe, nos da armonía y es el dueño de este mundo que nos ha brindado para gozarlo en toda la extensión de la palabra, pero también para cuidarlo con amor y respeto, pero sobre todo amando al prójimo, y para dar fe de que la madre de nuestro Sr. Jesucristo, la Virgen María, es una magnífica intercesora para lograr atender a nuestras necesidades ante Dios nuestro Creador y Ser supremo.
Agradezco con todo mi corazón a mis compañeros antorchistas guadalupanos, por haber decidido que llevara mi nombre la Antorcha Guadalupana en diciembre de 1992 del Maratón XVI México D.F. Puerto Vallarta Jalisco, por el milagro tan grande hecho a mi persona. Mis hermanos me acompañaron corriendo este trayecto, experiencia inolvidable, siempre con la solidaridad de mi bendita madre María Luisa (qepd), mi esposa Mary Elena y mi bella hija Maryta. Por eso siempre hasta el último día de mi vida seguiré fomentando el amor a tan preciosa imagen venerada nuestra Señora María de Guadalupe.
Agradecidos nuevamente por mí recuperación de un tumor cancerígeno que fue detectado a tiempo a principios de este año 2017, durante todo mi proceso siempre tuve en mis oraciones a mi Morena del Alma, que bajo su intercesión ante Dios estoy logrando mi recuperación. Por otro lado, también mi hija Maryta, que milagrosamente después de una operación quirúrgica a mediados de este año salió adelante. Son testimonios de amor que deseo expresar, y decir que la FE es importante para salir avante ante cualquier situación.
Gracias a mi Dios y a la Virgen Santísima de Guadalupe, siempre en nuestro corazón deseando seguir fomentando la devoción con testimonios de amor, agradecimiento eterno y sintiendo el amor tan profundo que nos tiene nuestro Dios y que nos envió a esta tierra prodigiosa a nuestra Madre María para abrigarnos bajo su manto sagrado.
-. Hago votos para que en nuestras familias logremos estar siempre unidos y así por añadidura tendremos una mejor sociedad viviendo en armonía y con prosperidad compartida.